Qué Significa La Palabra Autoridad
Tomas Balasco
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1.f. Poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho.2.
Contents
- 1 ¿Quién representa la autoridad?
- 2 ¿Cuáles son los tipos de autoridad?
- 3 ¿Qué dice la Biblia acerca de la autoridad?
- 4 ¿Qué es la autoridad en la Biblia?
- 5 ¿Qué significa poder y autoridad en la Biblia?
- 6 ¿Cuáles son los tres tipos de autoridad?
- 7 ¿Cuál es la autoridad de Dios?
- 8 ¿Como quien tiene autoridad versiculo?
¿Qué es autoridad y para q sirve?
La autoridad es la dirección o el control de la conducta de otros para la promoción de metas colectivas, basada en alguna forma discernible de consentimiento cognoscible de aquellos.
¿Quién representa la autoridad?
Autoridad Formal – La ejerce un jefe superior sobre otras personas o subordinados, es de dos tipos: Lineal o Funcional, según se ejerza sobre una persona o grupo, cada uno para funciones distintas.
¿Cuáles son los tipos de autoridad?
La autoridad se clasifica en doce tipos cuales son la autoridad formal, moral, tradicional, carismática, racional, autoritaria, coercitiva, democrática, inconsistente, permisiva, operativa, administrativa e informal.
¿Qué dice la Biblia acerca de la autoridad?
Romanos 13 1 toda alma a las autoridades superiores, porque no hay, y las que hay, por Dios son ordenadas.2 Así que, el que se opone a la autoridad, a lo ordenado por Dios resiste; y los que, acarrean para sí.3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo.
- 5 Por lo cual es necesario que le estéis sujetos, no solamente por razón de la ira, sino también por causa de la,
- 6 por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que se dedican a esto mismo.
- 7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que temor, temor; al que honra,,
- 8 debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros, porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
- 9 Porque: No cometerás adulterio; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; no codiciarás; y si hay algún otro mandamiento, en estas palabras se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
- 10 amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimento de la ley es el amor.
- 11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra que cuando creímos.
12 La noche ha avanzado, y se acerca el, Desechemos, pues, las obras de las, y vistámonos con las de la luz.13 Andemos como de día, ; no en glotonerías y borracheras, ni en lascivias y libertinaje, ni en pleitos y ; 14 sino del Señor Jesucristo, y no hagáis caso de los de la carne.
¿Qué es la autoridad en la Biblia?
Vet, Potestad de dirigir u ordenar, inherente o delegada. Toda la autoridad pertenece a Dios (Ro.13:1).
¿Qué significa poder y autoridad en la Biblia?
Estudios La mirada de Jesús sobre el poder Rafael Aguirre UNIVERSIDAD DE DEUSTO. BILBAO. ESPAÑA [email protected] Resumen: Se comienza estableciendo un marco teórico sobre el carácter histórico del poder y sus relaciones con el concepto de autoridad.
Después se sitúa el marco del ministerio de Jesús y los poderes judíos e imperiales que le condicionaron. Se presenta la autoridad moral indudable de Jesús basada en su peculiar experiencia religiosa. Posteriormente se analiza el evangelio de Marcos para descubrir la tensión enorme entre el proyecto de Jesús y el afán de poder de los discípulos.
El examen de la Escritura nos enfrenta con un Dios no-poder, que se revela en la cruz de Jesús. Se concluye con unas reflexiones sobre la autoridad de Jesús, que carece de todo poder coercitivo precisamente porque es el testimonio del Reino de Dios escatológico y sobre como tiene que afrontar la Iglesia la organización del poder y su relación con los poderes históricos.
- Palabras clave: Poder, autoridad, Jesús, discípulos, Iglesia, Dios.
- Abstract: The first approach is a theoretical frame: the relationship between historical power and the notion of authority.
- Then the consideration of Jesus’ ministry in its jewish and imperial context.
- Jesus’ undeniable moral authority is based on his unique religious experience.
Marc’s gospel shows the tension between Jesus’ project and the disciples seeking power. Scripture presents a non-power God, who reveals himself in Jesus’ cross. Jesus’ authority is totally free of forceful power, it is the witnessing of the eschatological kingdom of God.
The paper concludes with reflections on how should the Church manage power and deal with historical powers. Keywords: Power, authority, Jesus, disciples, Church, God. El presente trabajo es de naturaleza exegética, pero tiene una preocupación explícitamente teológica 1, Este pequeño ensayo de exégesis teológica no pierde de vista tres claves: a/ Unos textos, fundamentalmente los evangelios, considerados inspirados y canónicos, que nos remiten al testimonio de Jesús de Nazaret, el gran punto de referencia de la vida cristiana.
b/ La exégesis no puede ser no crítica y, por tanto, tiene que tener en cuenta el contexto, los condicionamientos y las funciones sociales de los textos. c/ Abordar la relación de Jesús con el poder requiere una exégesis, que tiene muy presente el contexto del siglo I, pero que no puede despreocuparse de cuestiones que están muy vivas en la sociedad y en la Iglesia de nuestros días.1.
- PODER, AUTORIDAD Y CONTEXTO SOCIO-HISTÓRICO Comienzo con una serie de consideraciones de diferente naturaleza que nos servirán para contextualizar el análisis posterior de unos textos evangélicos, que considero el núcleo de este trabajo.A.
- Poder y autoridad Los seres humanos vivimos normalmente en medio de complejas relaciones de poder.
Max Weber 2 distinguió cuidadosamente entre poder y autoridad. Por poder se entiende la capacidad para imponer comportamientos a otros, a veces venciendo grandes resistencias. Se diferencia de la autoridad entendida como la posibilidad de conseguir obediencia por cierta capacidad intrínseca de la persona o del contenido de lo que propone.
- El poder es una realidad histórica ineludible, que no se puede demonizar, pero con una importante proclividad impositiva y coercitiva y, por tanto, hay que saberlo administrar y controlar para que su uso sea socialmente positivo.
- El poder puede estar respaldado por una autoridad, cuya naturaleza puede ser muy diferente, o, simplemente, puede apoyarse en la mera fuerza.
La autoridad puede estar desprovista de poder reglado socialmente y, sin embargo, ejercer un influjo social, incluso decisivo. En este caso hablaríamos de autoridad moral, que normalmente requiere coherencia personal y ejemplaridad 3, Pero los lindes entre poder y autoridad, a veces, se entrecruzan y, por eso, puede decirse que la autoridad moral goza de un cierto poder, porque suscita responsabilidad siempre respetando la libertad, porque saca a la luz los mecanismos de dominación, porque tiene influencia social.
Es propio de la pura autoridad moral no tener poder coercitivo alguno.B. La situación socio-histórica del ministerio de Jesús Jesús no fue un profeta intemporal y, por tanto, tenemos que tener muy presentes la situación social en la que vivió. El marco general era el Impero Romano, que en los evangelios se deja ver relativamente poco, pero que es un contexto englobante, que todo lo condiciona y que debe tenerse muy en cuenta.
El Imperio proporcionaba una tranquilidad externa, pero estaba asentado, en última instancia, en un implacable poder militar. Pero el Imperio no era solo una superestructura política (su burocracia era más bien limitada), sino que suponía todo un entramado social de poderes.
Destaquemos dos 4, Primero, la familia, de carácter patriarcal (jerárquica, piramidal), que era la estructura básica de aquella sociedad y el modelo de todo el orden social. Esto está muy presente en la vida de Jesús y en todo el NT. El segundo entramado consistía en las relaciones de patronazgo, de patrón-cliente, que en cascada organizaban toda la vida social.
Un patrón tenía una serie de clientes a los que proporcionaba medios de subsistencia, ayudas, favores. Los clientes, a su vez, proporcionaban honor al patrón. Un patrón era más honorable cuantos más clientes tenía. Por su parte, los clientes pugnaban por serlo de un patrón muy honorable.
El emperador era el patrón supremo. Los herodianos -acercándonos ya a nuestro tema- eran clientes del emperador, dependían de su apoyo y benevolencia, pero tenían, a su vez, sus propios clientes (el grupo “herodiano”, cierta aristocracia galilea.). Dentro del Imperio Romano los judíos tenían una situación muy peculiar.
El Templo de Jerusalén era la institución central, y la clase dirigente se ramificaba en letrados, aristocracia sacerdotal y aristocracia laical. Era una estructura teocrática y el poder se legitimaba con el etnomito del pueblo elegido, que había que asegurar a toda costa (leyes de pureza).C.
- Dos rasgos decisivos de Jesús Desde el punto de vista histórico dos elementos son claves y están relacionados con el poder: que Jesús anuncia el Reinado de Dios y que fue crucificado.
- El Reinado de Dios suponía la confrontación con los imperios que habían oprimido con su poder al pueblo judío.
- Hay una referencia a los capítulos 2 y 7 del libro de Daniel.
En el capítulo 7 se describe una visión de cuatro bestias feroces, espantosas, que surgen del mar y que representan a los poderes sucesivos que han ido oprimiendo al pueblo judío. Después, el contraste: un ser humano, no una bestia feroz, el Hijo del hombre (7, 13-15), que no surge del abismo de las aguas, sino que va sobre las nubes del cielo y se encamina hacia el trono donde está “el anciano de muchos días”, el trono de Dios, el cual le entregó el poder, el honor y el reino.
Representa al pueblo de los justos que, contra todas las apariencias, va a prevalecer frente a los poderes terribles que le han oprimido (7, 15-27). Jesús anuncia el Reinado de Dios al pueblo de Israel, que se debate en una situación crítica, y es un mensaje de resistencia y esperanza. El proyecto de Jesús no es fundar una institución propia, sino la renovación de Israel para que acoja el Reinado de Dios.
Una particularidad importante: Jesús, que tanto habla del Reinado de Dios, nunca llama a Dios rey, sino padre/Abbá 5, Acoger el Reinado de Dios implica fraternidad, superar las relaciones de poder; cambiar la sociedad es el proyecto de Jesús. Se podría concretar más, pero apenas es posible hacerlo en este lugar.
Galilea en tiempo de Jesús estaba en pleno proceso de transformación, de integración en el Imperio por obra de la dinastía herodiana. Se estaba dando el paso de una economía de reciprocidad (prácticamente de subsistencia familiar, con trueque con los cercanos) a una economía de redistribución, en la que un poder central fuerte acumulaba los recursos (se estaba imponiendo grandes cargas fiscales), que luego se distribuían de forma muy desigual.
Todo esto estaba provocando la ruptura de las formas tradicionales de vida del campesinado galileo, que se encontraba en una situación insostenible. En esta coyuntura, ligera y brevemente evocada, hay que situar a Jesús, cuyo mensaje es sumamente crítico con la élite, pero que encontraba un eco muy positivo entre los sectores campesinos en general y entre los socialmente estigmatizados (enfermos, pecadores.) en particular.
- El otro dato histórico no necesita explicación.
- La cruz de Jesús es la reacción del poder (el romano y el judío subordinado), que se vio amenazado.
- No discuto ahora dónde radicaba la amenaza, pero el dato es de suma importancia para nuestro tema.D.
- La autoridad de Jesús Hay un tercer dato con una indudable base histórica.
Jesús posee una insólita autoridad, que el pueblo percibe con asombro, que atrae, y que las autoridades consideran un peligro e intentan desacreditarle (“actúa por el poder de Beelzebú”: Mt 12, 24). “Les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas” (Mc 1, 22).
¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus impuros y le obedecen” (Mc 1, 27). “El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados” (2, 10). En el gesto del Templo esta autoridad se pone de manifiesto de manera insoportable para las autoridades sacerdotales que le piden cuentas: “¿con qué poder haces estas cosas?” (Mc 11, 28.29.33).
No es una autoridad legal, porque Jesús no puede presentar nada que acredite sus conocimientos ni tiene estudios de escriba. Tampoco goza de una autoridad tradicional, la que podría conferirle el ser paterfamilias de una casa prestigiosa o pertenecer a un linaje al que se atribuye autoridad hereditaria (como era el caso con las familias sacerdotales).
- Podríamos decir que es una autoridad carismática, que hunde sus raíces en una experiencia profunda personal y encuentra eco en la gente, que percibe la autenticidad y ejemplaridad de esta vida.
- Los evangelios usan la palabra griega exousia.
- Ousia designa lo que se es o se tiene.
- Ex indica procedencia, “de”.
La exousia es la autoridad que sale de dentro 6, En sus palabras y acciones Jesús transparente una profunda experiencia de Dios y esto le confiere una gran libertad y explica su autoridad. El mismo expresa su unión con Dios: “todo me ha sido entregado por mi Padre” (Mt 11, 27) 7,
Creo que históricamente no se puede explicar a Jesús, su vida y su forma de actuar, sin recurrir a su experiencia religiosa. Un defecto notable de la numerosa investigación histórica actual sobre Jesús es que, salvo raras excepciones, no dan la importancia debida a su experiencia religiosa. Pronto sus discípulos dieron una explicación teológica de esta autoridad de Jesús: fue especialmente ungido por el Espíritu, le ha sido concedida por el Padre (“Me ha sido dado toda autoridad/ exousia en el cielo y en la tierra.”).
Llegamos a algo muy importante: la de Jesús es una autoridad sin poder coercitivo. Es lo que antes he llamado autoridad moral. Es la autoridad de la verdad, de la autenticidad, de la ejemplaridad. Pero respeta absolutamente la libertad. Más aún, rechaza el poder coercitivo, que usa la fuerza, como una tentación, como algo que le desvía de su camino.
El poder fue la gran tentación de Jesús. Le tientan para que recurra al poder, con toda su dimensión histórica y coercitiva, la gente que le quiere hacer rey, el diablo, sus discípulos, los que se burlan a los pies de la cruz. Por su importancia adelanto algo que, quizá lógicamente, debería decirse más tarde: precisamente porque Jesús prepara para la plenitud humana definitiva provocada por la irrupción escatológica de Dios, rechaza el uso del poder, que por necesario que sea históricamente, es siempre manifestación de lo provisional y relativo.2.
LAS ANSIAS DE PODER DE LOS DISCÍPULOS Estas consideraciones históricas y contextuales nos capacitan como lectores competentes de unos textos a los que nos acercamos como testimonios creyentes. El Evangelio de Marcos se dirige a unas comunidades, en torno al año 70, en las que inevitablemente se plantea cómo organizarse.
- Tiene que abordar, por tanto de una forma nueva el problema del poder, del liderazgo, de la vida comunitaria de unos grupos.
- Y esto se refleja en el relato teológico que hace de la vida de Jesús.
- Vamos a considerar la sección central, el camino a Jerusalén (8, 27-10, 45), que está jalonada por los tres anuncios de la pasión, la respuesta en todos los casos de incomprensión de los discípulos, a la que sigue una enseñanza de Jesús sobre el poder y el servicio.
La mal llamada “confesión de Pedro” es la escena central del evangelio, a partir de la cual el relato experimenta un giro radical (8, 27-35). La gente tiene un concepto positivo de Jesús (“unos dicen que es Elías, otro que uno de los profetas.”). “Pero vosotros “¿quién decís vosotros que soy yo?”, pregunta a los discípulos.
- Como siempre Pedro es el portavoz: “tu eres el Mesías”.
- El lector sabe que la respuesta es teóricamente correcta.
- El evangelio de Mc comienza así: “Inicio del evangelio de Jesús, Mesías e Hijo de Dios” (1, 1).
- Por eso es chocante que Jesús mantenga, al menos, una reserva ante la respuesta de Pedro: impone enérgicamente silencio (v.30).
No le interesa la ortodoxia de la formulación, sino la práctica que desarrolla. En efecto, entonces “empezó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho.” (8, 31). Es el primer anuncio de la pasión. “Hablaba de esto abiertamente” (v.32). Hay un contraste: Mesianismo de Jesús: impone silencio enérgicamente Camino de la cruz: hablaba de esto abiertamente Hay otro contraste: quien acaba de confesarle como Mesías, le reprende porque no acepta el camino de la cruz: “Pedro, tomándolo aparte, se puso a reprenderle”.
Pero Jesús “mirando a los discípulos” (Pedro expresaba el sentir de todos) reprendió a Pedro”. Pedro reprende a Jesús y Jesús reprende a Pedro. Se utiliza un verbo griego, epitimaô, que es muy fuerte. A continuación vienen unas palabras de Jesús, que muy frecuentemente se traducen de forma incorrecta. No voy ahora a justificarlo filológicamente, pero dicen así: “ponte detrás de mí, Satanás, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres” (v.33) 8,
Pedro es Satanás en la medida en que espera que Jesús siga el camino del mesianismo judío convencional, glorioso, vencedor de los enemigos del pueblo, que establece su propio reinado, y no acepta el camino que Jesús empieza a proponer, el del servicio que acaba en la cruz.
Pero Jesús no le pide a Pedro simplemente que se vaya y se aleje (se suele traducir comúnmente “apártate de mí.). Le dice “ponte detrás de mí” (hupage opisô mou); la misma expresión que utiliza en el versículo siguiente: “si alguien quiere venir detrás de mí.”; es la misma expresión griega en dos versículos seguidos que, por tanto, hay que traducir igual en ambos casos.
Es decir Jesús está reproponiendo a Pedro y a los discípulos de la primera hora, el seguimiento y que se pongan detrás de él ahora que el camino se ve que pasa por la cruz. Toda esta sección está atravesada por una serie de tensiones: entre los pensamientos de Dios y los de los hombres entre el camino del éxito y el camino de la cruz entre el Mesías del poder y la fuerza y el Mesías del servicio y la libertad entre el Dios todopoderoso y el Dios misericordioso entre la Iglesia del prestigio y del poder y la Iglesia del servicio y de los pobres (y de la autoridad moral).
Después de estas palabras a los discípulos, Jesús enseña a ellos y a la gente. Penetra en el valor humanizante y alternativo de su opción: “quien quiera ganar su vida, la perderá, pero quien la entregue por la causa del evangelio (del Reino) la ganará”. Es un punto clave de la enseñanza de Jesús, la invitación a entrar en la lógica del don 9, del descentramiento del yo, de la entrega gratuita, de superar la mera reciprocidad.
Es la lógica abierta por el Reinado de Dios, que ensancha el horizonte de la vida humana, enriquece las posibilidades de actuación y aumenta la creatividad moral. La lógica del don implica la imitación de un Dios, conocido a través de Jesús, que es entrega de vida, misericordia, perdón, amor infinito.
- Cuando en la historia humana se enciende una chispa de desinterés y gratuidad vislumbramos el misterio del Dios de Jesús.
- Esta perspectiva se desarrolla especialmente en el Sermón del Monte.
- Jesús propone aceptar el Reinado de Dios para transformar la historia, en buena medida para revertirla (como gustaba decir a Ignacio Ellacuría), para disminuir y sustituir -siempre de forma limitada dada nuestra condición humana- la dinámica del poder por la dinámica del servicio.3.
DISPUTAS POR EL PODER EN LA IGLESIA Un poco más adelante Jesús anuncia por segunda vez su pasión y muerte (9, 31). Como siempre sigue la incomprensión total de los discípulos. “Ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle” (v.32), quizá porque vislumbraban las peligrosas consecuencias que aquello acarreaba para el grupo.
Una vez “en casa” (v.33), lugar de reunión de la comunidad, Jesús entabla un diálogo con los Doce. La paradoja es brutal: por el camino, mientras seguían a Jesús, iban discutiendo a ver “quién era el mayor entre ellos”. Estamos asistiendo a un conflicto que se daba en la comunidad de Mc; podríamos añadir: como tantas veces sucede en la iglesia.
Los Doce han interiorizado totalmente los valores hegemónicos sobre el poder, el prestigio y el honor. Y Jesús vuelve a la carga: “si alguien quiere ser el primero que se haga el último de todos y el servidor de todos” (9, 35: Mc subraya de todos). Después pone un niño en medio y lo abraza.
- Téngase en cuenta que en la mentalidad judía de la época no existía ninguna idealización moral o religiosa del niño: el niño era el no-valor, el incapaz de cumplir la ley.
- En la Misná se lee: “sueño mañanero, vino al mediodía y palabrería con los niños, sacan al hombre del mundo” (Abot III, 10).
- Estas cosas -perder el tiempo con los niños entre ellas- distraen a los adultos de lo importante, como el estudio de la Torá y de las obras buenas.
El gesto de Jesús y las palabras que lo acompañaban tenían que resultar chocantes y sorprendentes. El lugar central ya no corresponde ni a Pedro ni a Juan ni a Santiago, sino a un niño cualquiera, a un necesitado que ni siquiera pertenece al grupo. La comunidad de Jesús tiene que ser servidora y acogedora de quienes son como aquellos niños, de los desvalidos y de los que no cuentan.
- El amor de Jesús a los niños pone claramente de manifiesto la postura que debe adoptarse en la comunidad frente a los pequeños y a los poco considerados 10,
- Quien a uno de estos más pequeños recibe a mí me recibe”.
- Estas palabras nos llevan directamente a las decisivas de Mateo 25: quien acoge y ayuda a los hambrientos y sedientos, a los forasteros y desnudos, a los encarcelados o enfermos, lo hacen con el mismo Hijo del hombre.
Cuando en un grupo humano surgen las disputas por el poder y por los primeros puestos, inevitablemente nacen las divisiones y se rompe la fraternidad. Además el deseo de poder genera actitudes sectarias, que se caracterizan por el celo por monopolizar los bienes y deslindar las fronteras con otros.
- Es lo que vemos en el episodio que sigue.
- Juan le dijo: “Maestro hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros”.
- Pero Jesús dijo: “No se lo impidáis.
- Pues el que no está contra nosotros está por nosotros” (Mc 9, 38-40).
Antes Pedro se oponía a la debilidad de Jesús; ahora Juan rechaza lo que podríamos llamar la “debilidad eclesial”. Se ufana de haber impedido expulsar demonios en nombre de Jesús a uno “que no viene con nosotros”. Pero Jesús, que sustituye el ansia de poder por la entrega a los necesitados y por el servicio, critica este concepto cerrado de comunidad, que pretende monopolizar el espíritu de Jesús, y promueve una comunidad abierta, consciente de que el Reino de Dios la desborda y se goza con ello.4.
SERVICIO Y NO PODER (MARCOS 10, 32-45) El relato evangélico no solo insiste, sino que profundiza en el poder como tentación y en el servicio como actitud. El tercer anuncio de la pasión es especialmente explícito (Mc 10, 32-34). La incomprensión de los discípulos es también especialmente fuerte. Los hijos del Zebedeo, de los primeros que le han seguido y de los más vinculados a Jesús, le piden: “Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a la izquierda” (10, 37).
Buscan los puestos de honor. Están pensando en el reino mesiánico, pero para Mc hay una clara referencia a la comunidad de los seguidores de Jesús. En todo caso se está presuponiendo una visión piramidal de las relaciones humanas y en el ejercicio habitual del poder.
- No sabéis lo que pedís”, les dice Jesús.
- Sigue un diálogo, con una notable carga irónica creo yo, sobre si pueden beber del cáliz y recibir el bautismo, que esperan a Jesús.
- Los Zebedeos se consideran plenamente capaces de participar en el destino de Jesús.
- Pero los otros diez se indignan contra Santiago y Juan.
Todos aspiran a los primeros puestos, y así -como hemos visto- surgen las rencillas y se rompe la fraternidad. Entonces Jesús interviene con unas palabras especialmente rotundas que culminan toda la sección 11, Conviene que las leamos atentamente: Comienza diciendo “los que parecen ser jefes (es la traducción exacta: oi dokountes arjein) de las naciones las dominan como señores absolutos y los grandes las oprimen con su poder.”.
La expresión “parecen ser jefes” está cargada de ironía y profundidad. Parecen ser jefes, tener el poder, pero, en realidad están atrapados y son piezas de un sistema de dominación al que sirven y del que no pueden escapar, lo que tampoco les exime de responsabilidad. En el evangelio hay dos casos de cómo ejercen el poder estos que “parecen ser jefes de las naciones”.
– Herodes, el día de su cumpleaños, da un banquete a sus magnates, a los tribunos y los principales de Galilea (6, 21). El banquete es el lugar por antonomasia donde se expresa el honor del anfitrión. La danza de la hija de Herodías gustó mucho a tan distinguidos comensales y a Herodes, hasta el punto de que este le prometió darle lo que le pidiese “hasta la mitad de su reino”.
La muchacha, siguiendo la intriga de su madre, le pidió la cabeza de Juan Bautista. Herodes respetaba a Juan y le escuchaba con gusto (6, 20), pero no podía negarse a la petición “a causa del juramento y de los comensales” (6, 26). Está en juego su honor, ha dado su palabra en el contexto más solemne, está atrapado por un sistema de dominación.
No se trata de exculpar a Herodes, pero sí de ver que es una pieza de una red de poder que controla aquella sociedad. – El otro caso es el de Pilato, prefecto romano de Judea. Está convencido de la inocencia de Jesús y quiere liberarle. Pero las presiones de las autoridades judías, el griterío de una chusma, la dependencia del legado de Siria, le llevan a ceder y a mandar a Jesús a la cruz.
Tampoco se trata de exculpar a Pilato, sino de hacer ver que está atrapado en un sistema de dominación; los jefes de las naciones parece que lo son, pero más en verdad, son piezas de una perversa y escondida dinámica de poder. Marcos quiere que nos preguntemos ¿los que gobiernan son los que realmente detentan el poder?, ¿los que son considerados poderosos son tan poderosos? 12,
Continúa el texto: “Pero no ha de ser así entre vosotros” (v.43). Una afirmación tajante, en presente: en la comunidad cristiana no caben estas actitudes, deben visibilizarse unos comportamientos radicalmente alternativos, que se describen a continuación.
- Quienquiera ser grande (megas) entre vosotros será vuestro servidor (diakonos) y quienquiera entre vosotros ser el primero (prôtos) será esclavo (doulos) de todos” (vv 43-44).
- En 9, 35 decía: “si alguno quiere ser el primero, será el último y servidor (diakonos) de todos”.
- En 10, 44 no dice servidor (diakonos), sino esclavo (doulos), que es mucho más fuerte.
Los esclavos en aquel tiempo ejercían funciones muy diversas y algunas requerían cierta formación (p. ej. pedagogos o maestros), pero su condición era la ínfima en la escala social, porque carecían de libertad; eran propiedad de sus amos, tenían que estar a su plena disposición, servirlos y cumplir su voluntad.
- Jesús utiliza una metáfora de una radicalidad total.
- Supone una reversión de los valores convencionales en las relaciones humanas.
- La comunidad cristiana plantea una alternativa radical.
- El versículo final es la culminación de estas palabras de Jesús y, en realidad, de toda la sección, porque presentan la justificación cristológica de la actitudes que Jesús exige: “Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir, y dar su vida en rescate por muchos” (v.45).
He aquí una síntesis de toda la vida de Jesús y también de su finalidad. En los tres anuncios de la pasión se menciona al Hijo del hombre, que será entregado, que debe sufrir (8, 31; 9, 31; 10, 33). Aquí se dice que el Hijo del hombre sirve y entrega su vida.
Es notable porque el Hijo del hombre en el libro de Daniel y en la literatura judía es una figura gloriosa, que recibe el poder de Dios, que juzga. Jesús tiene toda la autoridad (exousia), dada por Dios, que el pueblo percibe y queda sorprendido, pero ha estado totalmente al servicio de los seres humanos.
No es un poder impositivo o que fuerce la libertad. A veces se dice que Jesús tiene poder (dunamis) que sana, pero que no utiliza nunca para favorecer su persona o su misión. Le retan a ello, pero Jesús no tiene poder para bajar de la cruz (Mc 15, 29-32).
En v.45b dice “el Hijo del hombre ha venido. Para dar su vida en rescate por muchos”. Rescate, el griego lutron, era el precio que se pagaba para liberar a un esclavo. Aquí se está utilizando de forma metafórica. Hay con toda probabilidad una referencia al Siervo de Yahvé que expía (asam) por los pecados (Is 53, 10).
Sin embargo para la expiación se usan otras palabras griegas, no lutron, que solo se usa en este lugar. ¿Por qué aquí se usa lutron, el rescate de un esclavo? Notemos que en el contexto se dice que los líderes de la comunidad deben ser “esclavos de todos”.
- Una metáfora puede tener una gran riqueza de sentido.
- Entregar la vida como rescate -sin eliminar el aspecto expiatorio- puede entenderse como liberación de las ideologías y relaciones de poder, que entrampan al mundo, incluidos sus jefes 13 ; es la liberación de lo que antes llamaba el sistema de dominación.
La libertad de la que Jesús habla se encuentra en una sociedad nueva y alternativa, en la que nuevos valores y nuevas relaciones hacen libres a sus miembros. La llamada a ser “esclavos de todos” no es mera llamada a la humildad y a la amabilidad a los líderes de la comunidad, sino una llamada a practicar el liderazgo de una forma subversiva respecto a la red de poder que existe en el mundo 14,
Los líderes de la Iglesia en nuestros días están desafiados a expresar no solo con palabras y documentos, sino también con su testimonio y sus prácticas caminos para subvertir el sistema que domina las naciones 15, Marcos es el evangelio más antiguo y vamos a ver a continuación brevemente como desarrollan los otros evangelios este tema de capital importancia.
MATEO En Mt las cuestiones eclesiológicas tienen una especial importancia. Los ministerios se van estabilizando y el peligro es que las estructuras de poder al estilo mundano se introduzcan en el seno de la Iglesia. El capítulo 23 es una durísima polémica con los escribas y fariseos.
En medio introduce una advertencia a los líderes de la comunidad cristiana, que deben tener un comportamiento radicalmente diferente (23, 8-12). Entre los seguidores de Jesús no se deben utilizar títulos honoríficos ni nada que rompa la radical fraternidad. “Uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos”.
Dios como único Padre impide que las relaciones patriarcales se introduzcan en el seno de la comunidad, lo que fue un peligro muy real que, además, acabó consumándose. LUCAS Es el único sinóptico que presenta un discurso de Jesús en la última cena (22, 14-38), en el que introduce unas palabras semejantes a las que acabamos de ver en Mc 10, 42-44.
Una consideración antropológica previa nos puede ser ahora muy útil. En toda comida, hasta en la cotidiana y familiar, pero mucho más en un banquete solemne, se guarda un cierto ritual 16, Se dice que “si quieres conocer un grupo observa como come”: observa la disposición en la mesa, los lugares que cada uno ocupa, el protocolo que siempre existe, cuándo, cómo y qué comen.
Suele presidir el “paterfamilias”, hay lugares más o menos honoríficos, hay quienes comen y quienes sirven. El banquete refleja un orden social. Es importante que Lc sitúe las palabras de Jesús en un banquete y, además, aluda en ellas a lo que sucede en un banquete.
No vamos a entrar ahora en las relaciones literarias entre la versión marcana de las palabras y la lucana (Lc 22, 24-27). Cito solo el versículo final: “¿Quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve”. Parece que Jesús está sirviendo a la mesa.
Lo propio de los líderes de la comunidad cristiana no es el honor, ni el primer puesto, sino el servir a ejemplo de Jesús. Pero Jesús esta expresando la sorprendente forma de actuar de Dios. En la breve y bellísima parábola de Lc 12, 35-37 se habla de los esclavos que esperan vigilantes en la noche la venida de su señor.
Cuando este llega se esperaría que los esclavos le lavasen los pies, le atendiesen y le diesen de comer. Pero sucede exactamente al revés: “Dichosos los siervos a quienes el señor, al venir, encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, les hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá” (12, 3 7).
Dios es un señor que sirve. Los banquetes son el lugar por antonomasia donde se refleja el orden social y las relaciones de poder. Pues bien, en los evangelios, sobre todo en Lc, Jesús en los banquetes adopta comportamientos contraculturales, que levantan críticas y murmuraciones (5, 29-32; 15, 1-2; 19, 1-10; 7, 37-50; 11, 37-52) porque es el mejor lugar para expresar su forma alternativa de entender las relaciones sociales.
Y esto nace de su peculiar experiencia de Dios. Dios no es el todopoderoso, sino el misericordioso. La mediación histórica de Dios no es el poder, sino el servicio. Esto es lo que tiene que visibilizar la comunidad cristiana con su vida interna y convertirlo en propuesta para transformar la sociedad. JUAN Después de lo dicho se entiende fácilmente el gesto que Jesús realiza en el evangelio de Juan durante la última cena.
El evangelista introduce el episodio con solemnidad impresionante: “Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (13, 1).
- Es decisivo el contexto de un banquete, de una cena solemne.
- En los Sinópticos Jesús confiere a unos elementos de la cena -el pan y la copa de vino- una dimensión nueva para expresar el sentido de su vida (Mc 14, 22-25 y par.).
- Juan no cuenta esto.
- Pero en su evangelio, Jesús también utiliza un rito de la cena, el previo, el lavatorio de los pies, para expresar el sentido de toda su vida.
Lava los pies a los discípulos, la tarea de los esclavos. Pedro no entiende y se resiste. Jesús es el Señor y el Maestro, pero quiere dejarles este ejemplo “para que también vosotros os lavéis los pies unos a otros” (Jn 13, 14-15). El servicio del esclavo es el paradigma del liderazgo en la comunidad cristiana.5.
- REPENSAR UN DIOS SIN PODER He subrayado que Jesús posee una insólita autoridad, pero que rechaza absolutamente el poder coercitivo -la imposición de su voluntad a otros- para llevar adelante el plan de Dios, que es su misión.
- Su autoridad sorprende y su renuncia al uso del poder decepciona, pero ambas actitudes son inseparables y hunden sus raíces en la profunda y peculiar experiencia de Dios que tiene Jesús.
De modo que la reflexión sobre Jesús y el poder nos lleva necesariamente a preguntarnos ¿cómo es el Dios de Jesús?, ¿qué relación guarda con el poder? Nos adentramos en un punto especialmente delicado, en el que el exégeta se siente muy cercano al teólogo, muy dispuesto a dejarle, con modestia, la palabra.
- En las tradiciones religiosas -desde luego en el culto imperial romano- se identificaba a Dios con el poder: La helenización que muy pronto experimentó el cristianismo hizo que el Dios de una determinada filosofía fuese sustituyendo al Dios de Jesús.
- Así la “primacía del poder” se sobrepuso a la “primacía del amor”.
El Pantokrator de la cultura helenística pronto suplantó al Dios que se reveló en Jesús, que nació y vivió en debilidad y pobreza, y murió ejecutado entre malhechores. A lo largo de los siglos, la institución eclesiástica, más preocupada por su poder que por su autoridad moral, al hablar del misterio de Dios ha insistido más en su poder infinito (a partir de consideraciones filosóficas) que en su misericordia sin límites (como se expresa en la vida de Jesús).
Se impone, por tanto, replantear las relaciones de Dios con el poder. Propongo tres puntos, que requerirían un desarrollo mucho más amplio. MARCOS 15, 39 El evangelio de Mc es la revelación de Jesús como Mesías e Hijo de Dios a través de la cruz. Esto es lo que no entienden los discípulos que piensan siempre lo divino en términos de poder y de honor.
Participan de “los pensamientos de los hombres”. El centurión viendo como había expirado dijo: “Verdaderamente este era Hijo de Dios” (15, 39). Esta es la auténtica confesión porque se realiza a los pies de la cruz. Mc está diciendo que el Hijo de Dios no es el emperador, que se atribuía este título.
En la cruz -consecuencia de su vida- se revela Jesús como Hijo de Dios. Y es también revelación del Dios a quien Jesús llama Padre. No es un poder intramundano; no interviene para salvar a su hijo. El Gólgota estuvo cubierto de tinieblas. La cábala judía dice que Dios lo llena todo, y que tuvo que limitarse y retirarse para dejar sitio a la creación.
Pero añade la Cábala que al retirarse, de alguna forma, Dios no deja de irradiar. Dios acompaña al crucificado, más aún, sufre con él, en medio del silencio de su ausencia. En la historia no hay que buscar a Dios en el poder, en la magnificencia, en lo extraordinario deslumbrante, sino en los crucificados, en los hambrientos y sedientos, en los enfermos y desnudos, en los encarcelados y forasteros.1 CORINTIOS 1, 18-25 El tema de la cruz en Pablo tiene una profundidad enorme, y su valor más que cristológico es teológico.
- En la cruz se desvela una nueva y des concertante imagen de Dios.
- Voy a aludir solo al texto inicial de 1Cor (por razones de espacio no voy a hablar de Fil 2, 6-11).
- El apóstol quiere corregir una serie de problemas que se han planteado en su comunidad (camarillas enfrentadas, confusión en temas sexuales, pugnas por los carismas considerados más valiosos, divisiones en la misma celebración de la cena del Señor, desórdenes en las asambleas, etc.) y cuya raíz está en los criterios humanos sobre el poder, el honor y la sabiduría.
Pablo, con una retórica brillante y apasionada, va a esta raíz: el Dios que se ha revelado en la cruz de Cristo nos enseña a ver y valorar la realidad de una forma radicalmente alternativa a la socialmente dominante. “La predicación de la cruz es una locura” (1, 18).
En efecto, la cruz es un patíbulo infamante, vergonzoso, que solo se aplicaba a esclavos y a lo más ínfimo de la sociedad. “Nosotros predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles” (1, 23). “No quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y este crucificado” (2, 2).
Pero, a la vez, este Cristo crucificado es “sabiduría y fuerza de Dios” 17, que nos debe liberar de los criterios del mundo y propiciar unos comportamientos radicalmente alternativos. Stanislas Breton nos acerca a la radical función crítica de la cruz precisamente por su revelación del ser de Dios: “La religión cristiana en su originalidad crística se reclama de un Dios débil, más allá del ser y de la esencia, una especie de nada activa que sobrepasa, desafiándolos todos los poderes de fascinación para ponerlos en cuestión” 18,
En una línea semejante afirma Daniel Marguerat: “¿Por qué el Dios de la cruz es inaceptable? Simplemente porque la sabiduría filosófica griega situaba a Dios en las antípodas: lo asociaba al poder, al saber, a la perfección. Es el Dios de nuestro imaginario que lo sabe todo, que lo puede todo, lo ve todo, lo dice todo.
Creer que Dios desvela el íntimo secreto de su ser en el silencio de esta muerte es seguramente un desafío a la razón y un desafío a nuestro imaginario” 19, La Palabra de Dios es siempre interpelante, denuncia la inhumanidad y nos cuestiona desde el prójimo.
Ya al principio de la Biblia la gran pregunta que Dios dirige al hombre es “¿Dónde está tu hermano?” La Palabra de la Cruz saca a la luz a todas las víctimas de la historia, a todos los sufrimientos ocultos sobre los que se edifica nuestro presente y plantea la gran exigencia de que el futuro no sea simplemente la prolongación de lo existente, sino que -haciendo memoria de la Cruz, que nos habla de todas las cruces- descubramos los derechos conculcados y las posibilidades sofocadas, para que el futuro sea realmente nuevo.
Cito las palabras de un autor español: “El Crucificado (el logos tou staurou) significa la fuerza y la sabiduría de Dios que, en las antípodas de todos los poderes de este mundo, permanece para siempre como el gran interrogante que cuestiona nuestras vidas desde la debilidad del amor” 20,
LA RESURRECCIÓN En la Resurrección de Jesús se manifiesta el poder de Dios, pero es un poder que no compita con los poderes de este mundo. Está más allá. La resurrección es la afirmación de que la última palabra no es de la de los que “parecen ser jefes”, Caifás y Pilato, sino de Jesús, la víctima inocente; que la última palabra no corresponde ni al Dios del Templo ni al Dios del Imperio, sino al Dios del Crucificado.
Pero hay más. La Resurrección es la novedad radical -“lo imposible necesario” 21 se la ha denominado- porque abre un horizonte insospechado que sitúa toda la realidad en una perspectiva nueva. La gran tarea de los creyentes es precisamente introducir la historia en la perspectiva abierta por la resurrección.
- Es posible una sociedad alternativa realmente a la establecida, existen más posibilidades de las que puede contabilizar un mero cálculo racional realizado sobre los datos tangibles del presente.
- Esto hay que hacerlo sin precipitaciones, sin olvidarnos de las limitaciones de lo humano, también de la convivencia, en la que inevitablemente se da el poder, que tiene que ser aceptado en su provisionalidad, regulándolo y controlándolo, para que sea, en lo posible, más libre y menos forzado, sobre todo más fraterno y menos jerárquico.
REFLEXIONES FINALES Voy a concluir resumiendo algunos de los puntos exegéticos y sacando algunas conclusiones de carácter eclesial y social. Estos puntos los planteo de forma esquemática y con el deseo de abrir vías de reflexión y actuación.1. El Reinado de Dios escatológico, futuro, que Jesús anuncia será el Reino del Padre y supondrá la plena fraternidad, la superación de las relaciones de poder y dominación.
Jesús anuncia que este Reino del Padre se está ya abriendo camino en la historia, de forma incoada y entre mil dificultades, pero es una posibilidad que se ofrece a los humanos, y que es radicalmente crítica con el poder del Imperio, que diviniza al emperador, y con el poder de la aristocracia sacerdotal que detenta el poder del Templo.2.
Jesús no pretendió fundar una institución religiosa, sino que se dirigió a Israel y buscaba su renovación radical. Proclamaba un gran año jubilar, en el que Dios ofrecía el perdón, en el que todas las deudas quedaban perdonadas, en el que las exclusiones sociales debían superarse.3.
Jesús tenía una insólita autoridad moral, pero no ejercía ningún poder coercitivo. Rechaza el poder que le proponen como una tentación. Jesús habla y actúa a partir de una profunda e íntima experiencia de Dios. Los valores escatológicos y definitivos que propone son incompatibles con el uso del poder, que es siempre expresión de lo provisional y relativo.4.
Los evangelios recogen fielmente el proyecto de Jesús, pero reinterpretan toda su vida a la luz de su muerte y de la experiencia pascual. Son escritos de la segunda generación de discípulos, posteriores al año 70. Las comunidades de las que proceden pueden no haber roto con el judaísmo, pero sus escritos no se dirigen a todo Israel, sino a comunidades concretas.
- Su objetivo no es ya configurar las relaciones sociales de un pueblo, sino la vida interna de unas comunidades determinadas.
- Pretenden que esas comunidades de seguidores de Jesús sean radicalmente fraternas, que en ellas no haya relaciones de poder o piramidales; al contrario, en ellas los pobres, las gentes menos consideradas socialmente, deben gozar de una consideración especial.
La ayuda a los necesitados y la hospitalidad, entendida como la acogida de los desvalidos y forasteros, fue probablemente lo que hizo más atractivas a las comunidades cristianas de los orígenes y fue un factor decisivo de su crecimiento. La propuesta de Jesús -viendo el mundo a la luz de Dios- resultaba profundamente contracultural e implicaba un cambio radical de los valores.
- La asunción positiva de la situación de pobreza, de marginación, de deshonor podía convertirse en ocasión para generar alternativas de superior calidad moral.
- Es lo que se llama el proceso de “autoestigmatización”.
- Esto que vale para todos los discípulos de Jesús, se les pide de forma especial a los líderes de la comunidad: que asuman el rol del esclavo de todos, de servidores, que se sitúen los últimos, que se identifiquen con los menos considerados (los niños).
Es una forma radicalmente alternativa de ejercer el poder, que en todo grupo humano se da. En los discípulos que no entienden se refleja la Iglesia de todos los tiempos. Pero Jesús no ceja en su enseñanza. Lo que está en juego es aceptar el papel social y el sentido teológico de la cruz: en la cruz se revela un Dios que altera nuestro imaginario religioso y subvierte los valores hegemónicos.5.
De lo dicho se deduce que la Iglesia debe ser una comunidad en la que el poder -que seguirá existiendo- tendrá que ejercerse de forma especialmente controlada, transparente, fraterna, servicial y participativa; deberá ejercerse desde los últimos y teniendo en cuenta prioritariamente sus intereses; no caben ni títulos ni distinciones honoríficas.
La forma de elegir a los responsables de los ministerios debe ser democrática y participativa. En el NT se reitera la participación de la comunidad en las grandes decisiones: en la elección del sucesor de Judas (Hch 1, 21-26), en la elección de los líderes de los helenistas (Hch 6, 3), en el “Concilio de Jerusalén” (Hch 15, 22) etc.
En el NT a los responsables se les exige transparencia en su gestión (Pedro en Hch 11, 19 ss tiene que responder ante la comunidad de Jerusalén de su actitud en Cesaréa al bautizar a Cornelio y a su casa y al compartir la mesa con ellos; Pablo tiene un cuidado exquisito de que la colecta a favor de la Iglesia de Jerusalén se gestione de forma transparente).
En todo esto se juega el que la Iglesia sea en la historia sacramento del Reino de Dios 22, Desgraciadamente vemos que la Iglesia está muy lejos de responder a estos principios. El Cardenal Martini decía que llevaba más de doscientos años de retraso respecto a las sociedades contemporáneas.
La organización del poder en la Iglesia, absolutista, piramidal y jerárquica (con expresiones absolutamente anacrónicas), la cooptación secreta y arbitraria de sus dirigentes, los mecanismos de control ideológico, son inaceptables para la mentalidad actual y se contraponen frontalmente con el proyecto de Jesús y con el testimonio de las comunidades cristianas de los orígenes.
Después de siglos de soportar esta situación parece que ahora, con el Papa Francisco, un espíritu profundamente renovador quiere cambiar esta situación inaceptable e insostenible en la Iglesia.6. Pero la Iglesia no es un fin en sí misma. Debe servir al mundo, ante todo presentando el Evangelio y mostrando su carácter humanizado y liberador.
- La Iglesia, como gran institución, tiene mucho que cambiar y tendría mucho que ofrecer.
- Pero ahora pienso en tantas Iglesias locales y comunidades concretas que pueden ser -con frecuencia son- ejemplos de vida fraterna, lugares de acogida y ayuda, embrión de un mundo nuevo.
- Esto es lo que podemos y debemos impulsar.
Estas comunidades, insisto, no son fin en sí misas ¿Cómo sirven al mundo? Algunos han hablado de “comunidades de contraste” (Kontras-tierungsgeminde), porque se plantan ante el mundo sin mezclarse con él y presentándole los valores alternativos del Reino de Dios 23,
Yo preferiría hablar de comunidades pioneras de nueva humanidad, que son minorías creativas que, en efecto, visibilizan los valores alternativos del Reino de Dios, en los que la hermandad sustituye a las relaciones patriarcales y de poder, pero que hacen más: tienen la visión y valentía anti-idolátrica de los profetas para sacar a la luz y denunciar los poderes decisivos, que suelen ocultarse, del sistema de dominación, son como la levadura que se mete en la masa para abrir caminos nuevos en la sociedad, hacen propuestas nuevas y humanizadoras a partir de los intereses de los más necesitados.
Son comunidades que no aspiran al poder político, porque su influencia se ejerce en lo prepolítico y cultural, que es donde de incuban los cambios sociales profundos. NOTAS 1 Su origen es una ponencia presentada en las Jornadas de la Sociedad Chilena de Teología, en octubre de 2013.
Agradezco mucho las observaciones que se hicieron en la discusión posterior y que me han servido para matizar el texto.2 Economía y sociedad (FCE, México 1984).3 JAVIER GOMÁ, Ejemplaridad pública (Taurus, Madrid 2010).4 La bibliografía es inmensa. Puede verse K.C. HANSON – D.E. OAKMAN, Palestine in the time of Jesus.
Social structures and social conflicts (Fortress, Minneapolis 1998) con amplia bibliografí a.5 Aquí hay que recordar los trabajos de J. Jeremías muy conocidos y que no hace falta citar. Sus conclusiones en lo fundamental encuentran una aceptación muy amplia.
- En el Evangelio de Mateo hay textos en que sí se llama a Dios rey, pero son claramente redaccionales.6 El término exousia expresa autoridad, que se manifiesta en la enseñanza (Mc 1, 22.27), en el perdón de los pecados (Mc 2, 10), en la actitud respecto al Templo (Mc 11, 28.29.33).
- Puede referirse al poder/autoridad de Satanás sobre el mundo (Lc 4, 6) y al poder/autoridad de Dios (Mt 28, 18, 9, 8); también a la autoridad humana (Mt 8, 9; Lc 7, 8; 23, 7; 20, 2 0; Mc 13, 4).
El término dynamis se emplea preferentemente para designar los milagros (Mc 6, 2.5.14; 9, 39; Mt 7, 22; 11, 20, 21.33), el poder de Dios y su manifestación gloriosa (Mc 9, 1; 12, 24; 13, 26; Lc 1, 36; 4, 14; 24, 49). Puede ser paráfrasis para designar a Dios (Mc, 14, 62).
Puede ser la fuerza divina que viene sobre los humanos, que mueve a Jesús y actúa como una potencia interna sobrehumana (Lc 1, 35; 4, 14; 8, 46 y Mc 5, 30). En ocasiones dynamis se usa en paralelo con exousia (Lc 9, 1; 4, 36; 1, 17). Hay un cierto solapamiento entre dynamis y exousia, pero existe una diferencia: dynamis es poder, potencia, que viene más explícitamente de Dios y actúa de forma más maravillosa.
También se usa para evocar a Dios o su manifestación. Exousia designa preferentemente la autoridad que se desarrolla en el marco de las relaciones humanas. En última instancia la autoridad de Jesús proviene de que es el enviado de Dios (2, 18) y puede comunicársela a los discípulos (Mc 3, 15; 6, 7).
- Dynamis aparece unas 400 veces en los LXX.
- Exousia solo en los libros griegos.
- Sin embargo existe la palabra hebrea râsût, que significa autoridad, pero que no aparece en el NT, y también la palabra aramea nsûtâ, que significa autoridad, facultad, derecho y libertad para hacer algo. Cfr.
- Artículos en KITTEL, Theological Dictionary of the New Testament (Eerdmans, Grand Rapids 1933 y ss), “exousia” (W.
FOESTER, II 560-575) y “dynamis” (W. GRUNDMANN, II 284-317).O. BETZ, “Poder”, en LOTHAR COENEN – ERIC BEYREUTHER – HANS BIETENHARD, Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, Vol. III, (Sígueme, Salamanca 1980), 385-395. Artículos en HORST BALZ – GERHARD SCHNEIDER, Diccionario exegético del Nuevo Testamento (Sígueme, Salamanca 1996): “dynamis” (G.
FRIEDICH, I, 1080 -188) y “exousia” (I. BROER, I, 1446-1453).7 Este punto, que como estoy diciendo se encuentra ya en el Jesús histórico, experimenta un gran desarrollo teológico en el Evangelio de Juan: “el Padre y yo somos uno” (10, 30), y muchos otros textos.8 SANTIAGO GUIJARRO, “‘Vete detrás de mí, Satanás’.
Exégesis y traducción de Mc 8, 33 c (par. Mt 16, 23b)”, Salmaticensis 58 (2011) 7-18.9 MAURICE GODELIER, El enigma del don (Paidós, Barcelona 1998); FRANCESC TORRALBA, La lógica del don (Khaf, Madrid 2012) con amplia bibliografía.10 J. GNILKA, El Evangelio según San Marcos.
Mc 8, 27-16, 20. Vol. II (Sígueme, Salamanca 1986) 65.11 ALBERTO DE MINGO KAMINOUCHI, ‘But It Is Not So Among You’. Echoes of Power in Mark 10, 32-45 (JSNT 249; Clark, London-New York 2003). En este apartado sigo fundamentalmente los análisis de este autor.12 ALBERTO DE MINGO, But It Is Not., 123.13 ALBERTO DE MINGO, But It Is Not., 154 14 ALBERTO DE MINGO, But It Is Not., 208.15 ALBERTO DE MINGO, But It Is Not., 213.16 Estas consideraciones antropológicas, aplicadas al análisis del NT, las he desarrollado en mi obra La mesa compartida.
Estudios del NT desde las ciencias sociales (Sal Terrae, Santander 1994).17 Para lo que sigue M. Mallofret, “El mensaje de la cruz: síntesis teológica de 1 Cor 1-4 y Flp 2, 5-11”, Isidorianum XV (2006) 137-191.18 Saint Paul (Presses Universitaires de France, Paris 1988).19 Paul de Tarse.
- Un homme auxprises avec Dieu (Édition du Moulin, Poliez-le-Grand 2011) 64.20 MANUEL MALLOFRET, “El mensaje de la cruz.,” 155.21 Cfr.
- El libro de JAVIER GOMÁ, Necesario pero imposible (Taurus, Madrid 2013).22 CARLOS SCHICKENDANTZ, “La Iglesia «se enriquece con la evolución de la vida social humana» (GS 44, 3).
Estructuras históricas e institución divina en el contexto de la modernidad”, en Fredy Parra y Agustina Serrano (eds.), La inteligencia de la esperanza. Homenaje al profesor Juan Noemí Callejas (Suplemento a Teología y Vida. Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago 2012) 313-338: habla del cambio organizativo del poder en la Iglesia como exigencia de la evangelizació n.23 Esta postura está muy bien representada por GERHARD LOHFINK, que dejó su cátedra de Nuevo Testamento en Tubinga para dedicarse plenamente a la “Katholische Integrierte Gemeinde”.
¿Qué es tener autoridad y cómo se ejerce?
Qué es la autoridad – La autoridad es la facultad o potestad que se tiene para gobernar o ejercer el mando, La palabra, como tal, proviene del latín auctorĭtas, auctoritātis, que a su vez deriva del verbo augure, que significa ‘aumentar’, ‘promover’.
Como tal, la autoridad es el atributo que otorga a una persona, cargo u oficio el derecho para dar órdenes, Asimismo, es la cualidad que propicia que una orden de cumpla, De este modo, tener autoridad supone, por un lado, mandar, y, por el otro, ser obedecido. En este sentido, la autoridad se asocia al poder del Estado que, como tal, se rige por una serie de leyes y normas según las cuales está dotado de poder para ejercer la autoridad sobre los ciudadanos que formen parte de él.
De allí que autoridad sea también sinónimo de potestad, facultad y legitimidad para mandar u ordenar. La autoridad, por otra parte, supone también el prestigio y crédito que se reconoce en una persona o institución, en razón de su legitimidad, calidad o competencia en algún ámbito o materia específico: “En la cúspide de su carrera, el pensador francés era considerado una autoridad en antropología moderna”.
¿Qué es lo opuesto a la autoridad?
Irrespetuosidad – Wikcionario, el diccionario libre.
¿Cuál es la autoridad en la familia?
La autoridad familiar se refiere a la obligación que tienen los padres de ejercer la autoridad en su familia, para promover el crecimiento moral, el desarrollo de las capacidades y la autonomía de sus hijos. Así como también, mantener la unidad familiar y, contribuir al mejoramiento de la sociedad.
¿Cuál es la máxima autoridad en el mundo?
Las personas más poderosas de mundo La revista Forbes dio a conocer el listado de las 68 personas más poderosas del mundo, basados en la influencia que tienen sobre las personas, su esfera de poder, sus recursos financieros y la manera cómo ejercen su autoridad.
En la lista figuran cuatro latinoamericanos. Dilma Rousseff, presidenta de Brasil (16); Carlos Slim, dueño de Telmex (21); Sebastián Piñera, presidente de Chile (51); Eike Batista, fundador del Grupo EBX (59) y Joaquín Guzmán, traficante de droga (60). Conozca quiénes son los diez personajes más poderosos de 2010: #1 Hu Jintao El presidente de la República Popular China, es el líder político del mayor número de personas en el mundo, ejerciendo un control casi dictatorial sobre cerca de 1.300 millones de personas –una quinta parte de la población mundial–.
A diferencia de sus homólogos en el mundo occidental, Hu Jintao ha hecho cosas como desviar el curso de los ríos, construir ciudades, encarcelar disidentes políticos o censurar el contenido de Internet sin importar lo que opinen los demás burócratas o los tribunales.
Hu Jintao lidera el ejército más grande del mundo por tamaño y está a la cabeza de la segunda economía más importante en poder de compra. China acaba de sobrepasar a Japón y algunos expertos consideran incluso que el dragón asiático superará a Estados Unidos en 25 años –aunque no en términos pér capita–.
Tampoco se puede olvidar que China tiene las reservas internacionales más grandes de todo el mundo. Acumula cerca de US$2,65 billones. Hu Jintao, además, se rehúsa a ceder ante las presiones de los Estados Unidos para cambiar su política cambiaria. Su sucesor, Xi Jinping, quien fue elegido a dedo, asumirá la presidencia en 2012.
- 2 Barack Obama El presidente de los Estados Unidos sufrió un duro golpe en las pasadas en elecciones legislativas, en las que perdió el apoyo en la Cámara de Representantes.
- La debacle demócrata fue una pérdida grande para Obama, quien el año pasado ocupó el primer lugar de este listado.
- El presidente estadounidense que ha gastado dos años de su mandato haciendo reformas, ahora tendrá que sortear grandes presiones sí quiere ser reelegido.
Sin embargo, no se puede desconocer que Obama sigue siendo el comandante en jefe de una de las fuerzas bélicas más imponente del mundo, dirige la mayor economía del planeta y ostenta el título no oficial del ‘líder del mundo libre’. #3 Abdullah bin Abdul Aziz al Saud El rey de Arabia Saudi, gobierna el desierto con la mayor reserva mundial de petróleo.
- La empresa estatal, Saudi Aramco, tiene reservas por 266 billones de barriles, es decir, una quinta parte de la oferta del planeta.
- La sucesión del rey, de 86 años, es incierta, pues su heredero, tiene 82 años.
- Un comité de príncipes fue establecido en Arabia Saudi para garantizar una transición sin traumatismo, en el evento en que ambos queden incapacitados.
#4 Vladimir Putin El primer ministro ruso, Vladimir Putin, ex oficial de la KGB, probablemente será el reemplazo de su protegido, el presidente de Rusia Dmitry Medvedev. Putin es quien tiene la última palabra sobre una novena parte de la superficie de la tierra, además de controlar una amplia cantidad de recursos minerales y energéticos.
- Rusia tiene poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas #5 Benedicto XVI El papa Benedicto XVI es la autoridad terrenal de más de 1.100 millones de personas -una quinta parte de la población mundial-.
- El Papa ha ejercido una inquebrantable oposición sobre temas como el control de la tasa de natalidad, el matrimonio homosexual y la ordenación de las mujeres como sacerdotes.
A pesar de sus polémicas declaraciones- como haber levantado la excomunión del obispo que negó el holocausto -, Benedicto XVI ha insistido en sanar viejas heridas. El pasado mes de septiembre, no solo fue el primer papa en visitar la Bahía de Westminster en Londres, después de la reforma protestante, sino que además, se reunió con el presbítero.
- Si bien los escándalos de abuso sexual han lesionado la autoridad moral de la Iglesia Católica, el Papa ha manejado el problema, argumentando que “el perdón no sustituye la justicia”.
- 6 Angela Merkel Angela Merkel es la mujer más poderosa del mundo.
- La cancillera alemana supervisa la economía europea más fuerte.
Este país tiene gran importancia por ser líder en el modelo de libre mercado y adicionalmente es el lugar favorito de las grandes empresas. Hay 8 empresas públicas alemanas con ventas anuales de US$70 millones. En el ranking ‘Forbes Global 2000’ de las compañías públicas más grandes aparecen 57 son alemanas.
7 David Cameron David Cameron, es el primer ministro británico más joven en los últimos 198 años. Estudió en Eton, Brasenose College y en Oxford. Es descendiente ilegitimo del rey Guillermo IV. Algunos lo encuentran muy parecido con Margareth Thatcher, ya que al igual que la Dama de Hierro ha trabajado con determinación en la reducción del gasto público.
#8 Ben Bernanke Bernanke es el presidente de la Reserva Federal (FED). Algunos sostienen que en este momento la FED tiene la influencia más alta de todos los tiempos, dado el creciente tamaño de su balance general, US$2,3 millones de dólares. Desde el pico de la última crisis financiera internacional, las opciones que tiene Bernanke se han disminuido.
- Sin embargo, todavía tiene la facultad de imprimir dinero cuando lo considere necesario.
- Él mismo ha dicho que “el gobierno de Estados Unidos tiene la tecnología, llamada imprenta, que les permite producir los dólares estadounidenses que quieran, a un costo nulo”.
- 9 Sonia Gandhi A pesar de haber nacido en Italia y predicar una religión extranjera (catolicismo), Sonia Gandhi ejerce una influencia sin igual sobre los 1.200 millones de hindúes.
Hace poco, fue elegida por cuarta vez consecutiva como la presidenta del partido del Congreso de la India, reforzando su estatus como la heredera de la dinastía política Nehru-Gandhi. Fue ella quien escogió al economista Manmohan Singh (número 18 en la lista) para desempeñar el cargo de primer ministro y es quien realmente está detrás del poder que a India, le dan las cabezas nucleares que ostenta India.
Tampoco se puede desconocer que India será en la próxima década, la cuarta economía del mundo en términos de poder adquisitivo. #10 Bill Gates El fundador de Microsoft, es la persona más rica de los Estados Unidos. De la mano de las cuarenta personas más adineradas (y con la ayuda de Warren Buffett), se comprometió a donar la mayor parte de su riqueza para financiar obras de caridad.
Aunque ya no es el más rico del mundo, si es el filántropo más influyente. Ha trabajado en proyector contra el SIDA, la poliomielitis y la tuberculosis, al mismo tiempo que ha iniciado una campaña contra el hambre. (Forbes) : Las personas más poderosas de mundo
¿Qué es la autoridad moral ejemplos?
La fuerza de la autoridad se halla en la autoridad moral, conquistada no por decretos o investiduras externas, ni mucho menos por imposiciones o castigos, sino por la coherencia entre el decir y el hacer, entre el hacer y el ser. La autoridad moral no puede ser fabricada ni exigida.
Es el resultado de un proceso interior en quien detenta la autoridad, por el cual él mismo lucha por los valores que desea transmitir. Su primer papel es el de encarnar un ideal y conducir hacia él. La fuerza motriz para el cumplimiento de tal papel es la actitud de servicio. La autoridad moral se basa en ser consecuente con las decisiones que se toman, con lo que se dice y lo que se hace.
Se basa en conceptos tales como la verdad, las convicciones y el ejemplo. Por lo tanto, si quien detenta la autoridad es inconsecuente, miente u obra de forma errada, su palabra carecerá de valor. La autoridad es sobre todo una fuerza moral, por eso los gobernantes deben apelar, en primer lugar, a la conciencia, es decir al deber que cada cual tiene de aportar voluntariamente su contribución al bien común.
- Su función no se limita a mandar, organizar, coordinar, sancionar o controlar.
- Cuando la autoridad sólo interviene para ordenar y exigir, y quien la detenta demuestra estar interesado únicamente en afirmar sus propios derechos, crea rechazo.
- Una autoridad sólo ejercida como autoridad formal merece ser obedecida, pero nunca podrá cumplir su meta, nunca será fecunda.
Será una autoridad obedecida por obligación, no voluntariamente. Sólo la autoridad moral surgida por el servicio desinteresado a los demás es la que puede ganarse el derecho a ser obedecida con buena voluntad y a recibir la cooperación y la adhesión de sus subordinados.
Discernimiento Es una virtud o valor moral, un “juicio por cuyo medio” o “por medio del cual percibimos y declaramos la diferencia que existe entre varias cosas” de un mismo asunto o una situación específica. Se trata del “Criterio” o la capacidad de distinguir los elementos que están implicados en una cuestión; cómo se relacionan entre sí; cómo se afectan los unos con los otros y cómo cada uno de ellos incide en el conjunto.
Es un juicio que se basa en normas, modelos de valores, moralejas o principios que se heredan de las sociedades humanas y de las experiencias propias o ajenas (que se encuentran en los relatos familiares, históricos o libros de moral y ética, como por ejemplo desde los manuales o constituciones hasta las fábulas o la propia Biblia).
- Discernir, en sentido amplio, significa buscar, a través de una lectura ética de la realidad, lo mejor para dicha realidad, con el fin de llevarlo a cabo.
- Se trata, parafraseando a Pablo VI, de conducir a la realidad desde condiciones menos humana a condiciones más humanas.
- O, dicho de otro modo, de provocar el desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres.
Discernir es buscar, entonces, con claridad sobre lo que es mejor para el macro y micro mundo en el cual nos desenvolvemos, lo mejor para nosotros mismos y para todos, desarrollar en la historia un proceso de humanización. La pregunta central del discernimiento puede ser formulada de la siguiente manera; ¿Qué es lo mejor para mi y para los demás?, ¿Qué es lo que me humaniza y nos humaniza más? En esto se parece mucho a la pregunta fundamental de la ética o de la moral: “Qué tengo o debo hacer, en determinada situación, para ser mejor yo, y hacer mejor mi realidad y la de los demás”.
Se une de esta manera a las preguntas fundamentales del ser humano desde que tiene conciencia de si mismo: “¿Quién soy yo, o quienes somos? ¿A dónde voy y vamos? o ¿qué sentido tiene mi y nuestra presencia en el mundo? Supuestos del discernimiento Discernir lo mejor para nosotros mismos descansa sobre dos supuestos.
El primero se puede formular así: Nuestra conciencia ética habla y podemos oír lo que nos dice. El segundo supuesto nos indica que el mensaje de nuestra conciencia es descifrable, por lo tanto, podemos saber lo que es mejor para mí y para los demás, es decir, el hombre escucha, tiene capacidad para escuchar y entender su conciencia.
Por otro lado, importa agregar además la presencia de una realidad escondida y negativa que también habla y tiene que ver con el misterio escondido del mal en el mundo, lo que los creyentes llaman pecado y muchas veces conocemos como injusticia, intolerancia, violencia, etc. Esto hace necesario saber distinguir qué es lo que pertenece a nuestra conciencia verdadera o recta y qué pertenece a esa otra conciencia también existente y que no es recta sino falsa o errónea.
En este sentido el discernimiento es un mecanismo o método que nos ayuda a vivir en conciencia verdadera. Discernimiento y conciencia La capacidad del hombre para escuchar lo que su conciencia habla, la desarrolla activamente a través de sus propias inquietudes.
- Estas inquietudes se expresan a través de sus preguntas fundamentales.
- La primera pregunta del hombre que discierne es: ¿”Qué es lo que debo hacer con mi vida? Ahora bien, ese yo que pregunta, es un ser abierto a la comunión con los demás y con capacidad para leer la realidad junto al los demás, y ver en ella lo que es más humano.
Ese yo no se constituye como persona, si no es de alguna manera reconocido por los demás. Esta es otra manera de afirmar nuevamente la antropología subyacente que posibilita el ejercicio del hombre ético: el ser social. El discernimiento unido a la autoridad moral da como resultado un estado de conciencia que no se puede imponer con decretos, normas, jerarquías establecidas; surge por el trabajo constante y disciplinado de aquellos que persiguen un ideal a través del bien común.
Esta conciencia corresponde, de algún modo, al “corazón de la persona”, a su identidad profunda, al lado íntimo de cada uno de los seres humanos: es decir que se está frente a aquella dimensión estructural de la persona que preside la edificación de su misma historia individual, mediante la elaboración de sus elecciones y de sus juicios morales.
Más información: John Henry Newman – Doctor de la conciencia
¿Cuál es el origen de la autoridad?
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Summary: | La palabra autoridad proviene del latín auctoritas, derivado del verbo augere que significa aumentar, hacer crecer, magnificar. Este origen nos remite a la singularidad de la autoridad que implica acatamiento u obediencia pero no sustentada en la coacción ni en la persuasión (Kòjeve, 2004), sino en un reconocimiento legítimo por parte del que obedece en relación con el que manda. Por este motivo, la autoridad aunque se encuentre íntimamente vinculada con el poder, no debe ser meramente subsumida en este fenómeno (Arendt, 1996). Si quien detenta autoridad debe recurrir a la coacción o a la persuasión para realizar su voluntad, entonces en realidad resulta que hay un déficit de autoridad. Para los romanos, quien tiene autoridad es aquel que logra aumentar, acrecentar o magnificar algo, en el sentido de hacer posible que algo establecido se expanda. La autoridad se vincula con la magnificencia de un legado originario que es susceptible de ser aumentado. |
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¿Cuáles son los tres tipos de autoridad?
Sus tres tipos de autoridad son la autoridad tradicional, la autoridad carismática y la autoridad jurídico-racional (Weber 1922).
¿Qué es la autoridad en lo espiritual?
La Autoridad Espiritual y Dones del Ministerio: Departamento de Educación Teológica de la Editorial Universitaria Libertad (Spanish Edition) Tapa blanda â 16 Marzo 2016 Autoridad espiritual conferida. Tal como Jesús ejerció Su autoridad (traducido del griego ‘exousia,’ que significa ‘el derecho de ejercer poder’ o ‘el poder de la autoridad’) bajo la conducción de Su Padre, del mismo modo nosotros ejercemos la nuestra bajo el mismo Cristo.
- La autoridad espiritual no es una cosa que se pueda tomar o reclamar, es algo dado y que se desarrolla en nosotros.
- Nuestra autoridad viene de Cristo, y es una autoridad conferida.
- Es un don de Dios que se hace una realidad en nuestras vidas y corazones.
- No conduce al orgullo por un lugar o condición, sino a la seguridad y confianza en nuestros espÃritus (Rom.8:16).
Esta fue la clave de la autoridad que Jesús ejerció en las vidas de las personas que lo buscaron. La gente percibió en Él la autoridad del Padre (Mt.7:28, 29). Tal autoridad, es la que tenemos en el ministerio, y no está basada en la confianza en nosotros mismos, sino en lo que Jesús puede hacer (Mr.16:16—18; Col.3:17).
Aquellos que conocen a Jesús y actúan según Su voluntad, pueden hablar y actuar en Su nombre y en Su poder, y pueden llevar a la situación que están ministrando, todo lo que Él es y es capaz de ser.Siempre que testifiquemos o ministremos a otras personas, se establece que tenemos cierto nivel de autoridad en ellas.
Sin esta realidad de lo que es la autoridad personal, no podemos ministrar con resultados a otros. De hecho, a menos que otros reconozcan que tenemos autoridad en una situación dada, no podremos realmente ayudarles. La respuesta o reacción de la gente, nos dirá si realmente tenemos autoridad espiritual o no.
- Sabemos que tenemos autoridad espiritual de una manera concreta, cuando la gente se somete voluntariamente a nosotros, porque han visto en nosotros la autoridad de Dios.Autoridad espiritual es autoridad moral.
- Esto significa que es una autoridad que procede de la vida.
- Esta se origina no sólo en Dios, sino en la vida de la persona que ejerce la autoridad.
Esta autoridad que nos ha sido dada por Dios, puede ser destruida, si es que no camina de la mano con nuestra vida. Debemos ministrar dentro del contexto del perdón y la libertad que Jesús nos da. Cuando hay áreas en nuestra vida que no están sometidas al señorÃo de Cristo, y en las cuales el diablo ha ganado algún tipo de control, esto debilitará nuestra autoridad y nuestra capacidad para el ministerio.
Lo importante no es solamente lo que decimos, aconsejamos o enseñamos; lo que somos es tan vital como la efectividad de nuestro ministerio. La gente necesita ser capaz de responder a y confiar en nuestra integridad. Por lo tanto, debemos vivir en total concordancia con los principios que enseñamos. Esto es lo que nos da autoridad en la vida, y que a su vez tiene un poderoso efecto en los demás.
Por otro lado, lo contrario a esto tiene un efecto igualmente negativo. Si no hay coherencia en nuestra vida, puede ser que la gente se someta, por causa de la posición en que estamos, pero no será una sumisión de corazón, sino por obligación, lo cual no trae fruto ni unidad en el Cuerpo de Cristo.
Como Jesús, tenemos que estar en paz con Dios y con nosotros mismos para poder ministrar con resultados. Debemos aceptarnos a nosotros mismos y conocer quiénes somos en relación con nuestro Padre celestial. Mucho del afán que observamos hoy en dÃa en el ministerio surge del hecho de que no estamos en paz de esta manera, y por tanto lo que reciben los demás a través de nosotros no es sólo la palabra de Dios, sino todo lo negativo de nuestro interior.
En otras palabras, cuando ministramos a otra persona, ésta recibe de nosotros lo que tenemos dentro. Pueden recibir la Palabra de Dios tal como proviene de nosotros, pero si no llegamos a una integridad de vida interior y paz de corazón, sólo obtendrán todo lo malo que viene a través de nosotros y que no es de Dios.
¿Cuál es la autoridad de Dios?
Las iglesias cristianas observan de forma distinta el asunto de la autoridad, es decir, el derecho divino de predicar, actuar en el nombre de Dios y dirigir la iglesia del Señor. Algunas iglesias, como la Católica Romana, la Ortodoxa y la Cóptica, recalcan la existencia de una línea de autoridad continua desde los apóstoles de la antigüedad.
Otras iglesias, que se disgregaron de las anteriores, afirman que hallan la autoridad en la infalibilidad de la Biblia. Otras se apoyan firmemente en el sentido del “llamado” al ministerio. Los Santos de los Últimos Días tienen una visión distintiva de la autoridad del sacerdocio que los caracteriza. El Nuevo Testamento describe la Iglesia establecida por Jesucristo como una iglesia con estructura y forma.
Los apóstoles estaban a su cabeza y, en calidad de receptores tanto de la autoridad ordenada como de la revelación, se les comisionó la labor de guiar la Iglesia y mantener sus doctrinas puras a medida que se expandían por el mundo conocido. El hecho de que la iglesia original de Jesucristo terminaría por caer en un estado de apostasía fue predicho por los profetas antiguos y por los apóstoles de la época de Cristo.
Gran parte de la doctrina verdadera enseñada por Jesucristo se halla en las iglesias de la actualidad. Los miembros de otras iglesias que aceptan a Jesucristo y procuran vivir los principios que enseñó tienen derecho a recibir la guía e inspiración divina en su vida. Los cristianos fieles que no son Santos de los Últimos Días también van al cielo, y los que viven de acuerdo con toda la verdad y luz que poseen serán receptivos y recibirán más luz en el más allá. Toda persona que acepte a Jesucristo como el Hijo de Dios y el Redentor del mundo es cristiano, independientemente de las diferencias en teología. La Biblia es una revelación de Dios, de un inmenso valor por la poderosa influencia que posee para cambiar la vida de hombres y mujeres. Ésta no se ve menguada por la existencia de otros libros de Escrituras.
Para los Santos de los Últimos Días, la restauración de la autoridad del sacerdocio en la primera mitad del siglo XIX fue un acto literal que se produjo mediante visitas angélicas de aquellos que poseían la autoridad antiguamente. En 1829, cerca de Harmony (actualmente Oakland), Pensilvania, se restauró la autoridad divina a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días mediante la visita de Juan el Bautista resucitado, y un tiempo después mediante la aparición de los antiguos apóstoles Pedro, Santiago y Juan resucitados.
En la actualidad, todos los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que poseen el sacerdocio pueden trazar una línea directa entre su autoridad y esas visitas y el otorgamiento del sacerdocio de Dios a José Smith y a los primeros líderes de la Iglesia. Normalmente, una persona que recibe el sacerdocio en la actualidad permanece sentada mientras otra persona que ya posee el sacerdocio le coloca las manos sobre la cabeza y le confiere formalmente esa autoridad.
Se considera que las “llaves apostólicas” de la autoridad del sacerdocio en la actualidad, por medio de la cual se posee el derecho a dirigir la Iglesia, residen en los apóstoles modernos, de la misma manera en que los antiguos apóstoles poseían la autoridad de dirigir la iglesia primitiva.
Pasajes de las Escrituras que predicen la apostasía 2 Tesalonicenses 2:3 No os engañe nadie de ninguna manera, porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición. Isaías 60:2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra y oscuridad los pueblos; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
Isaías 24:5 Y la tierra se contaminó bajo sus moradores, porque traspasaron las leyes, cambiaron la ordenanza, quebrantaron el convenio sempiterno.1 Timoteo 4:1 Pero el Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios.
Validez de las experiencias religiosas de otras personas: “A menudo se me pregunta: ‘¿En qué se diferencian de los demás en sus perspectivas religiosas?’. En realidad y en esencia, no diferimos tanto en nuestras perspectivas religiosas, sino que desearíamos que nos nutriéramos todos del principio único del amor.
Uno de los grandes principios fundamentales del mormonismo es el de recibir la verdad, proceda de la fuente que proceda”. José Smith, citado en History of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 2ª edición. (Salt Lake City: Deseret News Press, 1949), tomo 5, pág.499.
- No hemos venido a quitarles la verdad y la virtud que ya poseen.
- No hemos venido a criticarlos ni a buscar sus faltas.
- No hemos venido a reprenderlos.
- Conserven todo lo bueno que ya tienen, y permítannos añadirles más bondad”.
- Véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: George Albert Smith, pág.158, cursiva agregada.
“La línea de autoridad del sacerdocio se rompió. Pero la humanidad no quedó en absolutas tinieblas ni completamente privada de revelación o inspiración. La idea de que con la crucifixión de Cristo los cielos se cerraron y que se abrieron en la Primera Visión no es verídica.
- La luz de Cristo estaría presente en todas partes para asistir a los hijos de Dios; el Espíritu Santo visitaría a las almas inquisitivas; las oraciones de los justos no quedarían sin respuesta”. Boyd K.
- Packer, “La luz de Cristo”, Liahona, abril de 2005, pág.11.
- Los Santos de los Últimos Días informados no sostienen que el cristianismo histórico perdió toda la verdad o que se corrompió completamente.
Las iglesias ortodoxas pueden haber perdido la plenitud del Evangelio, pero no lo perdieron íntegramente, ni tampoco la mayor parte de él. Muchos evangelistas ridiculizan o exageran la perspectiva SUD real, la cual es que las iglesias ortodoxas están incompletas más que corruptas.
- Son sus credos postbíblicos los que se definen en la primera visión de José Smith como una abominación, pero ciertamente no sus miembros ni las creencias bíblicas de sus miembros”. Craig L.
- Blomberg and Stephen E.
- Robinson, How Wide the Divide? A Mormon and an Evangelical in Conversation, Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1997, pág.61.
Nota sobre la Guía de Estilo: Al publicar noticias o reportajes sobre La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenga a bien utilizar el nombre completo de la Iglesia la primera vez que la mencione. Para más información sobre el uso del nombre de la Iglesia, visite nuestra Guía de estilo,
¿Como quien tiene autoridad versiculo?
Capitulo 18: Como Quien Tiene Autoridad Capitulo 18 LA narración que hace Mateo de la inestimable predicación que nosotros conocemos como el Sermón del Monte, concluye con una potente afirmación propia que se refiere al efecto que las palabras del Maestro surtieron en la gente: “Porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.” Una de las más notables características del ministerio de Cristo fue su completa abstención de pretender autoridad humana alguna para sus palabras o hechos; la comisión que afirmaba tener era la del Padre, que lo había enviado.
Sus discursos, ora dirigidos a multitudes, ora pronunciados en soledad relativa a unos pocos, se hallaban libres de las citas forzadas que eran el deleite de los maestros del día. Su declaración autoritativa, “Yo os digo”, reemplazó la invocación de autoridades, y sobrepujó todo conglomerado posible de mandamientos o inferencias establecidos como precedente.
En este respecto sus palabras se distinguían esencialmente de los eruditos discursos de los escribas, fariseos y rabinos. En todo su ministerio se manifestaron un poder y autoridad inherentes que fueron superiores a la materia y fuerzas de la naturaleza, a los hombres, a los demonios, a la vida y la muerte.
Conviene ahora a nuestro propósito considerar un número de ocasiones en que se manifestó el poder del Señor en diversas obras grandes. Del Monte de las Bienaventuranzas Jesús regresó a Capernaum, pero si volvió luego o tomó otro camino más largo, señalándolo con nuevas obras de poder y misericordia, poco importa.
En aquella época se hallaba acuartelada una guarnición romana allí en la ciudad, y el militar que la dirigía era un centurión o capitán de cien hombres. Formaba parte de la casa de este oficial un siervo muy estimado que estaba enfermo “y a punto de morir”.
El centurión tenía fe en que Cristo podía sanar a su siervo, y solicitó la intercesión de los ancianos de los judíos para que le pidiesen al Maestro el beneficio que deseaba. Los ancianos solícitamente suplicaron a Jesús y recalcaron la dignidad de aquel hombre que, aun cuando gentil, amaba a la gente de Israel, y con toda generosidad les había construído una sinagoga en ese lugar.
Jesús acompañó a los ancianos, pero el centurión, probablemente enterado de que se acercaba la pequeña compañía, rápidamente mandó a otros enviados para decirles que no se consideraba digno de que Jesús entrara en su casa, razón por la cual no se había atrevido a presentar su solicitud en persona.
Pero dí la palabra—rezaba el mensaje suplicante—y mi siervo será sano.” Bien podemos contrastar el concepto del poder de Cristo que tenía este hombre, y el del noble del mismo pueblo que le había rogado a Jesús que se apresurara para ir en persona al lado de su hijo moribundo. Parece que el centurión había razonado de esta manera: El mismo era un hombre que tenía autoridad, aunque estaba bajo las órdenes de sus superiores.
Mandaba hacer algo a sus subordinados, y era obedecido. No tenía necesidad de ver personalmente que se cumplieran sus instrucciones. Ciertamente uno que contaba con la facultad que Jesús tenía, podía mandar y ser obedecido. Por otra parte, tal vez este hombre había llegado a saber de la maravillosa restauración del hijo moribundo del noble, cosa que el Señor efectuó pronunciando la palabra eficaz mientras se hallaba a alguna distancia del lecho del paciente.
No puede dudarse que la confianza y esperanza, creencia y fe del centurión eran genuinas, porque Jesús expresamente encomió sus virtudes. El enfermo sanó. Nos es dicho que Jesús se maravilló de esta manifestación de fe por parte del centurión, y volviéndose a los que lo seguían se expresó de esta manera: “Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.” Tal vez estas palabras causaron admiración a algunos de los que escuchaban; los judíos no estaban acostumbrados a oír que se alabara en tal forma la fe de un gentil porque, según el tradicionalismo de la época, éstos, aun cuando prosélitos sinceros del judaísmo, eran considerados esencialmente inferiores aun al menos digno de los del pueblo escogido.
El comentario de nuestro Señor claramente indicó que se daría la preferencia a los gentiles en el reino de Dios, si su mérito excedía el de los judíos. Buscando en la narración de S. Mateo hallamos esta enseñanza adicional, precedida de la frase acostumbrada, “Yo os digo”: “Que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.” Veremos más adelante cómo se recalca y se amplifica en las enseñanzas del Señor esta lección de que la supremacía de Israel sólo se puede lograr por medio de una rectitud sobresaliente.
- Al día siguiente del milagro que acabamos de considerar, Jesús se dirigía al pequeño pueblo de Naín y, como siempre, lo acompañaba una multitud numerosa.
- Tocó a este día presenciar lo que según el criterio humano fue una maravilla superior a cualquiera de las que hasta entonces El había efectuado.
- A muchos había sanado ya: algunas veces diciendo la palabra al afligido mientras se hallaba en su presencia; en otras cuando el recipiente de su poder benéfico se encontraba lejos de El.
Con su mandato eran vencidas las enfermedades corporales y expulsados los demonios; pero aunque habían sido rescatados de la tumba los enfermos que se hallaban moribundos, no hallamos ninguna ocasión anterior en que nuestro Señor haya mandado a la temible muerte que devolviese a uno que había reclamado como suyo.
Al acercarse Jesús y sus discípulos al pueblo, encontraron un numeroso séquito funerario: el hijo único de una viuda era llevado a la tumba, y según la costumbre de la época, el cuerpo iba en un féretro abierto. Nuestro Señor miró con compasión a la madre afligida que ahora quedaba privada de su esposo así como de su hijo, y sintiendo dentro de sí el dolor de su aflicción, le dijo con voz cariñosa: “No llores.” Tocó el féretro en que yacía el joven muerto, y los que lo llevaban se detuvieron.
Entonces dirigiéndose al cuerpo inerte, dijo: “Joven, a ti te digo, levántate.” Y el muerto oyó la voz de Aquel que es Señor de todo, e inmediatamente se incorporó y empezó a hablar. Graciosamente Jesús entonces entregó el joven a su madre. Leemos, sin que nos cause mucha admiración, que cayó un temor sobre todos los presentes, y que glorificaron a Dios, testificando: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y Dios ha visitado a su pueblo.” Las nuevas de este milagro cundieron por todo el país, y aun llegaron a oídos de Juan el Bautista que se hallaba preso en la cárcel de Herodes.
El efecto de la información comunicada a Juan sobre ésta y otras grandes obras de Cristo, ahora ocupará nuestra atención. Aun desde antes que Jesús volviese a Galilea, después de su bautismo y los cuarenta días de reclusión en el desierto, Juan el Bautista había sido encarcelado por orden de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea.
Durante los meses subsiguientes de las actividades de nuestro Señor—predicando el evangelio, enseñando el verdadero significado del reino, reprobando el pecado, sanando a los afligidos, echando fuera a los espíritus inmundos y aun levantando los muertos a vida—su precursor Juan, intrépido y temeroso de Dios, había estado encarcelado en el calabozo de Maqueronte, uno de los castillos más fuertes de Herodes.
El tetrarca sentía cierta estimación por Juan, a quien tenía por hombre santo, y había hecho muchas cosas por consejo directo del Bautista o por motivo de la influencia de sus instrucciones generales. Por cierto, Herodes escuchaba a Juan de buena gana, y lo había encarcelado cuando cedió con renuencia a las importunaciones de Herodías, a quien hacía pasar por esposa suya bajo el pretexto de un matrimonio ilícito.
Esta había sido y aún era, según la ley, esposa de Felipe, hermano de Herodes, de quien jamás había sido divorciada legalmente; y su matrimonio fingido con Herodes Antipas constituía adulterio e incesto de acuerdo con la ley judía. El Bautista había denunciado osadamente esta impía asociación, y había dicho a Herodes: “No te es lícito tener la mujer de tu hermano.” Aunque Herodes posiblemente habría pasado por alto este duro reproche, o por lo menos dejarlo sin castigar, Herodías no quiso perdonar.
Era ella, no el tetrarca, quien más aborrecía a Juan. Leemos que ella “le acechaba”; y como primer paso hacia la consumación de su plan vengativo de hacer morir al Bautista, logró inducir a Herodes a que lo aprehendiera y lo encarcelara. Además, Herodes temía que el pueblo se amotinara si daba la orden de matar a Juan.
Durante su prolongado encarcelamiento, Juan había oído mucho acerca de la maravillosa predicación y obras de Cristo, noticias que deben haberle sido comunicadas por algunos de sus discípulos y amigos, a los cuales les era permitido visitarlo. Se le informó con particularidad de la milagrosa resurrección del joven de Naín, y al oírlo comisionó en el acto a dos de sus discípulos para que llevaran un mensaje interrogativo a Jesús.
Estos vinieron a Cristo y le informaron del objeto de su visita en esta forma: “Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?” Los mensajeros hallaron a Jesús ocupado en servicios benéficos, y en lugar de responderles inmediatamente con palabras, continuó sus obras, sanando en esa misma hora muchos ciegos y enfermos y poseídos de espíritus malos.
Entonces, volviéndose a los dos que le habían comunicado la pregunta del Bautista, Jesús dijo: “Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí.” Los maravillosos hechos de beneficencia y misericordia sirvieron de respuesta a las palabras de los discípulos interrogantes de Juan.
Al comunicársele esta contestación, el profeta encarcelado difícilmente podría dejar pasar inadvertidas las predicciones de Isaías al respecto de que precisamente por esas señas de milagros y bendiciones sería conocido el Mesías; y la observación debe haber sido convincente y acusante a la vez, al acordarse que él mismo había citado las palabras de Isaías cuando proclamó con fervorosa y vehemente elocuencia el cumplimiento de aquellas antiguas profecías en su propia misión y en la del Más Poderoso, de quien él había dado testimonio personal.
La última parte de la respuesta de nuestro Señor a Juan fue el punto culminante de lo que acababa de decir, así como una adicional y a la vez tierna reprensión del entendimiento defectuoso que el Bautista tenía de la misión del Mesías. “Bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí”, dijo el Señor.
El mal entendimiento es el preludio del tropiezo. Juzgada por las normas del concepto que en esa época se tenía de lo que el Mesías debería ser, la obra de Cristo debe haber parecido un fracaso a muchos; y aquellos que esperaban alguna manifestación repentina de su poder para conquistar a los opresores de Israel y restituir la casa de David con esplendor mundano, se pusieron impacientes y entonces se volvieron dudosos; más adelante les fue causa de tropiezo y se vieron en peligro de rebelarse abiertamente contra su Señor.
Cristo ha sido causa de tropiezo a muchos, porque éstos, no concordes con sus palabras y obras, han tropezado de sí mismos. La situación de Juan es algo que debieran considerar con justicia todos aquellos que asumen la prerrogativa de pasar juicio sobre el propósito por el cual mandó preguntar a Cristo: “¿Eres tú el que había de venir?” Juan claramente entendía que su propia obra era de preparación; así lo había testificado, y públicamente había dado testimonio de que Jesús era Aquel para el cual debía preparar.
- Con la inauguración del ministerio de Cristo, la influencia de Juan había menguado, y durante muchos meses había estado encerrado en una celda, molesto por su inactividad forzada, indudablemente anhelando la libertad y las langostas y miel silvestre del desierto.
- Jesús crecía, mientras que la popularidad, influencia y oportunidades de Juan decaían; y él había afirmado que esta condición era inevitable.
Abandonado en la prisión, sin embargo, quizá en su desánimo permitió que sus pensamientos dudaran si aquel Más Poderoso lo había olvidado. Sabía que si Jesús pronunciaba el mandato, la prisión de Maqueronte no podría contenerlo; no obstante, Jesús parecía haberlo abandonado a su suerte, que no solamente comprendía el encarcelamiento, sino otras indignidades y el tormento físico.
- Pudo haber sido en parte el objeto de Juan llamar la atención de Cristo a su situación lastimosa; y en este respecto su mensaje fue mas bien un recordatorio que una pregunta directa basada en la duda.
- De hecho, tenemos buen fundamento para inferir que el objeto para el cual Juan mandó sus discípulos a interrogar a Cristo fue en parte, y quizá principalmente, para confirmar en estos discípulos una fe firme en el Cristo.
La comisión que se les dio les permitió tener comunicación con el Señor, cuya supremacía no pudieron menos que reconocer. Fueron testigos personales de su potencia y autoridad. El comentario de nuestro Señor sobre el mensaje de Juan indicó que el Bautista no tenía un entendimiento completo de lo que constituía el reino espiritual.
Cuando los enviados se hubieron retirado, Jesús se dirigió a aquellos que habían escuchado la entrevista. No era su intención permitir que tuvieran en poco la importancia del servicio del Bautista. Les hizo recordar los días de la popularidad de Juan, cuando algunos de los que estaban allí presentes, junto con otras multitudes, habían salido al desierto para escuchar la enérgica amonestación del profeta; y habían descubierto que no era una caña movida del viento, sino un roble firme e inflexible.
No habían salido para ver a un hombre cubierto de ropas delicadas, porque los de vestidos finos debían buscarse en los palacios de los reyes, no en el desierto ni en el calabozo donde Juan se hallaba entonces. Habían descubierto en Juan un profeta, y de hecho, más que profeta, pues como lo afirmó el Señor: “Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él.” ¿Hay necesidad de un testimonio más fuerte de la integridad del Bautista? Otros profetas habían anunciado la venida del Mesías, pero Juan lo había visto, lo había bautizado y había sido para Jesús lo que un paje es para su señor.
No obstante, desde el día de la pre-dicación de Juan hasta la época en que Cristo entonces estaba hablando, el reino de los cielos había sido rechazado con violencia, y esto a pesar de que todos los profetas, incluso la ley fundamental, habían anunciado su venida, y aunque se había profetizado ampliamente acerca de Juan así como de Cristo.
Refiriéndose a Juan, el Señor continuó: “Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oir, oiga.” Es importante saber que la designación de Elías, que en este caso Jesús aplicó al Bautista, se trata de un título más bien que de un nombre personal, y que ninguna referencia tiene a Elías, el antiguo profeta que era conocido como el Tisbita.
- Muchos de los que oyeron al Señor elogiar al Bautista se regocijaron, porque habían aceptado a Juan, pero se habían vuelto de él a Jesús como del menor al Mayor, como del sacerdote al gran Sumo Sacerdote, como del heraldo al Rey.
- Pero también había allí fariseos y doctores de la ley que pertenecían a esa clase que Juan había denunciado con tanta vehemencia, tildándolos de ser generación de víboras, los cuales habían rechazado el consejo de Dios negándose a prestar atención al llamado de arrepentimiento del Bautista.
Aquí el Maestro recurrió a la analogía para dar mayor claridad a su significado. Comparó la generación incrédula y descontenta a los muchachos inconstantes que en sus juegos no pueden llegar a un acuerdo entre sí. Algunos querían representar la suntuosidad de unas bodas fingidas, y aunque tocaron flauta los demás no quisieron bailar; entonces cambiaron su juego al de una procesión fúnebre e hicieron el papel de lamentadores, pero los otros no quisieron endechar como lo exigían las reglas del juego.
- Siempre escrupulosos, siempre escépticos, criticones y difamadores por naturaleza, duros de oído y de corazón, no hacían más que refunfuñar.
- Había venido entre ellos Juan el Bautista, semejante a los profetas eremíticos de la antigüedad, estricto como un nazareo, negándose a comer con los que festejaban o beber con los que estaban en convite, por lo que habían dicho: “Demonio tiene.” Ahora venía el Hijo del Hombre, sin austeridad o costumbres de ermitaño, comiendo y bebiendo como cualquier hombre normal, huésped en las casas de la gente, participando en las amenidades de una fiesta de bodas, asociándose con los publicanos así como con los fariseos, y nuevamente habían criticado, diciendo: “He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.” El Maestro explicó que aquella incongruencia y liviandad impía hacia asuntos tan sagrados, esa oposición tan resuelta a la verdad, ciertamente se manifestaría en su verdadero aspecto y se pondría de relieve la inutilidad de su preciado conocimiento.
“Pero la sabiduría—les dijo—es justificada por sus hijos.” De este reproche a los incrédulos, Jesús pasó al asunto de los lugares que lo habían menospreciado, y reprendió las ciudades en las que había efectuado tan grandes obras, cuyos habitantes no se habían arrepentido: “¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza.
Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy.
Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.” Al parecer desanimado por la incredulidad de la gente, Jesús buscó la fuerza por medio de la oración. Con esa elocuencia del alma que sólo se encuentra en la angustiosa comunicación de Cristo con su Padre, expresó su reverente agradecimiento a Dios por haber dado un testimonio de la verdad a los humildes y sencillos, más bien que a los sabios y grandes; los hombres no podrían entenderlo, pero su Padre lo conocía por lo que verdaderamente era.
Volviéndose de nuevo a la gente, una vez más la instó a que lo aceptara a El y su evangelio. En su invitación está comprendido uno de los derramamientos más hermosos de emociones espirituales conocidos por el hombre: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” Los invitó a que dejaran la penosa faena por el servicio placentero; las cargas casi insoportables de las exigencias eclesiásticas y el formalismo tradicional, por la libertad de la adoración verdaderamente espiritual; la esclavitud por la libertad; mas no quisieron.
El evangelio que les ofrecía era la incorporación de la libertad, pero no del libertinaje; requería obediencia y sumisión, pero aun cuando pudiera compararse a un yugo, ¿qué era este peso comparado con la carga bajo la cual gemían? Refiriéndonos de nuevo a Juan el Bautista en la soledad de su calabozo, carecemos de información sobre la forma en que recibió y entendió la respuesta que sus mensajeros le llevaron.
- Su cautiverio estaba destinado a terminar en breve, pero no porque le iba a ser restaurada su libertad en la tierra.
- El odio de Herodías aumentó contra él, y no mucho después se le presentó la oportunidad para llevar a efecto su malévolo complot contra su vida.
- El rey celebró su cumpleaños, haciendo una gran fiesta, a la cual fueron invitados sus príncipes, tribunos y principales funcionarios de Galilea.
Para amenizar la ocasión, Salomé, hija de Herodías pero no de Herodes, entró y danzó en medio de la compañía. Tan deleitados quedaron Herodes y sus huéspedes, que el rey le dijo a la doncella que pidiese lo que quisiera, jurándole que se lo daría, aunque su petición fuese hasta la mitad de su reino.
- Se alejó para consultar con su madre sobre lo que le debía pedir y, habiendo sido instruida, volvió con la horrenda demanda: “Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.” El rey se quedó pasmado.
- Tras su asombro le sobrevinieron la tristeza y el remordimiento; sin embargo, temía la humillación que sufriría si violaba el juramento que había hecho en presencia de su corte; de manera que, mandando llamar a un verdugo, dictó en seguida la orden fatal, y Juan fue degollado sin más dilación.
El guarda volvió con un plato en el que se hallaba el espantoso trofeo de la venganza de la reina corrupta. Se entregó a Salomé el sangriento obsequio y ésta lo llevó con triunfo inhumano a su madre. Algunos de los discípulos de Juan llegaron, y consiguiendo el cuerpo, lo pusieron en un sepulcro y fueron a dar las nuevas de su muerte a Jesús.
Herodes quedó gravemente turbado por el asesinato que había ordenado, y más tarde, cuando supo de las maravillas que Jesús obraba, se llenó de temor y dijo: “Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes.” A los que lo negaban, el rey aterrado contestó: “Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos.” Así llegó a su fin la vida del profeta-sacerdote, precursor directo de Jesucristo; así fue callada la voz terrenal de aquel que había proclamado con vehemencia en el desierto: “Preparad el camino del Señor.” Después de muchos siglos nuevamente se ha oído su voz, como de uno que ha sido redimido y resucitado; y de nuevo se ha sentido el contacto de sus manos en esta dispensación de restauración y cumplimiento.
En mayo de 1829 les apareció un personaje resucitado a José Smith y Oliverio Cówdery, el cual les declaró que era Juan, conocido en la antigüedad como el Bautista, y poniendo sus manos sobre los dos jóvenes les confirió el Sacerdocio de Aarón, en el cual está comprendida la autoridad para predicar y administrar el evangelio de arrepentimiento y el bautismo por inmersión para la remisión de pecados.
Y uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.” A juzgar por el lugar que este suceso ocupa en la narración de S. Lucas, parece que pudo haber ocurrido el mismo día de la visita de los mensajeros de Juan. Jesús aceptó la invitación del fariseo, así como había aceptado las invitaciones de otros, incluso aun las de los publicanos y aquellos que los rabinos tachaban de pecadores.
Según parece, su recibimiento en la casa de Simón se vio algo desprovisto de calor, hospitalidad y atención respetuosa. La narración indica que el anfitrión actuó con cierta condescendencia. Era la costumbre de la época tratar a un huésped distinguido con atenciones especiales: recibirlo con un beso de bienvenida, proveerle agua para lavarse el polvo de los pies, y aceite para la unción del cabello de la cabeza y de la barba.
Simón había hecho caso omiso de todas estas cortesías. Jesús tomó su lugar, probablemente sobre uno de los divanes o lechos en que solían medio sentarse y medio recostarse para comer. En esta posición, los pies de la persona quedaban fuera de la mesa. Aparte de estos hechos relacionados con las costumbres de la época, también deberá tenerse presente que no había ese derecho de propiedad privada que hoy conocemos para proteger las casas contra la intrusión.
En aquellos días no era cosa fuera de lo común en Palestina que un visitante, y hasta un desconocido—usualmente hombres, sin embargo—entrasen en una casa a la hora de la comida, observaran lo que estaba sucediendo y aun se pusieran a conversar con los huéspedes, y todo esto sin que hubieran sido llamados o invitados.
Entre aquellos que llegaron a la casa de Simón mientras estaban comiendo, iba una mujer; y la presencia de una mujer, aunque no precisamente una impropiedad social, sí era un poco fuera de lo común y algo difícil de impedir en tales ocasiones. Pero esta persona era de la clase caída, una mujer que había sido impúdica, y que ahora tenía que soportar, como parte del castigo de sus pecados, el desprecio exterior y el ostracismo virtual de aquellos que se preciaban de ser moralmente superiores.
Se acercó a Jesús, a espaldas de El, y se inclinó para besarle los pies, como señal de humildad por parte de ella y homenaje respetuoso para El. Pudo haber sido una de las que habían escuchado sus palabras de gracia, posiblemente dichas ese mismo día: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” Cualquiera que haya sido su motivo, ciertamente llegó en un estado de arrepentimiento y profunda contrición.
Al inclinarse sobre los pies de Jesús, los bañó con sus lágrimas. Aparentemente sin reparar en el lugar donde se encontraba o en los ojos que vigilaban sus movimientos con desaprobación, se deshizo las trenzas y secó los pies del Señor con su cabello. Entonces, abriendo un frasco de alabastro con perfume, se los ungió, como haría un esclavo a su amo.
Sin reproches o interrupción, Jesús graciosamente permitió que la mujer continuara su humilde servicio, inspirado por la contrición y amor reverente. Simón había estado observando todo aquello; de alguna manera se había enterado de la clase de mujer que era, y aunque no en alta voz, pensó dentro de sí: “Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.” Jesús entendió los pensamientos del hombre, y le habló de esta manera: “Simón, una cosa tengo que decirte”, a lo cual el fariseo respondió: “Dí, Maestro.” Jesús continuó: “Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos.
- Dí, pues, ¿cuál de ellos le amará más?” No había sino una respuesta que lógicamente correspondiera, y fue la que dio Simón, aunque al parecer con alguna vacilación o reserva.
- Posiblemente temía verse comprometido.
- Pienso—dijo—que aquel a quien perdonó más.” Jesús lo confirmó: “Rectamente has juzgado”; y entonces añadió: “¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.
No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies.” El fariseo no pudo menos que notar aquella observación tan directa que se le hizo por haber prescindido de los ceremoniales más comunes de respeto hacia un invitado especial.
- La lección de la historia había hallado su aplicación en él, así como la parábola de Natán había hecho que el rey David se condenara a sí mismo con su respuesta.
- Por lo cual—siguió diciendo Jesús—te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.” Entonces se volvió a la mujer y le habló las palabras de bendito alivio: “Tus pecados te son perdonados.” Simón y los otros que estaban a la mesa murmuraron dentro de sí: “¿Quién es éste, que también perdona pecados?” Entendiendo su protesta silenciosa, Cristo se dirigió de nuevo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vé en paz.” La última parte del relato evoca otra ocasión en que Cristo concedió la remisión de pecados, y por motivo de la oposición que se manifestó en los pensamientos de algunos oyentes—oposición no menos efectiva a pesar de no haberse expresado verbalmente—había complementado su afirmación autoritativa con otro pronunciamiento.
No se ha escrito el nombre de esta mujer que vino a Cristo en la forma ya narrada, y cuyo arrepentimiento fue tan sincero que ganó para su alma agradecida y contrita la seguridad de la remisión de sus pecados. No hay ninguna evidencia de que ella figure en algún otro acontecimiento asentado en las Escrituras.
Ciertos escritores la han representado como María de Betania, la que, poco antes de la traición de Cristo, ungió la cabeza de Jesús con perfume de nardo; pero hallamos que esta identidad supuesta carece de todo fundamento, y empaña con una sospecha injustificada la vida anterior de María, la devota y amorosa hermana de Lázaro.
Igualmente erróneo es el esfuerzo que han hecho otros de identificar esta pecadora arrepentida y perdonada con María Magdalena, cuya vida, en lo que a las Escrituras concierne, nunca se vio manchada por el pecado de la inmoralidad. La importancia de evitar la comisión de errores respecto de la identificación de estas mujeres dicta la prudencia de añadir algunos párrafos adicionales a lo que ya se ha dicho.
- En el siguiente capítulo del que contiene la relación de los acontecimientos que hemos estado considerando, S.
- Lucas dice que Jesús anduvo por toda la región visitando todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio de Dios.
- En este viaje lo acompañaron los Doce y también “algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana mujer de Chuza, intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes”.
Se hace referencia adicional a algunas de estas mujeres honorables, o a todas ellas, al hablar de la muerte, sepultura y resurrección de nuestro Señor, y se hace particular mención de María Magdalena. Esta María, cuyo segundo nombre probablemente deriva de Magdala, su pueblo natal, había sido sanada, por intervención de Jesús, de sus aflicciones físicas así como mentales, causadas, éstas, por la presencia de espíritus malignos.
- Nos es dicho que Cristo había echado siete demonios de ella, pero ni aun en tan grave aflicción hallamos justificación para afirmar que esta mujer no era virtuosa o casta.
- María Magdalena llegó a ser una de las amigas más íntimas que Cristo tuvo entre las mujeres; y su devoción hacia El, en calidad de su Sanador y Aquel a quien adoraba como el Cristo, fue invariable; ella se acercó a la cruz mientras las otras mujeres se pararon lejos en los momentos de su agonía mortal; fue una de las primeras en llegar al sepulcro en la mañana de la resurrección, y el primer mortal en ver y reconocer a un Ser resucitado, su Señor, a quien amaba con todo el fervor de la adoración espiritual.
Decir que esta mujer, escogida de entre las demás para ser merecedora de tan distintivos honores, fue en un tiempo una perdida, su alma cicatrizada por el fuego de una lascivia impía, es contribuir a la perpetuación de un error para el cual no hay excusa.
Sin embargo, la falsa tradición que surgió de una suposición antigua e injustificada—de que esta noble mujer, tan distinguida amiga del Señor, es la misma que, con fama de pecadora, lavó y ungió los pies del Salvador en la casa de Simón el Fariseo y recibió la gracia del perdón por medio de su contrición—se ha aferrado tan tenazmente al pensamiento popular con el transcurso de los siglos, que el nombre, Magdalena, se ha convertido en designación genérica de la mujer que pierde su virtud y más tarde se arrepiente.
No estamos considerando si se podría extender la misericordia de Cristo a la clase de pecadora que falsamente se le imputa a María Magdalena de haber sido; el hombre es incapaz de medir los límites o sondar las profundidades del perdón divino; y si es que María de Magdala y la pecadora arrepentida que hizo este servicio a Jesús mientras se hallaba a la mesa del Fariseo fueron la misma, la pregunta se contestaría afirmativamente, porque aquella mujer que había sido pecadora fué perdonada.
Lo que estamos tratando es la narración bíblica como historia, y en ella no hay nada que justifique la verdaderamente repugnante pero común imputación de falta de castidad al alma devota de María Magdalena. En la época del ministerio terrenal de nuestro Señor, la curación de los ciegos, sordos o mudos era considerada como una de las más importantes realizaciones de la ciencia médica o del tratamiento espiritual; y la sujeción o expulsión de demonios entraba en la categoría de lo que era imposible lograr por medio del exorcismo rabínico.
Las demostraciones del poder del Señor para sanar y restaurar, aun en casos universalmente considerados como incurables, intensificaron la hostilidad de las clases sacerdotales; y éstas, representadas por el partido farisaico, idearon la completamente inconsecuente y ridícula suposición de que Jesús efectuaba sus milagros por el poder del príncipe de los demonios, con quien se había confabulado.
Mientras el Señor hacía su segundo viaje misional por Galilea, yendo a “todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”, se subrayó y amplió a tal grado la absurda teoría de que el propio Cristo era víctima de un demonio y obraba por el poder del diablo, que llegó a ser la explicación generalmente aceptada entre los fariseos y otros de su clase.
Jesús se había retirado por un tiempo de los centros de mayor población, donde constantemente lo estaban acechando los emisarios que las clases principales enviaban de Jerusalén a Galilea; porque los fariseos estaban conspirando contra El, buscando el pretexto y la oportunidad para quitarle la vida.
Pero aun en las aldeas y distritos rurales lo seguían y agobiaban grandes multitudes, cuyas aflicciones, físicas así como espirituales, El aliviaba. Instaba a la gente a que se refrenara de divulgar su fama, y quizá lo hacía porque en aquella etapa de su obra un rompimiento completo con la jerarquía judía habría sido un serio obstáculo; o posiblemente porque deseaba dejar a los príncipes que estaban tramando contra él, el tiempo y la oportunidad para elaborar su rencorosa enemistad y llenar hasta el borde el vaso de su iniquidad resuelta.
El evangelista Mateo ve en las instrucciones del Señor contra la publicidad el cumplimiento de la profecía de Isaías respecto de que el Mesías elegido no contendería ni alzaría su voz en las calles para llamar la atención, ni usaría su gran potencia para moler aun la caña cascada o apagar el pábilo que humea; no habría de fracasar ni iba a desanimarse, sino que triunfalmente establecería un justo juicio sobre la tierra para los gentiles y también, por inferencia, para Israel.
La expresión figurada de la caña cascada y el pábilo que humea indica en forma notable la tierna solicitud con que Cristo consideraba aun las más débiles manifestaciones de fe y deseo sincero de conocer la verdad, bien fuese en un judío o gentil. Poco después de volver del viaje misional al que acabamos de hacer referencia, los fariseos hallaron excusa para impugnarlo, cuando curó a un hombre que se hallaba bajo la influencia de un demonio, y a la vez era ciego y mudo.
Esta combinación de penosos males que le abrumaban el cuerpo, la mente y el espíritu fue increpada, y el endemoniado ciego y mudo fue aliviado de su triple aflicción. La gente, más asombrada aún por esta victoria sobre los poderes del maligno, decía: “¿Será éste aquel Hijo de David?”, o en otras palabras.
¿Puede éste ser otro sino el Cristo que tanto tiempo hemos estado esperando? El criterio popular expresado en tal forma llenó de ira a los fariseos, y contestaron al pueblo, que casi estaba listo para adorarlo: “Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios.” Jesús refutó la maliciosa acusación y le dio respuesta, no con ira sino con palabras de razón tranquila y lógica sana.
Estableció el fundamento para su defensa declarando la verdad, en sí misma evidente, de que un reino dividido contra sí mismo no puede permanecer, antes ciertamente será deshecho. Si la suposición de ellos hubiera estado fundada en la verdad más pequeña, Satanás estaría combatiendo a Satanás por conducto de Jesús.
Entonces, refiriéndose a las prácticas y exorcismos supersticiosos de la época, por cuyos medios se efectuaba lo que hoy conocemos como curaciones mentales, les preguntó: “Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.” Y para hacer más palpable la demostración por medio del contraste, continuó: “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.” Cualquiera que fuese la proposición que aceptaran, y ciertamente una de las dos era cierta—pues el hecho de que Jesús echaba fuera demonios era conocido por todo el país y admitido en la propia acusación que ahora le hacían—los fariseos acusadores habían sido derrotados y condenados.
Sin embargo, la ilustración no paró allí, pues siguió diciendo Jesús: “Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.” Cristo había acometido la fortaleza de Satanás, y había echado fuera a sus espíritus malvados de los cuerpos humanos que sin ningún derecho habían ocupado.
¿Cómo podría haber logrado Cristo hacer esto si primeramente no hubiera atado al “hombre fuerte”, el amo de los demonios, el propio Satanás? Y sin embargo, aquellos eruditos ignorantes osaban decir—aun confrontados por esta refutación, en sí evidente, de sus propias suposiciones—que por medio de la agencia satánica eran vencidos estos poderes de Satanás.
No podía haber acuerdo, tregua o armisticio entre las fuerzas contendientes de Cristo y Satanás. Indicando a sus acusadores que ellos podían juzgarse a sí mismos, a fin de que individualmente decidieran a cuál partido pertenecían, Jesús añadió: “El que no es conmigo contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama,” Habiendo completado la demostración y manifestado la ridiculez de la suposición de sus contrarios, Cristo les llamó la atención al grave pecado de condenar el poder y autoridad mediante los cuales era vencido Satanás.
- Les había demostrado, fundado en la misma proposición de ellos, que El, habiendo sujetado a Satanás, era la incorporación del Espíritu de Dios, y que por medio de El les era llevado el reino de Dios.
- Rechazaban al Espíritu de Dios y procuraban destruir al Cristo por medio del cual se manifestaba ese Espíritu.
¿Podía haber blasfemia mayor? Hablando como quien tiene autoridad, y con la solemne afirmación “Yo os digo”, continuó diciendo: “Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni el venidero.” ¿Cuál de los hombres podrá expresar una amonestación más solemne y terrible contra el peligro de cometer el espantoso pecado imperdonable? Jesús misericordiosamente aseguró que lo que se dijera contra El como Hombre, podría ser perdonado; pero hablar contra la autoridad que poseía y, particularmente atribuir ese poder y autoridad a Satanás, casi constituía una blasfemia contra el Espíritu Santo, y para ese pecado no podía haber perdón.
Entonces, con palabras más vehementes que se convirtieron en cortante reproche, les dijo que fuesen consecuentes: pues si admitían que el resultado de sus obras era bueno, ¿por qué no reconocían que el poder por medio del cual se obtenían aquellos resultados, en otras palabras el propio árbol, era bueno? “O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol.” Con ardientes palabras de segura convicción continuó: “¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” A juzgar por las verdades que El había aclarado en tal forma, era palpable que las palabras con que lo acusaban habían salido de corazones llenos de mal tesoro.
Además, quedó manifestado que sus palabras no sólo eran perversas, sino imprudentes, ociosas y vanas, de modo que llevaban doble carga de pecado. Siguió otra afirmación autoritativa: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablan los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.” La lección del Maestro, aunque reforzada por sus ilustraciones y analogías, por aplicación directa y declaraciones autoritativas, cayó sobre oídos virtualmente sordos a la verdad espiritual, y no hallaron lugar en corazones que ya estaban henchidos de grandes tesoros de maldad.
A la profunda sabiduría e instrucciones salvadoras de la palabra de Dios que habían escuchado, contestaron con una solicitud impertinente: “Maestro, deseamos ver de ti señal.” ¿No habían visto ya abundancia de señales? ¿No habían sido sanados en sus casas, en sus calles y en sus sinagogas los ciegos y los sordos, los mudos y los dolientes, los lisiados, los hidrópicos y los que se hallaban afligidos por todo género de enfermedades? ¿No habían sido echados fuera los demonios y sus viles imprecaciones calladas por medio de su palabra; y no habían sido levantados los muertos, y todo esto por Aquel a quien ahora importunaban exigiéndole una señal? Querían que se efectuara alguna maravilla extraordinaria para satisfacer su curiosidad, o tal vez proporcionarles otro pretexto para proceder contra El: buscaban señales para satisfacer sus concupiscencias.
Con razón dicen las Escrituras que Jesús “gimió en su espíritu” cuando le hicieron esta demanda. A los escribas y fariseos que habían sido tan desatentos a sus palabras, El contestó: “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.” La señal de Jonás fue que durante tres días permaneció en el vientre del pez, después de lo cual le fue restaurada su libertad; así también el Hijo del Hombre yacería en el interior de la tumba, después de lo cual se volvería a levantar.
- Era la única señal que les daría, e iba a ser para su condenación.
- Los hombres de Nínive se levantarían contra ellos y los de su generación para juzgarlos, pues aquéllos, no obstante su iniquidad, se habían arrepentido tras la predicación de Jonás; y he aquí, se hallaba entre ellos uno mayor que Jonás.
La reina del Sur o de Sabá se levantaría en juicio contra ellos, porque ella había viajado lejos para oir la sabiduría de Salomón; y he aquí, estaba delante de ellos uno mayor que Salomón. Entonces, reanudando el tema de los espíritus inmundos y malignos, respecto de los cuales habían propagado la acusación de que El era uno de los secuaces del diablo, les dijo que cuando un demonio es echado fuera, después de vagar por un tiempo intenta volver a la casa o cuerpo del cual había sido expelido; y hallando la casa en orden, barrida y limpia, ya que su inmunda persona había sido desahuciada, llama a otros espíritus más inicuos que él y se posesionan del hombre, y su postrer estado viene a ser peor que el primero.
Por medio de este extraño ejemplo se representa la condición de aquellos que, habiendo recibido la verdad, son libertados en esa forma de las inmundas influencias del error y del pecado, de-manera que su mente, espíritu y cuerpo se encuentran como una casa barrida, adornada y bien dispuesta; pero más tarde renuncian a lo bueno, abren sus almas a los demonios de la mentira y el engaño, y llegan a ser peores que antes.
“Así también acontecerá—les declaró el Señor—a esta mala generación.” Aunque las enseñanzas de nuestro Señor no lograron convencer, y quizá ni aun realmente impresionar, a la mayor parte de los escribas y fariseos, no faltaron oyentes que supieron estimarlas.
Una mujer de la compañía alzó la voz para invocar una bendición sobre la madre que había dado a luz a tal Hijo y sobre los pechos que lo habían nutrido. La respuesta de Jesús, aun cuando no rechazó este tributo reverente que se aplicaba así a la madre como al Hijo, fue la siguiente: “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” Mientras Jesús discutía con los escribas y fariseos, y varias otras personas, le fue comunicada la noticia, posiblemente al terminar o a punto de terminar las enseñanzas que acabamos de considerar, de que su madre y sus hermanos se hallaban presentes y deseaban hablar con El.
Por causa del gentío no habían podido llegar a su lado. Utilizando la circunstancia para impresionar en todos el hecho de que su obra sobrepujaba las exigencias de la familia y el parentesco, e indicando con ello que no podía hablar con sus parientes en ese momento, preguntó: “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?” Contestando su propia pregunta y expresando con la respuesta el concepto más profundo que había en sus pensamientos, dijo, señalando hacia sus discípulos: “He aquí mi madre y mis hermanos.
Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.” Este acontecimiento trae a la memoria la respuesta que dio a su madre cuando ella y José lo hallaron en el templo después de su larga y penosa búsqueda: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Precisamente en esos negocios se encontraba cuando su madre y hermanos deseaban hablar con El en medio de aquella multitud.
La exigencia superior de la obra de su Padre lo impulsaba a aplazar todo asunto de menor importancia. No hay justificación para que interpretemos estas palabras como evidencia de falta de respeto, y mucho menos deslealtad filial y familiar. Lo que requería era una devoción semejante, en parte por lo menos, a la de los apóstoles que habían sido llamados para dedicar su tiempo y talento sin reserva al ministerio.
- Las dos narraciones del milagro. —Para comentar la milagrosa curación del criado del centurión, cual se halla en el texto, hemos seguido principalmente el relato más circunstancial de S. Lucas. En la narración más breve que hace S. Mateo de la solicitud del oficial y la graciosa condescendencia del Señor, leemos que el hombre vino en persona a Jesús, mientras que el otro evangelista refiere que los élderes de la sinagoga local hicieron presente la solicitud. No existe en esto ninguna discrepancia verdadera. Era permitido entonces, como lo es en nuestra época, considerar a la persona que causa que algo sea hecho, como si ella misma lo hubiera efectuado. Propiamente se puede decir que uno notifica a otro cuando envía la comunicación por conducto de un tercero. Se dice que un hombre ha construído su casa, cuando en realidad otros fueron los que lo llevaron a cabo bajo las órdenes de él. Puede decirse correctamente que un arquitecto ha erigido un edificio, cuando en verdad sólo preparó los planos y dirigió a otros que fueron los que realmente levantaron la estructura.
- Jesús se maravilló. —Tanto Mateo como Lucas nos dicen que Jesús se maravilló de la fe manifestada por el centurión que solicitaba la curación de su siervo estimado. (; ) Algunos han preguntado por qué Cristo, a quien consideran que fue omnisciente durante su vida terrenal, pudo haberse maravillado de cosa alguna. El significado del pasaje indica claramente que cuando llegó a su atención el hecho de la fe del centurión, lo pensó y lo meditó, probablemente como reconfortante contraste en vista de la falta de fe que generalmente encontraba. En forma similar, aunque con tristeza en lugar de gozo, se dice que se asombró de la incredulidad de la gente. ()
- Orden de los milagros de la restauración de los muertos. —Como se dijo y se reiteró en el texto, es incierta la cronología de los actos del ministerio de nuestro Señor en las narraciones de los evangelistas. La literatura que se ha escrito sobre el asunto abunda en controversias y demuestra que los eruditos bíblicos están muy lejos de llegar a un acuerdo. Tenemos los relatos de tres casos en que se efectuó la milagrosa restauración de un muerto a la vida por la palabra de Jesús—la resurrección del hijo de la viuda de Naín; la resurrección de la hija de Jairo; la resurrección de Lázaro—y las opiniones difieren en cuanto al orden de dos de estos sucesos. El de la resurrección de Lázaro aparece en tercer lugar, y por supuesto, esta colocación se basa en algo seguro. El doctor Richard C. Trench, en su insigne y valiosísima obra Notes on the Miracles of our Lord, definitivamente afirma que la resurrección de la hija de Jairo fue la primera de estos tres actos de restaurar la vida. El doctor John Laidlaw, en The Miracles of our Lord, lo trata primeramente entre los milagrós de esta naturaleza, aunque sin afirmar su precedencia cronológica; muchos otros escritores lo hacen aparecer como el segundo de los tres. El afán de querer disponer los tres milagros de este género en el orden indicado quizá pueda hallarse en el deseo de presentarlos en orden ascendente de su importancia aparente: La resurrección de la doncella como ejemplo de hacer volver a la vida a una que acababa de morir (“no del todo muerta” como algunos erróneamente describen su condición); la resurrección del joven de Naín, como ejemplo de la restauración de uno que llevaban ya al sepulcro, y la resurrección de Lázaro como ejemplo de volver a vida a uno que tenía ya cuatro días de estar en la tumba. No podemos consecuentemente concebir que estos ejemplos constituyeron grados comparativos de mayor o menor resistencia al poder de Cristo, pues en cada caso su palabra de autoridad fue suficiente para reunir el espíritu y el cuerpo de la persona muerta.S. Lucas, único narrador del milagro efectuado en Naín, fija el acontecimiento antes de la resurrección de la hija de Jairo y relata muchos acontecimientos entre un suceso y el otro. La gran mayoría de la evidencia favorece el orden de los tres milagros en la forma que hemos seguido: (1) La resurrección del joven de Naín; (2) la de la hija de Jairo; y (3) la de Lázaro.
- Tetrarca. —Este título, según la derivación de la palabra y el uso original, se aplicaba al gobernador de una cuarta parte o de una de las cuatro divisiones de una región que anteriormente había sido un solo país. Más tarde se usó para designar a cualquier príncipe o gobernante de una porción de un país dividido, sin consideración al número o extensión de estas secciones. Herodes Antipas es distintamente llamado tetrarca en ; ; ; ; y designado rey en ;
- Maqueronte. —Según el conocido historiador Josefo ( Antiquities of the Jews, xviii, 5:2) la prisión en la cual Herodes Antipas encerró a Juan el Bautista fue la recia fortaleza de Maqueronte.
- Tropiezo en Cristo. —El mensaje de nuestro Señor al Bautista encarcelado, cuando éste envió su interrogación, concluye con estas palabras: “Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.” De paso convendría notar que si estas palabras acaso pudieran interpretarse como reproche, la observación se hizo con toda bondad y en la manera más sencilla de entender. Como ha escrito Deems: “En lugar de decir, ‘ay de aquel que halle tropiezo en mí”, lo declara en la forma más suave, ‘Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.’ ” En nuestra versión de la Santa Biblia se usan las palabras “tropiezo”, “escandalizarse” y términos análogos en lugar de las varias y diversas expresiones que ocurren en el griego original. Llámanse ofensas las infracciones de la ley, el pecado y la maldad en general, y los que cometen tales cosas son ofensores y merecen ser castigados. En otros casos, aun las obras de justicia se interpretan como causa de escándalo para los inicuos; pero esto se debe, no a que las buenas obras sean causa de escándalo para la ley o la justicia, sino porque el que las infringe se escandaliza o tropieza por causa de ellas. El reo que no se arrepiente, sino continúa con la maldad de sus pensamientos, se escandaliza y se irrita contra la ley por medio de la cual ha sido juzgado; para él la ley es causa de escándalo, piedra de tropiezo. En forma muy significativa Jesucristo constituye la principal causa de escándalo en la historia: para todos los que rechazan su evangelio es piedra de tropiezo. En la noche de su traición, Jesús dijo a los apóstoles que todos se escandalizarían de El. (; véase también el ) El ministerio personal del Señor no sólo fue causa de escándalo o piedra de tropiezo para los fariseos y adversarios sacerdotales, sino para muchos que profesaban creer en El. (; compárese ) El apóstol Pedro llama el evangelio de Jesucristo “piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes”. (; compárese con las palabras de Pablo en ) Ciertamente, bienaventurado es aquel por quien el evangelio es bien recibido y no encuentra en él causa de tropiezo.
- La grandeza de la misión del Bautista. —Jesús testificó de esta manera la naturaleza exaltada de la misión de Juan el Bautista: “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.” (; compárese con ) Para aclarar la primera parte de este testimonio, el profeta José Smith dijo en un sermón que pronunció el 24 de mayo de 1843: “No pudo haber sido por motivo de los milagros que Juan realizó, porque no obró ninguno; pero fue: Primero, porque le fue confiada una misión divina de preparar el camino delante de la faz del Señor. ¿Quién jamás ha recibido cargo semejante, antes o después? Nadie. Segundo, se le confió y le fue requerido efectuar la importante misión de bautizar al Hijo del Hombre. ¿Quién había tenido el honor de hacer esto? ¿Quién había tenido tan grande privilegio y gloria? ¿Quién jamás llevó al Hijo de Dios a las aguas bautismales y tuvo el privilegio de ver al Espíritu Santo descender sobre El en la señal de la paloma? Tercero, en esa época Juan era el único administrador legal que tenía las llaves del poder que había en la tierra. Los judíos habían perdido las llaves, el reino, el poder y la gloria; y Juan, hijo de Zacarías, por motivo de la santa unción y decreto del cielo, tenía las llaves del poder en ese tiempo.” ( Documentary History of the Church 5:260-262.) La segunda parte de la afirmación de nuestro Señor, “pero el más pequeño del reino de los cielos, mayor es que él” (Juan), ha hecho surgir diversas interpretaciones y comentarios. El significado verdadero puede ser que no obstante la distinción tan grande de que gozaba Juan entre los profetas, no había aprendido, al tiempo del acontecimiento que se está considerando, el propósito completo de la misión del Mesías, cosa que ciertamente tendría que aprender antes de ser apto para entrar en el reino de los cielos; por tanto, el menor de aquellos que, por medio del conocimiento logrado y la obediencia dada, se preparaba para un lugar en el reino acerca del cual Jesús enseñaba, era mayor que Juan el Bautista en esa época. Por medio de las revelaciones de los postreros días nos es dicho que “es imposible que el hombre se salve en la ignorancia” () y que “la gloria de Dios es la inteligencia o, en otras palabras, luz y verdad”. () La pregunta del Bautista demostró que en ese tiempo carecía de conocimiento: su entendimiento era imperfecto y no podía comprender la verdad entera de la muerte señalada del Salvador y su resurrección subsiguiente como Redentor del mundo. Pero no debemos perder de vista el hecho de que Jesús en ninguna manera indicó que Juan permanecería inferior al menor en el reino de los cielos. Al grado que aumentara su conocimiento de las verdades esenciales del evangelio y las obedeciera, ciertamente progresaría y llegaría a ser grande en el reino de los cielos, así como fue grande entre los profetas de la tierra.
- Juan el Bautista era el Elías que había de venir,—En los tiempos de Cristo la gente preservaba la creencia tradicional de que el antiguo profeta Elías iba a volver en persona. Concerniente a esta tradición el Commentary de Dummelow dice, refiriéndose a : “Se suponía que su actividad particular consistiría en resolver preguntas ceremoniales y rituales, dudas y dificultades, y que le restauraría a Israel: (1) La vasija de oro con el maná; (2) el vaso que contenía el aceite de la unción; (3) el vaso que contenía las aguas de la purificación; (4) la vara de Aarón que retoñó y dio fruto.” Ningún apoyo había en las Escrituras para esta creencia. El ángel Gabriel declaró, en el anuncio comunicado a Zacarías, que Juan iría delante del Mesías con el espíritu y el poder de Elías (); y nuestro Señor aclaró el hecho de que Juan era el Elías predicho. “Elías” es a la vez un nombre y el título de un oficio. Por medio de la revelación dada en la dispensación actual, nos es manifestada la individualidad distinta de un Elías y el otro, cada uno de los cuales apareció en persona y entregó a profetas modernos las llaves particulares que pertenecían a sus comisiones respectivas. () Aprendemos que el oficio de Elías es el de restaurar. (; ; ) Con fecha del 10 de marzo de 1844 quedó inscrito en los anales de la Iglesia el siguiente testimonio del profeta José Smith: “El espíritu de Elías consiste en preparar el camino para una revelación mayor de Dios. Es el sacerdocio de Elías o el sacerdocio que fue conferido a Aarón. Y cuando Dios envía a un hombre al mundo con las llaves y el poder de Elías, a fin de preparar el camino para una obra mayor, se ha llamado la doctrina de Elías, aun desde las primeras edades del mundo. “La misión de Juan se concretó a predicar y bautizar; pero lo que hizo fue válido; y cuando Jesucristo hallaba a cualquiera de los discípulos de Juan, El lo bautizaba con fuego y el Espíritu Santo. “Hallamos que los apóstoles fueron investidos con un poder mayor que el de Juan. Su oficio correspondía más bien al espíritu y poder de Elías el Profeta que al de Elías precursor. “Cuando Felipe fue a Samaria, estando bajo el espíritu de Elías precursor, bautizó a hombres y mujeres. Cuando Pedro y Juan lo oyeron, descendieron y les impusieron las manos, y los recién convertidos recibieron el Espíritu Santo. Esto demuestra la distinción entre los dos poderes. “La ocasión en que Pablo halló a ciertos discípulos, les preguntó si habían recibido el Espíritu Santo. Le dijeron que no. ¿Quién, pues, os bautizó? Somos bautizados con el bautismo de Juan. No, no fuisteis bautizados con el bautismo de Juan, o él mismo os habría bautizado. De manera que Pablo los bautizó, porque él conocía la doctrina verdadera y sabía que Juan no los había bautizado. Me extraña que los hombres que han leído el Nuevo Testamento se hallen tan lejos de estos principios.
- “Lo que deseo inculcar en vuestras mentes es la diferencia en el poder que hay en las diversas partes del sacerdocio, para que al venir alguno entre vosotros, diciendo: ‘Yo tengo el espíritu de Elías, podáis saber si es verdadero o falso; porque el hombre que viene con el espíritu y el poder de Elías no traspasa esos límites.
- “Juan no excedió sus poderes, sino que fielmente desempeñó la porción que correspondía a su oficio; y cada una de las partes del gran edificio debe disponerse correctamente y colocarse en su propio lugar; y se precisa saber quién tiene las llaves del poder y quién no las tiene, o probablemente seremos engañados.
- “La persona que ha recibido las llaves de este Elías, tiene a su cargo una obra preparatoria.
“Este es el Elías precursor de quien se habla en relación con los últimos días, y allí está la piedra contra la cual muchos se estrellan, pues creen que se cumplió el tiempo en la época de Juan y Cristo, y no volverá más. Pero a mí me fue revelado el espíritu de Elías, y sé que es verdadero; por consiguiente, hablo sin temor porque ciertamente sé que mi doctrina es verdadera.” ( Documentary History of the Church 6:249-254)
- A la mesa del fariseo. —La expresión “se sentó a la mesa”, que se encuentra en y otros lugares, es una traducción incorrecta, según las mejores fuentes, y más propiamente debía decir “se recostó” o “se reclinó”. Véase Comparative Dictionary of the Bible, por Smith, artículo “Comidas”. No cabe duda que la antigua usanza hebrea era sentarse para comer (; ; ; ) pero la costumbre de reclinarse en lechos colocados alrededor de la mesa parece datar desde mucho antes de los días de Jesús. (, ) Era común en Palestina la costumbre romana de arreglar las mesas y sus lechos contiguos a lo largo de tres de los lados de un cuadrángulo, dejando el otro lado abierto para que pasaran los criados que servían las comidas. Las mesas y lechos dispuestos en tal forma eran lo que constituía el triclinio. Refiriéndose al ceremonial de los fariseos sobre el asunto del lavamiento prescrito para los artículos que se usaban para comer, hallamos que en Marcos dice “lechos”. La persona recostada junto a la “mesa” tendría los pies hacia afuera. De manera que fue cosa sencilla para la mujer arrepentida acercarse a espaldas de Jesús y ungirle los pies sin molestar a los demás que se hallaban presentes.
- No se especifica la indentidad de la mujer. —Farrar (nota página 228) condena vehementemente el intento de identificar a la pecadora arrepentida que ungió los pies de Jesús en la casa de Simón con María de Betania: “Aquellos que identifican esta fiesta en casa de Simón el Fariseo, en Galilea, con la fiesta efectuada mucho después en la casa de Simón el Leproso, en Betania, y la unción de los pies por “una mujer de la ciudad, que era pecadora”, con la unción de la cabeza por María, hermana de Marta, adoptan principios de crítica tan descabellados y arbitrarios, que de aceptarse generalmente, despojaríamos a los evangelios de toda credibilidad y virtualmente los convertiríamos en indignos de ser estudiados como narraciones verídicas. En lo que respecta a los nombres Simón y Judas—que han sido la causa de tantas identificaciones de distintas personas y diferentes acontecimientos—eran tan comunes entre los judíos en aquella época como los apellidos Smith y Jones entre nosotros mismos. En el Nuevo Testamento se mencionan cinco o seis Judas y nueve Simones, y solamente entre los apóstoles había dos Judas y dos Simones; Josefo menciona en sus escritos alrededor de diez Judas y veinte Simones, y por tanto, debe haber habido muchos miles que en este período tenían uno de estos dos nombres. El hecho (de ungir con ungüento) concuerda en todo respecto con las costumbres del país y de la época, y no existe la menor improbabilidad de que se haya repetido en diferentes circunstancias. (; Cant.4:10; ) La costumbre prevalece aún.” Hay completa justificación para la vigorosa crítica del ilustre canónigo; no obstante, él también apoya la identificación comunmente aceptada de que la mujer de quien se hace mención en el relato de la fiesta de Simón el Fariseo, fue María Magdalena; aunque admite que el fundamento de esta supuesta identificación es “una tradición antigua que especialmente prevalece en la Iglesia de Occidente y es acatada en la traducción de nuestra versión inglesa” (página 233). Como se afirma en nuestro texto, hay falta completa de evidencia fidedigna de que María Magdalena estuviera manchada por el pecado del cual nuestro Señor tan generosamente perdonó a la mujer arrepentida en la casa del fariseo.
- El pecado imperdonable. —La naturaleza del terrible pecado contra el Espíritu Santo, sobre el cual el Señor amonestó a sus acusadores farisaicos que intentaban atribuir su poder divino a Satanás, queda explicada con mayor amplitud, y sus temibles resultados se detallan más explícitamente en la revelación moderna. Refiriéndose a estos transgresores y a su espantoso destino, el Todopoderoso ha dicho: “Son los hijos de perdición, de quienes digo que mejor hubiera sido para ellos no haber nacido; porque son vasos de enojo, condenados a padecer la ira de Dios con el diablo y sus ángeles en la eternidad; concerniente a los cuales he dicho que no hay perdón en este mundo ni el venidero. Estos irán al suplicio sempiterno, que es suplicio sin fin, suplicio eterno, para reinar con el diablo y sus ángeles por las eternidades, en donde su gusano no muere y el fuego no se apaga, lo cual es su tormento; y ningún hombre sabe ni su fin, ni su lugar, ni su tormento; ni tampoco fue, ni es, ni será revelado al hombre, salvo a quienes participan de ello; sin embargo, yo, el Señor, lo enseño en visión a muchos, pero luego lo retiro; por consiguiente, no comprenden su fin, su anchura, su altura, su profundidad o su miseria, ni tampoco hombre alguno, sino aquellos que son ordenados para esta condenación.” (; véase también ; )
- La generación adúltera busca señales. —Los judíos no podían interpretar, sino como reproche supremo, la respuesta de nuestro Señor, “la generación mala y adúltera demanda señal”, a los que se la exigieron. (; véase también ; ) Todos ellos sabían que el término descriptivo, “adúltera”, que había usado se aplicaba literalmente a la extensa inmoralidad de la época. En su comentario sobre, Adán Clark dice de esta parte de nuestro tema: “Existe la más completa prueba, de sus propios escritos, que en el tiempo de nuestro Señor eran literalmente una raza adúltera; pues fue precisamente en aquellos días que el rabino Jachanan ben Zacchi abrogó la prueba de las aguas amargas de los celos, porque hubo tantos que fueron declarados culpables por este medio.” Para la información sobre la prueba del acusado por medio de las aguas amargas, véase, Aunque Jesús tildó de adúltera la generación en que vivía, no hallamos donde se diga que los príncipes judíos—que con su demanda de ver señal habían ocasionado la censura—osaron negar o tratar de impugnar el cargo que se les hizo. El pecado de adulterio era una de las ofensas capitales. () Sin embargo, la severidad de la acusación aplicada por Jesús era intensificada por el hecho de que en las Escrituras más antiguas se representaba el convenio entre Jehová e Israel mediante el símbolo del vínculo conyugal (; ; ; ), así como las Escrituras de fecha posterior presentan a la Iglesia como la desposada, y a Cristo como el Esposo. (; compárese también con ) Ser espiritualmente adúlteros, como los rabinos interpretaban las pronunciaciones de los profetas, significaba ser falsos al convenio mediante el cual las naciones judías pretendían distinguirse como adoradores de Jehová, así como totalmente desleales y réprobos. Al sentirse convictos de estos cargos, aquellos fariseos y escribas que buscaban señales entendieron que Jesús los consideraba peores que los paganos idólatras. Las palabras “adulterio” e “idolatría” provienen de un origen semejante, pues ambas connotan el hecho de infidelidad, y el desviarse en pos de objetos falsos de afecto o adoración.
- La madre y los hermanos de Jesús,—Este intento de María y algunos miembros de su familia de hablar con Jesús en la ocasión a que se ha hecho referencia en el texto, se ha interpretado por muchos escritores en el sentido de que la madre e hijos habían ido para protestar la energía y celo con que Jesús estaba desempeñando su obra. Algunos llegan aun al grado de decir que los miembros visitantes de la familia habían ido para restringirlo y contener, de ser posible, las olas de interés, crítica y ofensa populares que surgían en torno de El. La narración bíblica no proporciona ningún fundamento, ni aun para un concepto tentativo de esta naturaleza. No se indica el propósito de la visita deseada. Es un hecho, como se mostrará en las páginas subsiguientes, que algunos miembros de la familia de María no habían podido entender la gran importancia de la obra que Jesús había emprendido tan asiduamente; y nos es dicho que en una ocasión llegaron algunos “de los suyos” con el objeto de prenderlo e interrumpir sus actividades públicas por la fuerza “porque decían: Está fuera de sí” (); también aprendemos que sus hermanos no creían en El. () Sin embargo, estos hechos difícilmente justifican la suposición de que el deseo de María y sus hijos de hablar con El, en la ocasión de referencia, era para otro fin sino pacífico. Y sospechar que María, su madre, había olvidado a tal grado las maravillosas escenas de la anunciación angélica y concepción milagrosa, las manifestaciones celestiales al tiempo del nacimiento de Jesús, la sabiduría y poder más que humanos manifestados en su niñez y juventud, y que ahora juzgaba a su Hijo divino de ser un entusiasta desequilibrado al cual era necesario restringir, significa hacerse responsable de cometer una injusticia contra el carácter de una mujer a quien el ángel Gabriel declaró bienaventurada entre las mujeres y altamente favorecida del Señor. La declaración de que los hermanos de Jesús no creían en El en la época a que se refiere el narrador () no es prueba de que algunos o aun todos estos mismos hermanos no hayan creído en su Hermano divino en una fecha posterior. Inmediatamente después de la ascensión del Señor hallamos a la madre de Jesús y a sus hermanos adorando y suplicando con los Once y otros discípulos. () El hecho atestiguado de la resurrección de Cristo convirtió a muchos que previamente no habían querido aceptarlo como el Hijo de Dios. El apóstol Pablo se refiere a una manifestación especial del Cristo resucitado a Jacobo o Santiago (), y este Jacobo a quien se hace referencia en el pasaje anterior podría ser el mismo que en otras partes es llamado “el hermano del Señor” (); compárese con y, Parece que los “hermanos del Señor” estaban empeñados en la obra de la Iglesia en la época del ministerio activo de Pablo. () Se ha discutido mucho la relación familiar exacta que existía entre nuestro Señor, y Jacobo, José, Simón, Judas y las hermanas a que se refiere Mateo y ), y se han inventado varias teorías para apoyar opiniones divergentes. De modo que la hipótesis oriental o epifania sostiene, sin base más firme que la suposición, que los hermanos de Jesús eran hijos que José de Nazaret tuvo en una esposa anterior, y no eran hijos de María, la madre del Señor. La teoría del levirato supone que José de Nazaret y Cleofas (y es interesante notar que este nombre es considerado como el equivalente de Alfeo, véase la nota al pié de la página 238) eran hermanos; y que después de la muerte de Cleofas o Alfeo, José contrajo matrimonio con la viuda de su hermano de acuerdo con la ley del levirato (véase la página 577 de esta obra). La hipótesis jeronimiana se basa en la creencia de que las personas mencionadas como hermanos y hermanas de Jesús eran hijos de Cleofas (Alfeo) y María, hermana de la madre del Señor, y por tanto, venían a ser primos hermanos de Jesús. (Véase ; ; ) Queda fuera de toda duda razonable el hecho de que Jesús era considerado por aquellos que conocían a la familia de José y María, como pariente cercano de los demás hijos e hijas de la casa. Si estos otros fueron hijos de José y María, todos eran menores que Jesús porque indudablemente El fue el primogénito de su madre. La aceptación de este grado de parentesco entre Jesús y sus “hermanos” y “hermanas” que mencionan los evangelistas sinópticos constituye lo que es conocido en la literatura teológica como el concepto helvidio.
- ; compárese con ;,
- ; compárese con,
- Nota 1 al fin del capítulo.
- ; véase la página 187 de esta obra.
- Nota 2 al fin del capítulo.
- ; véase también ; compárese con,
- ,
- Nota 3 al fin del capítulo.
- ; compárese con,
- ; compárese con ; ; ;,
- ; ; ; véase Nota 2 al fin del capítulo 9, página 125; también Nota 4 al fin de este capítulo.
- Nota 5 al fin del capítulo.
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- ,
- , Nótese una libertad similar concedida a Pablo mientras se hallaba detenido,,
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- ; compárese con ; ; compárese con ; ; compárese con,
- ; ;, ;, Nota 6 al fin del capítulo.
- ,
- Notemos que Jesús comparó el padecimiento de Juan mientras se hallaba en la prisión, en parte por lo menos, con lo que El mismo tendría que padecer, diciendo que “hicieron con él todo lo que quisieron”. (; )
- ; véase también ; compárese con el testimonio que dió Cristo de Juan el Bautista en Jerusalén posteriormente,,
- ; Nota 7 al fin del capítulo.
- ; compárese ;,
- Nota 8 al fin del capítulo.
- ;,
- Véase la página 150 de esta obra.
- ; compárese con,
- ; compárese con,
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- ,
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- Artículos de Fe, páginas 208, 209; también el capítulo 41 de esta obra.
- ; léanse además los,
- Nota 9 al fin del capítulo.
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- ; ; página 202 de esta obra.
- ; ;,
- Nota 10 al fin del capítulo.
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- ; ; ; ; ; ; ;,
- ;,
- ; compárese ; véase también ;,
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- ,
- ; compárese con,
- ,
- Nota 11 al fin del capítulo.
- ; compárese ; ; ; ;,
- ; compárese,
- ,
- Nota 12 al fin del capítulo
- ,
- ; ; compárese con,
- ;,
- ,
- ; ;,
- , Página 120 de esta obra.
- ; compárese con,
- Nota 13 al fin del capítulo.
: Capitulo 18: Como Quien Tiene Autoridad
¿Quién es la máxima autoridad de la iglesia evangélica?
Su autoridad máxima, tanto en la estructura jerárquica de la iglesia y ante la ley es el superintendente, y actualmente el cargo lo lleva de forma vitalicia el Pastor Presbítero Aldo Córdova Muñoz.
¿Qué relación hay entre el poder y la autoridad?
El ‘ poder ‘ se entiende como cada oportunidad o posibilidad existente en una relación social que permite a un individuo cumplir su propia voluntad. La autoridad es ganada por la facultad que se tiene de ordenar sobre otros, de manera voluntaria respetando el orden.
¿Cuál es la diferencia entre autoridad y autoritarismo?
El autoritarismo es una forma de ejercer el poder con el objetivo de conservarlo y, si es posible, de aumentar su dimensión. A diferencia de autoritarismo, el concepto de autoridad no tiene una connotación negativa, a menos que se reconozca la vigencia de un ideal educativo como el de J.J.
¿Qué es autoridad y poder de liderazgo?
Liderazgo: Autoridad y poder Redacción El poder hace referencia a la facultad o potencia de hacer algo (influir sobre otras personas) mientras que la autoridad es el prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia.
- Poder de Experto
- Poder de Referencia
- Poder de Recompensa
- Poder Coercitivo
- Poder Legítimo o del puesto
- Poder de Experto
- La influencia se obtiene como resultado de la experiencia, habilidad especial o conocimiento de la persona.
- Poder de Referencia
La influencia se obtiene por identificación de los seguidores con la persona, al poseer los recursos o rasgos deseable. Surge de la admiración del otro y del deseo de ser como esa persona. Los individuos carismáticos, gerentes o no, pueden influir en superiores o subordinados, que se identifican con ellos.
- Poder de Recompensa
- La influencia proviene de la capacidad de una persona para premiar a sus seguidores por cumplir órdenes o alcanzar metas propuestas.
- Poder Coercitivo
- La influencia proviene del temor o castigo infundido en los seguidores.
- Poder Legítimo o del puesto
- La influencia proviene de la posición de la persona en la jerarquía de la organización.
Si bien el poder se puede conseguir en un instante, la autoridad conlleva un proceso largo en el tiempo, donde se demuestra la capacidad y la valía de las personas en la gestión empresarial. Los empresarios deben ser capaces de equilibrar el binomio poder-autoridad, rodeándose de aquellos profesionales capacitados para la dirección de la empresa. : Liderazgo: Autoridad y poder
¿Cuál es la diferencia entre poder y liderazgo?
Poder : Habilidad de influir en el comportamiento y toma de decisiones de otras personas. Líder: Persona que debido a sus cualidades y voluntad de servicio puede modificar la conducta y generar confianza en los seguidores potenciales para la satisfacción de metas laborales a través de acciones conjuntas.