Que Significa Asexual En Una Persona
Tomas Balasco
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Una persona asexual no experimenta atracción sexual y/o no desea contacto sexual. En inglés, los asexuales también pueden usar la abreviación ‘ace’ para describir su orientación sexual.
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¿Cómo vive una persona asexual?
Así se vive sin deseo sexual VÍDEO: JAVIER NADALES | IMAGEN: JAVIER CUESTA
Un anuncio de televisión les dio alas, y acaban de fundar la primera asociación de asexuales de España
14/07/2016 14:28 Con él se consiguen un par de cosas presuntamente fundamentales en la vida: procrear y orgasmar, clímax por partida doble y en sólo cuatro letras. Por eso, las personas que en este reportaje ofrecen su testimonio suelen escuchar que se están perdiendo lo mejor de la vida : practicar sexo, el sonido de los cuerpos y el crepitar del deseo.
- Pero ellos no tienen sensación de pérdida.
- Rafa, María y Alex carecen de interés por el sexo, no les brota el pálpito y ningún latido viaja en su cuerpo de arriba a abajo.
- Son los fundadores, junto a medio centenar de personas más, de la primera asociación de asexuales de España : (ACE).
- Hasta el pasado febrero éramos una comunidad virtual sin entidad jurídica.
Hacíamos quedadas pero quisimos organizarnos formalmente, sobre todo quienes queremos hacer activismo”, explica Rafa, 27 años, de profesión astrofísico. Y con activismo se refieren, fundamentalmente, a hacerse visibles. Rafael tiene 27 años, es físico y está terminando un máster en Astrofísica. (Foto: Javi Cuesta) “La visibilidad es lo que más nos interesa”, prosigue Alex, 23 años e informático: “La comunidad gay y lesbiana está reconocida, la gente sabe que existen, tienen reconocidos una serie de derechos.
- Y respeto.
- Nosotros buscamos la visibilidad, que la gente reconozca que la asexualidad existe, y también que se reconozca como una orientación”.
- Ésta es la postura de (AVEN), la primera plataforma virtual sobre asexualidad, de habla inglesa, que en 2006 da pie a la formación de, su filial de habla hispana, de donde emerge la actual asociación en España (ACE).
“Si las orientaciones sexuales se definen hacia qué sexo o qué género se siente uno atraído de forma sexual (el opuesto, el mismo, varios), la combinación de no sentir atracción sexual por ninguno es también una orientación sexual aunque sea en el caso nulo “, explica Marta Torca, conocida en la comunidad asexual virtual (y cada día más real) como Baikal y que se ocupa de las relaciones con la prensa. Alex tiene 23 años y no sólo se siente asexual sino también arromántico. (Foto: Javi Cuesta) Y así lo demandaron el pasado 28 de junio durante la celebración del llamado Orgullo Crítico, en el que asociaciones vecinales y LGTB reclamaban un modelo de fiestas más reivindicativo.
En este Orgullo Indignado quedó claro que la “asexualidad existe”. Las siguientes líneas formaban parte del manifiesto que aquel día leyeron: “Las personas asexuales no somos ni célibes ni castas, si queremos tenemos relaciones sexuales y las disfrutamos. Si nos apetece nos masturbamos. Todo ser humano tiene derecho a expresar sus emociones de forma libre, sin ningún tipo de veto social que lo juzgue, castigue o lo trate de enfermo.
No somos inmadures, ni demasiado jóvenes, no nos falta conocer a ese alguien. No insistas, lo tenemos claro. No somos personas reprimidas, ni amargadas. Somos personas felices y plenas”. Inmadures no es una errata. Este colectivo emplea la letra e con un objetivo: el de la integración, más allá del género como división binaria. María López, 27 años, profesora, llegó a valorar si era homosexual en la adolescencia, antes de definirse como asexual. (Foto: Javi Cuesta) “¿Por qué no abrir puertas y conseguir así que nos tomen en serio? Yo siempre noté que era diferente en muchas cosas.
Con la llegada de la adolescencia, más. Y cuando llegas a los 18 y te das cuenta de que sigues igual empiezas a plantearte cosas, yo pensé si era homosexual, tuve todo tipo de etapas, pero tampoco me interesan las chicas.”, resume. Como la incertidumbre persistía, decidió “preguntar a Google”, y entonces apareció ante sus ojos la plataforma AVEN.
Y un chorreo de términos: asexual, alosexual (que significa sexual) demisexual (pueden sentir atracción sexual sólo con quienes comparten un fuerte vínculo emocional) grisexual (sienten deseo esporádicamente). El glosario es, Y el debate también. Para José Luis Beiztegui, sexólogo y miembro de la (AEPS) “emplear el término asexual para describir a quien carece de deseo sexual no es lo más correcto”», puesto que sexo significa, etimológicamente “sección o diferenciación entre hombre o mujer”.
Habría que estudiar el fenómeno desde la erótica, más que desde el sexo”, propone, Y matiza también la consideración de la asexualidad como una orientación puesto que la “asexualidad se orienta hacia nadie”. Sin embargo, prosigue Beiztegui, hay que acercarse a la asexualidad “más que con la espada combativa con comprensión y con respeto”,
Aunque parece formar parte de su campo académico, hasta ahora la asexualidad no era motivo de estudio para la sexología, aunque en 1948 el autor del informe Kinsey elaboró una escala del deseo que reconocía no sólo la homosexualidad y la heterosexualidad sino también la asexualidad.
Reconoce Beiztegui que, en este proceso, tiene mucho que ver el, en el que los protagonistas se describen como asexuales. EL MUNDO ha hablado con algunas de las personas asexuales que aparecen en el anuncio, y también con Sra Rushmore, la agencia responsable del mismo. Ángela Cadiñanos, Elena Delgado y Ana Herrero son las mujeres responsables de que hoy, ahora, esté usted leyendo esto.
“La marca quería rejuvenecer y acercarse a los jóvenes. Como es una firma de colchones, nuestra primera idea fue el sexo. Pensamos: vamos a hacer lo contrario, reivindicar el derecho a no tener sexo “, relatan. En el anuncio se señala que “70 millones de personas en el mundo son asexuales”,
El dato lo extraen de la cifra que más se repite si de asexualidad se habla, que un 1% de la población carece de deseo. Lo recabó el sexólogo -al que hemos entrevistado para este reportaje- en uno de sus estudios sobre asexualidad y, desde entonces, es la mayor referencia numérica al respecto. “Bogaert preguntaba a las personas en su encuesta si les gustaban los hombres, las mujeres o nadie”, recuerda Rafa, nuestro astrofísico, “y yo sigo lo que dice Bogaert porque me fío de su criterio”, finaliza.
¿Qué significa ser asexual? | Psych2Go ESPAÑOL
Una de las personas asexuales en el anuncio de Flex es Lucía Lietsi, autora del libro Diario de una asexual, para quien “la emisión supuso un paso de gigante para la causa”. “La asexualidad es la pieza que le faltaba al puzzle”, reflexiona Lietsi, “nosotros la consideramos una orientación tan legítima como cualquier otra.
En la heterosexualidad, la atracción se dirige a individuos del sexo opuesto, en la homosexualidad hacia el mismo; en la asexualidad, simplemente no se da hacia ninguno. La gente piensa que no somos sexuales pero es un error. Muchos de nosotros tenemos una vida sexual plena, incluso en pareja, porque una cosa es tu orientación sexual y otra tus comportamientos sexuales”.
Cuando parecía que se aclaraba algo, el asunto vuelve a complicarse. Si las personas asexuales carecen de deseo sexual, ¿qué tipo de vida sexual tienen? Lo explica la psicóloga y sexóloga Nuria Jorba : “Existe la grisexualidad y también la demisexualidad, personas que tienen atracciones románticas pero no sexuales, ¿cuántas veces comemos sin tener hambre?, en una relación sexual entre un alosexual (sexual) y un asexual no habrá pasión ni desenfreno, sino un compartir íntimo, conectar con la otra persona, como si yo no tengo ganas de cenar pero te hago la cena.
- Lo viven como una necesidad del otro, como algo más romántico,
- El problema es que se impongan o les impongan mantener esa relación sexual.
- Los asexuales también se masturban, es un tocarse a veces mecánico, como un estímulo físico”.
- La forma de rechazo que reciben las personas asexuales por parte de la sociedad es la negación.
Así lo cuenta Marta, la responsable de prensa de Avenes, cuando se le pregunta qué tipo de rechazo o rechazos recibe la comunidad asexual. “Se tiende a pensar que esto es una ‘tonteria’ más. A la gente le cuesta asimilarlo, lo que es entendible ya que rompe con muchos supuestos y algunos lo toman como una especie de ‘estilo de vida’.
No es que pensemos así, es que somos así, pero el ser es algo que no se acepta tanto. Otros tiran de achacarlo a un problema mental o de hormonas y que, por tanto, es algo transitorio y que tiene cura. Vuelven a lo mismo: negar que haya gente asexual”. Se refiere Marta a dos disfunciones sexuales que se suelen mencionar cuando de asexualidad se habla: el trastorno hipoactivo del deseo y la aversión sexual,
El propio Bogaert, considerado como el académico que más tiempo ha empleado en analizar la asexualidad, afirma que “futuras investigaciones deberían tratar el asunto”, aclarando las diferencias entre unos y otros casos. En una línea similar se expresa la también psicóloga y sexóloga Martina González Veiga, para quien “el problema no es la asexualidad sino la concepción que tenemos de las relaciones de pareja y la sexualidad”.
- Si hay comunicación, si hay equipo, si tienes educación sexual, las cosas no se complican tanto.
- Lo que sí ofrece la asexualidad es otra manera de ver las relaciones de pareja y los encuentros sexuales”, cree.
- Se desmarca el doctor José Díaz Morfa, presidente de la y consultor de la sección de Psiquiatría y Sexualidad Humana de la World Psychiatric Association (WPA).
“Se acerca al trastorno hipoactivo, pero no a la aversión sexual. Además, el amor romántico es parte de la sexualidad. Pueden tener algún conflicto larvado que les lleva a bajo deseo”. : Así se vive sin deseo sexual
¿Cómo saber si tu pareja es asexual?
¿Una persona asexual puede estar en una relación amorosa? –
De acuerdo con los expertos en psicología, los asexuales no tienen deseo por el sexo, pero sí pueden experimentar atracción romántica y desarrollar sentimientos por otra persona.Esto significa que no están interesados en el, pero sí buscan una pareja para enamorarse y compartir gustos, intereses, diversión, etc.Según la psicóloga y sexóloga Silvia Sanz, autora del libro Sexamor, hay que el término asexual hace referencia a aquellas personas que no tienen atracción sexual y no sienten deseo ni hacia mujeres ni hacia hombres; sin embargo, no quiere decir que no quieran a compartir su vida con alguien.
: ¿Puede una persona asexual estar en una relación en pareja?
¿Qué les gusta a los asexuales?
¿Cómo funciona una relación romántica asexual? By | 24 de Noviembre de 2021 a las 17:08 Categoría:,, Dependiendo de la edad que tengas, maybe hayas escuchado que la principal diferencia entre una amistad y una relación de pareja es el aspecto físico, es decir los besos, las caricias y el sexo. Pero, ¿qué sucede con las personas que no sienten atracción sexual por otrxs? ¿Es posible tener una relación romántica si eres asexual? La respuesta inicial es, yeah! Por supuesto que alguien asexual puede tener una relación romántica si así lo quiere.
- Por supuesto, en una sociedad hipersexualidad como la nuestra, entender que alguien no sienta deseo de tener sexo, a veces es difícil.
- Let’s start at the beginning : la asexualidad es un espectro y las personas asexuales no sienten atracción sexual y/o sienten poco o nada de interés en tener sexo.
- Es importante entender que la asexualidad y ser célibe no es es lo mismo.
La asexualidad es una, mientras que las personas célibes eligen no tener sexo. Ser asexual es totalmente válido y no significa que la persona tiene algún tipo de problema físico o psicológico. Dentro de la identidad asexual están también las personas que no sienten deseo de tener una relación romántica.
A estas personas se les denomina asexuales no románticas. Por otro lado están los asexuales románticos, que no sienten deseo sexual por otras personas, pero sí les interesa tener vínculos románticos, es decir tener pareja, compartir con esa persona, conocerla y sentirse cercanas a otras personas. Ok, now ¿Cómo funciona una relación asexual? ¡Igual que cualquier otra! Las relaciones saludables están basadas en acuerdos y requiere comunicación honesta y frecuente.
Hay personas asexuales que no se sienten cómodas con la penetración, o sexo oral, pero sí disfrutan o están más abiertas a otras muestras de contacto físico como los besos y los abrazos. Para otras incluso los besos no es algo que les llame la atención.
- Bien sea que la relación sea entre dos personas asexuales o entre una que lo es y otra que no, lo importante es que haya sinceridad desde el principio y que la pareja sienta que la relación le satisface.
- De igual forma es importante para las personas que no son asexuales, entender y respetar la identidad de su pareja y no tratar de convencerla (¡y mucho menos obligarla!) de que tengan sexo.
Para la persona asexual es importante tener presente que, así no sea su caso, su pareja sí siente deseo sexual y es un tema del que deben hablar de forma abierta. Etiquetas:,,, : ¿Cómo funciona una relación romántica asexual?
¿Cómo enamorar a un asexual?
¿Es un problema? – La orientación sexual no es algo fijo y la variabilidad es un elemento natural en lo que respecta a la orientación sexual, por lo que no tiene que ser algo que adoptas un día cualquiera y te quedas con ello para siempre. Los asexuales carecen de deseo sexual, pero pueden experimentar una orientación romántica.
- Esto significa que es posible que no tengan sentimientos sexuales, pero algunos de ellos quieren buscar el amor.
- «Las personas asexuales pueden tener sexo mediante la masturbación o con una pareja.
- Simplemente no sienten atracción sexual hacia las personas, no sienten deseo,
- Es una orientación sexual o una falta de ella.
Puede haber diferentes grados dentro de la asexualidad, desde los absolutos a los que mantienen relaciones sexuales con amor», aclara Silvia Sanz. «Puede haber diferentes grados dentro de la asexualidad, desde los absolutos a los que mantienen relaciones sexuales con amor» Silvia Sanz Psicóloga y sexóloga Mientras que a los asexuales absolutos les genera indiferencia e incluso les disgusta porque no les parece algo atractivo, las personas asexuales que practican el sexo simplemente lo disfrutan con un significado emocional hacia la pareja, un acto físico más como cualquier otro.
«Lo viven como una relación romántica para ellos», dice la psicóloga. Y te preguntarás, ¿no es esto un problema si nuestra pareja quiere sexo y nosotros no? Silvia Sanz explica que no es un problema siempre y cuando esté consensuado con la persona con quien se comparte relación: «Al igual que cuando tenemos sexo es adecuado encajar con nuestra pareja la frecuencia que deseamos practicar relaciones sexuales o tener una libido similar para no caer en desequilibrios, dentro de las relaciones asexuales tiene que haber un acuerdo a la hora de compartir su amor, su compañía, sus proyectos y demás actividades en su vida sin complacerse mediante el sexo».
Si los dos miembros de la pareja comparten la asexualidad, la aceptan y no la perciben como una frustración o problema, es una relación sana y equilibrada. «Desde luego que es mucho más sencillo que si uno es asexual y el otro no», reconoce Silvia Sanz.
Eso sí, cuando este equilibrio no se da, puede llegar a generar un conflicto si no se acepta o no se compensa de ningún modo. Para encontrar el equilibrio, según la experta, es importante la comunicación, entender al otro y saber cuáles son los límites que cada uno puede llegar a asumir dentro de la relación.
«Cuando una persona es asexual significa que hay una falta de atracción sexual, no que el otro miembro de la pareja sea poco atractivo. La mayoría de las personas que son asexuales, distinguen y separan sexo de amor», concluye.
¿Qué porcentaje de la poblacion mundial es asexual?
L a “asexualidad”, entendida como la falta de atracción sexual hacia otros, constituye hoy por hoy un tema que implica no pocos problemas en el campo de la psiquiatría y, sobre todo, de la sexología. ¿Estamos ante una nueva orientación sexual, que sería la cuarta, junto a la heterosexualidad, la homosexualidad y la bi-sexualidad? ¿Es la asexualidad una variedad de parafilia? ¿Guarda relación con la homosexualidad? ¿Es propia de personalidades esquizoides o con marcada alexitimia? De momento los manuales elaborados por la Asociación de Psiquiatría Americana (DSM-5) ( 1 ) y por la Organización Mundial de la Salud (CIE-10) ( 2 ) no mencionan la asexualidad, a no ser para evitar un diagnóstico de trastorno sexual hipoactivo si el varón se reconoce asexual.
El tema presenta dificultades añadidas, pues en las últimas décadas se han aceptado términos sin una precisa delimitación y se han introducido otros nuevos de forma arbitraria que siembran la confusión en un terreno donde, si lo que se quiere es mantenerse dentro del ámbito científico, ha de primar la precisión conceptual.
El término “atracción sexual” o “atracción erótica”, fundamento básico en la definición de la “asexualidad”, ¿se reconoce con un significado unívoco? Tan solo en apariencia, pues en la clínica médica las palabras que lo designan para nada se diferencian de las utilizadas popularmente: el deseo de iniciar o mantener una relación de pareja, el agrado y simpatía hacia otro, “el magnetismo” que siente una persona hacia otra, el simple deseo de unión carnal, etc.
Y tan diferentes significados no permiten avanzar en este terreno. El término “deseo” también es ambiguo, pues, ¿designa el “deseo” de contemplar real o imaginativamente a otro?, ¿el deseo de estar a su lado, de hablarle, abrazarlo, acariciarlo o tocarlo?, ¿el propósito de un acto: copular? Para mayor confusión se divulga la expresión “atracción romántica”, que arrastra connotaciones de enamoramiento y amor, sin que se aclare si la atracción es por los componentes sexuales físicos y psíquicos del otro o en razón a qué.
Obviamente, este artículo no intenta resolver todas las cuestiones que se plantean, pero pretende alcanzar el núcleo de la sexualidad humana, del que surgen todas sus manifestaciones, para de esta manera establecer unas bases que hagan posible el abordaje de las cuestiones planteadas.
- Para tal fin se parte de las investigaciones más relevantes realizadas hasta el momento que permiten su comprensión en el plano general de la sexualidad humana.
- Aportaciones al tema de la asexualidad Ya a mediados del pasado siglo, Kinsey, en el famoso Informe que lleva su nombre, señaló distintos grados de bisexualidad, en una escala que va de 0 (exclusivamente heterosexual) hasta 6 (exclusivamente homosexual), informe incorporado en el libro Conducta sexual del varón ( 3 ), que tuvo continuación en un segundo libro: Conducta sexual de la mujer ( 4 ).
Kinsey detectó en estas investigaciones la presencia de personas asexuales a las que clasificó como “X”, pero no las incluyó en su famosa escala de las orientaciones sexuales. Con anterioridad a Kinsey, Sigmund Freud, en 1905, en su ensayo “Las aberraciones sexuales”, incluido en Una teoría sexual ( 5 ), mencionó en el grupo de “invertidos” diferentes tipos que designó con los nombres de “absolutos”, “anfígenos” y “ocasionales”.
Señaló en los primeros una indiferencia total o manifiesta repulsión hacia el sexo opuesto. El término “frialdad”, que usó en su descripción, sugiere que conoció casos de asexuales, pero no apreció su existencia como grupos específicos. Myra T. Johnson elaboró en 1977 el primer artículo académico sobre la asexualidad ( 6 ), enfocado exclusivamente en las mujeres que así se autodefinieron.
Las clasificó en dos categorías, dependiendo de que se masturbaran o no. La autora del artículo polemizó sobre la manera en que las mujeres asexuales eran oprimidas indirectamente por la forma en que su cultura las veía. Salvando la finalidad que la guiara en este estudio, el interés del mismo para el presente es la constatación de la existencia de masturbación en mujeres asexuales.
- Un hecho interesante que puede parecer una contradicción, pues, ¿acaso la masturbación no es una conducta sexual? ¿No manifiesta la existencia de impulsos sexuales que se traducen en actos genitales orgásmicos? Volveremos sobre ello más adelante.
- Una descripción empírica de la asexualidad humana la realizó Paula S.
Nurius ( 7 ) en 1983, quien señaló cuatro tipologías de orientación sexual, según preferencias predominantes: heterosexuales, homosexuales, bisexuales y asexuales. La muestra estudiada estaba compuesta por 689 personas, principalmente jóvenes, bien educadas, predominantemente solteras y de diversos orígenes étnicos.
- Nurius buscaba compren der cuatro tipos de psicopatologías (depresión, autoestima, discordia conyugal y discordia sexual) por estas orientaciones, pero tan solo en el caso de la depresión encontró una limitada explicación.
- La investigadora diferenció muy correctamente la abstinencia sexual y el celibato de la asexualidad, pues son conductas elegidas según criterios personales o religiosos.
Su clasificación de cuatro tipos ha de ser tenida en cuenta en tanto distingue la asexualidad de otros tres tipos definidos por su orientación sexual. En realidad, el interés por la asexualidad surge con la nueva centuria y, más especialmente, en el último decenio, con abundantes publicaciones sobre los distintos aspectos del tema.
La creación en 2001 de la web AVEN —Asexual Visibility and Education Network, o Red para la Visibilidad y Educación de la Asexualidad— por el activista asexual norteamericano David Jay ( 8 ) ha tenido un efecto notable en la creación de un sentido de comunidad para los que contemplan su identidad asexual, al tiempo que informa sobre todas las teorías existentes acerca de dicha identidad.
Esta red constituye el foco de una comunidad virtual que se ha extendido por todo el mundo, y debido a su éxito aumenta cada vez más el número de personas que comparten opiniones y se apoyan con el fin de no sentirse traumatizadas ni estigmatizadas. Anthony F.
Bogaert realizó estudios en asexuales que son referencia obligada al tratar el tema. Sus primeras investigaciones, que fueron publicadas en New Scientist, despertaron el interés científico y del público. Bogaert ( 9 ) investigó características demográficas de los asexuales, como la educación, el nivel social, la relación con los sexos, etc.
Afirmó que el 1 % de la población mundial es asexual, aunque muy pocas personas estén dispuestas a reconocer que lo sean. Esto significa la existencia de 70 millones de personas asexuales sobre la tierra, pero es posible que esta cantidad sea bastante mayor.
En 2012, Bogaert ( 10 ) confirmó la aparición de parafilias en asexuales y a este fenómeno lo denominó “autochorissexualismo” o “sexualidad sin identidad”. Contó con testimonios de usuarios de la web AVEN que afirmaban que en sus fantasías sexuales no solían incluirse ellos mismos. También rechazó la posibilidad de que todos los individuos asexuales sean parafílicos.
Estudios posteriores de otros autores han confirmado la existencia de estas desviaciones, cuyo interés es evidente para un mejor conocimiento de la asexualidad. Años después, este investigador se reafirmaba en lo publicado con anterioridad y sostenía que la ausencia de atracción sexual puede causar problemas en las relaciones ( 11 ); pensaba que puede ser incluso algo muy difícil de superar para muchas parejas.
- Declaraba que estas personas buscan disponer de una identidad sexual y crear un movimiento social similar a la comunidad LGTB, encaminada a reivindicar derechos y reconocimiento.
- Álvarez Munárriz ( 12 ) se refiere a grupos de personas, cada vez más numerosos, que se autodefinen como “asexuales” y sostienen que no sienten atracción sexual ni por los varones ni por las mujeres.
No se consideran heterosexuales, homosexuales o bisexuales. Se sienten personas normales y corrientes que reclaman el reconocimiento por parte de la sociedad de su identidad asexual y para conseguir este objetivo han creado un sitio en la Red. En 2009, Brotto y colaboradores ( 13 ) llevaron a cabo una investigación cuyos objetivos eran examinar el deseo sexual, las características de la relación, la frecuencia de los comportamientos sexuales, la excitación sexual, las dificultades sexuales, la psicopatología, el funcionamiento interpersonal y la alexitimia.
- Los resultados apoyaron la definición de asexualidad como una falta de atracción sexual, según lo propuesto por Bogaert ( 9, 15 ), en individuos mentalmente sanos.
- La definición de asexualidad no implica la ausencia de actividad sexual, puesto que algunos asexuales siguieron manteniendo relaciones sexuales y muchos se masturbaban.
- La frecuencia de masturbación en los hombres fue similar a la información disponible para los hombres sexuales.
- Hubo una gran variedad de respuestas sexuales y heterogeneidad de comportamientos sexuales.
- Los había con relaciones sexuales frecuentes, mientras que otros nunca habían tenido relaciones sexuales coitales.
- La asexualidad no parecía ser un constructo mediado por el miedo.
- La falta de actividad sexual no se relacionaba con la participación de los genitales.
- La respuesta sexual fue más baja que los datos normativos y no se experimentó con angustia.
- De forma generalizada se manifestó el criterio de la posibilidad de establecer una relación de amor sin sexo, bajo el argumento de que “el sexo se puede realizar sin amor”.
- Se mencionaron motivaciones para el coito y algunos hablaron de mantener actividades sexuales en un esfuerzo por “parecer normal”. Incluso hubo referencias al tema de la negociación con la pareja cuando surge la asociación sexual-asexual.
Las personas auto definidas como asexuales fueron en un principio consideradas enfermas que padecían una disfunción sexual denominada “deseo sexual hipoactivo”, caracterizada por la disminución o ausencia de fantasías, deseos y actividad sexual de manera recurrente o persistente.
- Este criterio fue refutado por Jutel ( 16 ) en 2010, que las reconoció sexualmente sanas y desde entonces así se las considera.
- En efecto, la libido es un proceso con base hormonal, y por lo tanto físico, que nada tiene que ver con la atracción sexual, que es psicológica.
- Las personas asexuales pueden tener la libido alta o querer participar en actos sexuales y aun así no sentir atracción sexual hacia nadie.
La investigación de Gilmour et al. ( 17 ) en el 2012 buscaba relacionar el trastorno del espectro autista (TEA) y la asexualidad. Un total de 82 adultos (55 mujeres y 17 hombres) con autismo se compararon con 282 miembros de la población general en sus respuestas a una encuesta online de experiencias y conocimiento sexual.
Se encontraron muchas similitudes entre los dos grupos, pero hubo una mayor tasa de asexualidad entre los individuos con TEA. Además, los resultados del estudio actual indicaron que las mujeres con TEA muestran un grado significativamente menor de heterosexualidad en comparación con los hombres con TEA y un grado mayor de homosexualidad.
En trabajos del 2011, Brotto y Yule ( 18 ) compararon la excitación sexual genital (amplitud del pulso vaginal; VPA) y la excitación sexual subjetiva de 7 mujeres que se auto definieron como asexuales con mujeres sexuales (10 heterosexuales, 10 bisexuales y 11 homosexuales).
Las edades estaban comprendidas entre los 19 y 55 años. Todas se sometieron a estímulos audiovisuales neutrales y eróticos. No hubo diferencias significativas entre los grupos en aumento del VPA y respuesta de excitación sexual auto informada a la película erótica. Las asexuales mostraron, respecto a las sexuales, puntuaciones significativamente más bajas en afecto positivo, sensualidad-atracción sexual, y activación autonómica auto informada de la película erótica; sin embargo, no hubo diferencias con los otros grupos en afecto negativo o ansiedad.
La concordancia de excitación sexual genital y la subjetiva fue significativamente positiva para las mujeres asexuales y no significativa para los otros tres grupos, lo que, según los autores, sugiere una mayor conciencia interoceptiva entre las asexuales.
En conjunto, los hallazgos sugieren una capacidad de excitación sexual subjetiva y fisiológica normal en mujeres asexuales y cuestionan la opinión de que la asexualidad debe caracterizarse como una disfunción sexual contemplada en el DSM-5. La conclusión, difícilmente rebatible, de este trabajo ha de ser muy tenida en cuenta por la seriedad de la metodología empleada y su concordancia con otros trabajos anteriores y posteriores al mismo, aunque sería deseable una muestra mayor.
Yule, Brotto y Gorzalka ( 19 ), en 2016, investigaron la masturbación en asexuales. Exploraron y compararon los contenidos de las fantasías sexuales de individuos asexuales (identificados mediante la Escala de Identificación Asexual) con los de individuos sexuales.
Un total de 351 personas asexuales (292 mujeres, 59 hombres) y 388 sexuales (221 mujeres, 167 hombres) participaron en el estudio. Las mujeres asexuales eran significativamente menos propensas a masturbarse que las mujeres sexuales, que los hombres sexuales y que los hombres asexuales. Las mujeres asexuales tenían menos probabilidades de informar sobre la masturbación por placer sexual o diversión que sus homólogos sexuales, y los hombres asexuales tenían menos probabilidades de informar sobre la masturbación por placer sexual que los hombres sexuales.
Tanto las mujeres como los hombres asexuales eran significativamente más propensos que las mujeres y los hombres sexuales a informar que nunca habían tenido una fantasía sexual. Aquellos asexuales (mujeres y hombres) que afirmaron haber tenido fantasías sexuales al masturbarse fueron significativamente más propensos a marcar la respuesta “mis fantasías no involucran a otras personas” en comparación con los participantes sexuales, y calificaron cada fantasía sexual como “menos sexualmente excitante” con respecto a los participantes sexuales.
Era más frecuente que los participantes asexuales informaran que tenían fantasías sobre actividades sexuales que no se relacionaban con ellos mismos y que tuvieran menos probabilidades de fantasear sobre temas como el sexo en grupo, el sexo en público y tener una aventura amorosa. Curiosamente, hubo una gran cantidad de superposición entre las fantasías sexuales de los participantes asexuales y sexuales.
En particular, tanto los participantes asexuales como los sexuales (tanto hombres como mujeres) tenían la misma probabilidad de fantasear con temas como los fetiches y un conjunto de prácticas eróticas relacionadas entre sí y vinculadas a lo que se denomina sexualidades alternativas, que abarcan seis modalidades, denominadas con las siglas BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo).
- Florencia Catri ( 20 ) llevó a cabo en 2016 una revisión de los principales aspectos de la asexualidad y expuso el estado actual del tema, que presenta cuestiones muy debatidas, especialmente su inclusión como una orientación más de la sexualidad.
- Analizó la existencia de la comunidad virtual asexual, las tasas de prevalencia, fantasías eróticas y prácticas masturbatorias, relaciones de pareja y la relación con los trastornos mentales, que, según la autora, son consecuencia, no causa, del estigma social que soportan los auto identificados como asexuales.
La psicóloga Mariví Pereira ( 21 ), en un trabajo publicado en el 2018, afirma que una parte de los asexuales, aunque no se sienten atraídos sexualmente por otras personas, practican el auto erotismo mediante masturbación y con ello quedan satisfechos.
Estas observaciones están en la línea de lo investigado experimentalmente por Johnson, Brotto, Yule y otros expertos. Son personas que no sienten atracción hacia otras; es decir, su libido les provoca impulsos sexuales que no están orientados hacia los demás y se satisfacen consigo mismas mediante excitación genital y orgasmo.
La principal aportación de esta psicóloga se refiere a las relaciones de pareja de los asexuales, que en ocasiones pueden tener actividad sexual con otros no por atracción erótica, sino por la sensación del contacto físico, o bien por otras circunstancias excitantes como observar el placer del otro, sentirse cercanos a su pareja, etc.
- Esto obliga en ocasiones a negociar las condiciones y frecuencia de los actos sexuales.
- Hay asexuales, afirma Pereira, que deciden no formar pareja y vivir de forma solitaria, pero otros forman pareja con alguien que puede ser también asexual o alguien sexual al que se le permite tener relaciones sexuales con otros.
También de 2018 es un estudio sobre personalidad y asexualidad de Bogaert, Ashton y Lee ( 22 ), en el que se encontró que la asexualidad estaba asociada con una menor emocionalidad, una mayor introversión y más problemas interpersonales. En una línea relacionada con lo anterior, en 2019, Swami y colaboradores ( 23 ) advirtieron que la asexualidad, entendida como una variable dimensional a lo largo de un continuo en cuyos extremos estaría la asexualidad y la hipersexualidad, correlacionaba negativamente con una auto imagen corporal positiva.
- No hay acuerdo, en lo referente a su naturaleza, sobre si es un síndrome psiquiátrico, una disfunción sexual, una variante de un trastorno del deseo sexual, una parafilia, un síntoma de un trastorno mental o la expresión de una psicopatología subyacente ( 6 ).
- Se discute igualmente su origen: si es innato, en base al hecho de que los individuos asexuales han reconocido que “siempre se han sentido así” ( 25 ), o bien es algo adquirido por experiencias psicotraumáticas, o surge como expresión de un trastorno de la personalidad esquizoide, del autismo o del síndrome de Asperger, según investigaciones de Ingudomnukul etal. ( 26 ).
- Las conductas sexuales de los asexuales, aparentemente paradójicas, son motivo igualmente de controversias entre los autores. Confunde el hecho comprobado de que a veces mantengan relaciones sexuales con otros, que practiquen la masturbación, con fantasías o sin ellas, como actos meramente fisiológicos, y que haya subgrupos identificados como parafílicos ( 27 ).
- Disgusta especialmente a los expertos no poder asignar a los asexuales una determinada orientación sexual, en tanto ellos mantienen inmodificable su afirmación de no sentir atracción sexual por nadie. Entonces, como bien afirman Brotto y Yule ( 24 ), “se podría concluir que la asexualidad es en realidad la ausencia de orientación sexual (y argumentaríamos que la ciencia existente ha explorado inadecuadamente esta cuestión)”.
- Entre ellos no hay homogeneidad, ni en rasgos de personalidad (salvo lo apuntado por Bogaert y otros en 2018) ( 22 ), ni en manifestaciones sexuales, ni en la búsqueda de pareja, ni en otros aspectos, y por eso resulta problemático asignarles, como pretenden sus defensores, una orientación sexual única para todos, además de maquinar con empeño su inclusión en las sociedades de minorías sexuales y eventos del Día del Orgullo.
- Hay más mujeres que hombres que se identifican como asexuales (9 y 28), mientras que las parafilias son más comunes en los hombres.
- Hay un fuerte impulso dentro de la comunidad de asexuales para aceptar la asexualidad como una orientación sexual única y se acepta que tal asignación no excluye la posibilidad de que también pueda superponerse con las otras categorías. En otras palabras, es posible que un individuo pueda tener una orientación asexual y simultáneamente sufrir un trastorno psiquiátrico o una disfunción sexual.
ATRACCIÓN SEXUAL O ERÓTICA EN SU VERDADERO SIGNIFICADO En los estudios sexológicos, la atracción sexual adquiere relevancia gracias a la aparición de los colectivos homosexuales, queer y asexuales. La atracción erótica se convierte en la pieza clave que diferenciará a unos de otros.
Sin embargo, en ningún momento se ha definido con precisión lo que es la atracción sexual, quizás porque se suponía que todo el mundo entendía su significado. En un libro publicado hace dos años por la Universidad de Almería, María del Rosario Blasco y otros ( 29 ), autores del capítulo sobre la orientación sexual, definen la atracción sexual diciendo que “comprende lo erótico y lo afectivo entre seres sexuales” y que determina la orientación sexual.
Con esta definición, Blasco sigue la línea de lo aceptado en el día de hoy, pero tanto lo erótico como lo afectivo quedan en flagrante nebulosa, pues la vida afectiva es muy variada y lo erótico no lo es menos. Una persona puede sentirse atraída por otra (o por algo) por su belleza, elocuencia, gracejo, ingenio, habilidades, entre otras cosas; y también puede sentirse atraída por su naturaleza sexuada reflejada en todo su ser, en cuyo caso se habla de atracción sexual.
Por otro lado, antes de proseguir, hay una cuestión que requiere ser aclarada: no es lo mismo la atracción por un otro considerado en su totalidad en tanto ser sexuado, con sus caracteres sexuales de primer y segundo orden, que una atracción por una parte selectiva del cuerpo, que bien pueden ser los órganos sexuales externos y nada más.
El primer caso corresponde a la verdadera atracción erótica de la que carecen los asexuales. En el segundo caso se podría hablar de una atracción fetichista, genital, etc. Será inapropiado establecer la “atracción sexual” por personas, animales o cosas por el interés que despiertan por sí mismas, en tanto son estímulos de excitación genital y provocadoras de orgasmos.
El vocablo “gustar” en nuestro idioma expresa mejor que cualquier otro lo que se experimenta en la atracción erótica. “Gusta” una persona concreta en su totalidad, impregnada de los caracteres sexuales, como ya han demostrado otras investigaciones. Brecher ( 30 ) ha referido la gran atracción que Havelock Ellis sintió por una jovencita que pronto se marchó a vivir a otro lugar y su figura la mantuvo en su pensamiento durante cuatro años: “Su imagen se movía y vivía dentro de mí”, decía Ellis, sin que en estas gratas representaciones se mezclaran deseos de placeres de contacto físico, ni sentimientos voluptuosos.
Reconocía que lo memorable de este acontecimiento es que se presentara “el amor divorciado de reacción sexual” y que tales experiencias se volvieron a presentar más veces en su vida. El verdadero atractivo erótico uno lo encuentra en una persona concreta por ser hombre o mujer, y esa especial complacencia no se fundamenta en la honradez, erudición, inteligencia, seguridad en las propias decisiones, capacidad laboral, constancia y tenacidad, fortaleza ante las adversidades, ni en cualidades parecidas.
La existencia de atracción erótica verdadera, en estado puro, se observa en las contemplaciones e imaginaciones de cualquier persona afectada por los encantos de otra, que son encantos sexuales, en su doble vertiente física y psíquica, pero sin que vengan presentados o imaginados como excitantes de la genitalidad.
El deleite por atracción erótica surge de forma espontánea tras la percepción de un tú, en cualquier circunstancia, momento o lugar. Igual da que se trate de una imagen real y presente, recordada, reproducida, virtual o imaginada. Es un sentimiento de tonalidad agradable, que puede mover a la acción, distraer el pensamiento o acompañarse de leve turbación, de algún farfulleo, o simples reacciones vegetativas, como taquicardia o rubor facial, ante la presencia real de quien atrae.
- La verdadera atracción erótica va dirigida a todo el colectivo de un determinado sexo y determina el género de un individuo, que normalmente, por la estadística, va de un sexo al contrario.
- Pero esto no significa que todas las personas de ese sexo gusten por igual, pues las diferencias de unas con respecto a otras pueden ser notables.
Hay casos de deslumbramientos cegadores de los que surgen enamoramientos “por flechazo”, en los que el componente sexual es imprescindible para que el fenómeno suceda, y tal fascinación se acompaña de una superposición de otros elementos, productos mentales del sujeto, que desorbitan la simple atracción erótica.
En otros casos, sucede exactamente lo contrario, cuando una persona deja indiferente a otra. El deleite erótico o “gustar” sexuado reclama, cuando las circunstancias lo permiten, la “aproximación” física y atemperada de dos personas, que sin necesidad de contacto corporal disfrutan de sus encantos hablando y mirándose a los ojos.
La atracción se relaciona con la tendencia a tener junto a sí a la persona que tiene ciertos atributos sexuales, que uno no posee ni desea poseer. Cuando el “acto sexual” tiene lugar entre personas que se atraen intensamente, el sentimiento que las invade, junto al placer de la excitación sexual y el orgasmo, es el de sentirse íntimamente unidas, fusionadas, en una experiencia fascinante.
- El singular “amor erótico”, exclusivo de los amantes, sale especialmente reforzado.
- El término “amor”, por el excesivo uso que se hace de él, se presta a equívocos y sin mayores especificaciones ya se ha introducido en el capítulo de la asexualidad.
- No hay “amor erótico” cuando falta la atracción erótica, aunque otros sentimientos pueden cultivarse.
El contacto físico de los cuerpos y la penetración cuando no hay atracción erótica es desagradable y hasta repulsiva. En esta situación la excitación sexual, si existe, actúa negativamente y surge un rechazo a la práctica sexual. Ahora bien, en una segunda fase de actividad sexual, forzada por la situación, puede ocurrir que, sin superar la aversión al contacto físico, el individuo encuentre gratificación en la excitación sexual y en el orgasmo, cuyo placer le tranquiliza y, además, se autoevalúa como persona apta para la relación sexual de pareja.
- Este hecho se confirma con los tratamientos implantados en las clínicas sexológicas.
- Judith Becker y Richard Kavoussi ( 31 ) comprueban que tratamientos con testosterona no son apenas eficaces y los mejores resultados se obtienen con la combinación de terapias cognitivas para deshacer creencias erróneas y terapia conductual con ejercicios que provoquen placer sexual.
a) Atracción romántica La denominada “atracción romántica”, aunque ha sido bien aceptada en círculos psicológicos y sexológicos, es inadecuada. En primer lugar, lo es por el uso del vocablo “atracción”. Como se ha explicado más arriba, la “atracción” consiste en sentirse impulsado, arrastrado, empujado (es algo pasivo).
Pero los asexuales quieren o buscan una mayor intimidad en la pareja, una estrecha vinculación interpersonal (sin que la actividad sexual juegue ningún papel, obviamente). Y “querer” y “buscar” son verbos activos, indican actos de la voluntad, luego no tienen nada que ver con la “atracción”. En segundo lugar, es inadecuado por el uso de la palabra “romántico”.
Esta alude al enamoramiento (en-amor-a-miento), pero este estado emocional tan solo se produce cuando hay atracción erótica. Carlos Yela ( 32 ) supo describir muy bien hace años los tres principales sentimientos amorosos entre las personas: amor erótico, amor agápico y cariño.
- El primero es el amor egoísta de posesión y goce.
- El segundo es el amor clásico que santo Tomás denominó “amor benevolente” (de reminiscencias aristotélicas) y el tercero es el cariño (Yela, lo incluye en el ágape).
- El amor agápico, benevolente y desinteresado, está al alcance de los asexuales, asentado en el cultivo de los nobles sentimientos.
E, igualmente, pueden compartir el cariño si mantienen entre sí un trato relacional feliz y asiduo. Pero, hay que reconocer que en ninguno de estos dos casos cabe hablar de romanticismo, pues la terminología al uso se desvía a un terreno estructural psico-físico-espiritual distinto.
- Hay necesidades en todo hombre y mujer propias de la naturaleza humana, tales son la huida de la soledad, la necesidad de compartir la vida, la búsqueda de amistades entrañables, etc.
- Por estos elementos, en el capítulo de los asexuales se comprende su aspiración a una convivencia emparejada de cálido afecto, y el uso del término “atracción romántica” no puede ser otra cosa, sin entrar en casos particulares, más que la aspiración a vivir con un otro bajo lo que tradicionalmente se ha conocido como empatía, simpatía, cariño, confidencialidad, sin que lo erótico juegue ningún papel o bien lo haga escasamente.
Podrían aspirar a lo sumo al llamado “amor compañero”, en terminología de Sternberg ( 33 ), por la suma de la intimidad más el compromiso. La clasificación de diferentes tipos de románticos (heterorrománticos, homorrománticos, birrománticos, panrománticos, etc.), según preferencia por personas de un género u otro, carece de valor, por aquello de que la amistad y las estrechas relaciones interpersonales se establecen desde siempre con independencia del sexo y la orientación sexual.
- Una vez aceptado que la asexualidad tiene como principal rasgo definidor la carencia de atracción sexual hacia los otros, sea cual sea su sexo, es posible avanzar un paso más si se acepta, igualmente, la descripción de atracción sexual expuesta líneas arriba.
- De esta forma se podría afirmar, a modo de resumen, que no es atracción sexual o erótica: a) la “atracción genital”, o impulso hacia la satisfacción excito-orgásmica por el estímulo sectorial de la zona genital de una persona, como se observa en los sátiros y ninfómanas, entre otros ejemplos; b) tampoco puede aceptarse como atracción sexual la llamada “atracción romántica”, o irrupción de un proyecto de alcanzar una relación íntima o cosa similar, ya comentada; c) finalmente, tampoco es admisible como atracción sexual la admiración hacia una persona, motivada por sus cualidades éticas, morales o intelectuales, ni la admiración por su belleza o buen gusto.
En estos últimos casos, lo normal es que surja un afán de imitación o emulación. Si, por el contrario, hay atracción erótica hacia una persona, uno no desea imitarla, o parecerse a ella, sino acercarse a ella, tomarla y fusionarse con ella; exactamente lo contrario de lo que ocurre con la admiración.
- La atracción erótica se da, incluso con intensidad, sin participación de excitación sexual ni orgasmo, ni deseo imperioso de tenerlo; “no soy de los enamorados viciosos, sino de los platónicos continentes”, se lee en El Quijote ( 34 ).
- La atracción erótica no desaparece, sino que se incrementa de forma exponencial con la aproximación física, el contacto de los cuerpos y la penetración, y un sentimiento de unión íntima interpersonal termina por imponerse.
LA CUESTIÓN DE LAS PARAFILIAS EN ASEXUALES Brotto y Yule ( 24 ), así como otros autores, han comprobado la existencia de actividades parafílicas en casos de asexualidad. Estas actividades están contempladas en Los trastornos mentales y del comportamiento de la Organización Mundial de la Salud (CIE 10, apartado F65) ( 35 ) y en el DSM-5 ( 36 ), así como en ediciones anteriores de ambos manuales, y son descritas como dependencias a objetos o actos encaminados, como único fin, a la excitación sexual y al placer orgásmico, en ausencia total de atracción erótica.
- La aparición de parafilias en subgrupos de asexuales reviste un especial interés, pues aunque estas prácticas aparecen también en la población general con una incidencia siempre difícil de saber, es un hecho en el que necesariamente hay que reparar para un mayor conocimiento de la sexualidad.
- El vocablo “parafilia” designa un comportamiento sexual en el que la fuente principal de placer no se encuentra en la unión con la pareja, sino en alguna otra cosa ajena a ella, aunque a veces pueda acompañarla.
El término “parafilias”, por su etimología (al margen del afecto), indica una actividad sexual que no busca la unión erótica entre dos personas. Expresa unos actos en los que el medio es utilizado como fin. Es decir, se busca únicamente el placer sexual en la excitación genital y el orgasmo como fin en sí mismos, sin participación de la atracción erótica que busca la unión intima de la pareja.
Como bien afirma Gene Gordon Abel ( 37 ), en conformidad con otros autores, hay un rasgo común a todas las parafilias: su aparición en una edad temprana de la vida, sea en la niñez, prepubertad o en la adolescencia; en ese momento crítico en el que surge por primera vez el estímulo genital, adelantándose a veces, especialmente en el hombre, a la atracción propia de los sexos.
Por regla general, los estímulos visuales, auditivos o táctiles que tal conmoción provocan en el sujeto surgen entre los 10 y 13 años, y en no pocas ocasiones antes de alcanzar la pubertad, a partir de los 5 años, siendo frecuentes entre los 7 y 10 años.
- La verdad es que este tipo de investigación no siempre es fácil por las reticencias de los individuos a dar detalles de unas actividades que por pudor preferirían silenciar.
- Es inútil tratar de comprender o de razonar el porqué de un determinado tipo de parafilia, pues lo importante en estos trastornos no es que sea esta o aquella (ya está dicho que hay individuos que recurren simultánea o alternativamente a más de una), sino el hecho cierto de quedar prendidos en la genitalidad, como fin de la actividad sexual.
De todas formas, la formulación teórica del modelo de aprendizaje cognitivo conductual define la elección de un objeto inadecuado para el placer sexual como algo completamente aleatorio, relacionado únicamente con la idiosincrasia del paciente y ciertas experiencias sexuales precoces, que pasado un tiempo se asocian con el placer de la masturbación y el orgasmo.
- El niño, después de una primera experiencia, con frecuencia casual, repite indefinidamente, de forma clandestina, la asociación objeto-placer; y el objeto o experiencia sexual primera, a nivel real o fantaseada, se convierte de esta forma en modalidad parafílica.
- Pasado el tiempo, los estímulos parafílicos se han afianzado con el “refuerzo positivo” del placer que proporcionan, de tal forma que ya sin ellos la excitación sexual es pobre y el orgasmo no se produce.
Llega un momento en que el paciente, ya adulto, se siente atrapado en su peculiar conducta e, incapaz de salir de ella, ha de afrontar los graves inconvenientes, sociales, familiares, laborales e incluso penales que en sí conlleva. Una consecuencia que puede obtenerse de la visión panorámica de todo el conjunto de parafilias es que son con diferencia mucho menos frecuentes en la mujer que en el hombre.
- Hay parafilias casi exclusivas del hombre que aparecen en la mujer tan solo de forma excepcional.
- Todo lo cual es una demostración cierta de cómo la sexualidad masculina y femenina son diferentes.
- Obviamente, no todos los asexuales desarrollan una actividad parafílica, pero hay casos en los que se da, y puesto que estas desviaciones sexuales aparecen en edades precoces, con frecuencia en la prepubertad, cabe establecer la hipótesis de que una parafilia pueda sofocar el desarrollo de una atracción sexual normal y origine una asexualidad, o bien, que una asexualidad primaria aboque en una parafilia, como manifestación de la energía libidinosa.
Entonces, cabe la pregunta: ¿la asexualidad sería efecto o causa de la parafilia? Parece más lógica la segunda opción. Un segundo punto de interés de la existencia de parafilias en asexuales se presenta de la siguiente forma: hay personas que no disponen de capacidad para sentir atracción erótica hacia los demás y, en cambio, son capaces de excitarse sexualmente y de experimentar orgasmos.
- Factor atracción erótica (Factor A)
- Factor excitación sexual (Factor E)
- Factor orgásmico (Factor O)
Estas conclusiones concuerdan con los componentes del placer sexual descritos por J.M. Mora en su obra Tálamo conyugal ( 38 ). Cualquier tipo de manifestación sexual, incluidas las disfunciones, es reducible a uno de estos tres factores, cuya dimensión es muy variable en cada persona y circunstancia, que pueden darse con independencia entre sí, salvo el factor orgásmico, que necesariamente ha de ir precedido de excitación sexual.
Al factor atracción erótica hay que concederle la importancia que tiene, confirmada por todos aquellos que se aceptan asexuales por carecer de este factor. Pero, además, tiene importancia por su dimensión, que es muy desigual de unos individuos a otros. Una dimensión limitada puede predisponer a disfunciones sexuales.
En el polo opuesto se encuentran personas con muy fuerte atracción erótica, a las que les gustan todos o todas y no hacen desprecio por nadie. En el terreno de la anormalidad se hallan conductas tales como el casanovismo, profesado por transgresores enamoradizos, que constituye un claro ejemplo de aquellos cuyo factor A está por encima de la media.
Los apasionados enamoramientos, tantas veces inspiradores de obras inmortales de arte y literatura, están muy vinculados con este factor. La excitación sexual (Factor E) constituye una reacción psíquica específica, mayor o menor, con traducción anatomo-fisiológica, siendo llamativa la congestión de los genitales.
Los estímulos provocadores de excitación son muy variables. Freud ( 39 ), hace ya un siglo, los redujo a tres grupos: los que proceden del exterior y son percibidos a través de los órganos de los sentidos; los que proceden del interior psíquico; y los terceros, que se originan por la fricción de los órganos genitales.
- Por lo expuesto en este trabajo se desprende que los estímulos del primer grupo, los procedentes del mundo exterior, se subdividen a su vez en: a) aquellos que acompañan a la persona que atrae sexualmente y b) esos otros ajenos a una verdadera atracción erótica personal.
- Decir que acompañan quiere señalar que al placer propio del atractivo erótico añaden los excitantes de la genitalidad.
A igualdad o similares estímulos la excitación puede ser intensa y fácilmente desencadenable en unos individuos y débil en otros, lo que evidentemente se refleja en el rendimiento erótico individual y ocasionalmente origina disfunción sexual. De la importancia del factor E nos habla la “adicción sexual”, un concepto que sin mucha precisión se empieza a utilizar, a mediados del pasado siglo, para referirse a una sintomatología sexual comparable con la adicción a las drogas.
Patrick Carnes ( 40 ), años más tarde, describió con detalle en varias obras esta especialísima adicción, que puede en algunos casos conducir al crimen y al suicidio. Pues bien, a esta adicción se llega por una búsqueda incesante de estímulos sexuales, que se agotan con su uso y han de renovarse acrecentados en su intensidad para provocar la excitación.
El orgasmo (Factor O) se desencadena con rapidez en unos y con lentitud en otros, y no son infrecuentes los casos de anorgasmia en las mujeres. La casuística en cuanto a este factor es muy variada: quien requiere varios orgasmos para quedar satisfecho y quien no tiene capacidad para alcanzarlo.
- Es un factor presumiblemente adictivo, que sería responsable de los casos de adicción al sexo.
- CONCLUSIONES La asexualidad, por definición, es una carencia o disminución notable de atracción sexual hacia los otros.
- Los que se auto definen como “asexuales” carecen, o tienen muy disminuido, el factor atracción (factor A) y no experimentan atracción sexual hacia nadie, sean de uno u otro sexo, por lo que no disponen de una orientación de género determinada.
El concepto de “atracción sexual” no ha sido bien delimitado hasta ahora, razón por la cual la naturaleza y conducta de los asexuales no han podido ser comprendidas. En el presente estudio se intenta precisar el concepto, diferenciándolo de cosas distintas que se prestan a confusión.
El término “atracción romántica” es impropio. Es un término que crea confusión, pues la atracción erótica entre personas no es identificable con la amistad, por íntima que sea, ni con la admiración, el apego o el cariño. Por los estudios llevados a cabo con asexuales se observa con evidencia que hay tres factores básicos presentes en las manifestaciones sexuales: atracción sexual, excitación y orgasmo.
Lo nuclear en la naturaleza del asexual es que mientras su atracción erótica es precaria o falta por completo, su excitación y capacidad orgásmi- ca se conservan, lo que explica la gran variedad de conductas sexuales que practican. Consecuencia de la carencia de atracción, los actos sexuales con el otro, cuando tienen lugar, no son lo satisfactorios que deberían ser, por lo que el asexual procura espaciarlos, o bien los sustituye por actividades parafílicas (fetichismo, voyerismo, exhibicionismo, sadomasoquismo, etc.) y masturbatorias, o en tercer lugar elige la abstinencia sexual.
- Con las parafilias se abre un camino de investigación, porque es importante saber si son causa o efecto de la asexualidad o son independientes de la misma.
- E, igualmente, interesa investigar si existe o no relación causa-efecto entre la asexualidad y el homoerotismo.
- También queda abierta a la investigación la participación del factor orgasmo (Factor O) en los casos de adicción al sexo.
Muchos asexuales sufren al no satisfacer las expectativas familiares en relación con el matrimonio y la procreación. En este aspecto disponen de plena libertad para colocarse el cartel de “asexual” o simplemente, y con sinceridad, afirmar no encontrar la persona que los enamore.
- Ellos precisan conocerse y hacen bien en alcanzar una identificación en el aspecto sexual, lo que sin duda los librará de incertidumbres y angustias.
- Pero mejor sería que lo hiciesen con ayuda de un clínico experimentado en estos temas.
- Por otro lado, al estar caracterizados por la ausencia de orientación sexual, parece no tener sentido su interés por integrarse en colectivos definidos por una sexualidad de orientación no estadísticamente convencional.
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¿Cómo se origina la asexualidad?
PÁGINA CULTURAL Asexualidad: la cuarta dimensión sexual Asexuality: the fourth sexual dimension Dr. Miguel Lugones Botell, Dra. Marieta Ramírez Bermúdez Policlínico Universitario “26 de Julio”. Municipio Playa. La Habana, Cuba. INTRODUCCIÓN Sigmund Freud, quien estudió el devenir sexual del ser humano, sus características principales y sus conflictos, hasta concluir que la sexualidad desempeña un rol determinante en la vida y en la psiquis del ser humano, estaría sorprendido de advertir que, en los albores del siglo XXI, el sexo no provoca ni trasnocha al uno por ciento de la humanidad.1 Para estos millones de mujeres y hombres, la libido no es una energía vital del carácter, y Eros no está infranqueablemente unido a la relación corpórea entre dos.
Esta consideración resulta ser una gran paradoja en un mundo que ha estimulado la hipersexualidad como norma, pero esa ‘rareza’ desnuda una realidad que parece no tener reverso: la cuarta dimensión sexual. A las tres primeras ―heterosexualidad, homosexualidad y bisexualidad― las une el deseo por otro, pero la asexualidad no tiene ataduras, en ella la atracción sexual por alguien es inexistente.1 Según los estudios de Anthony Bogaert, profesor de Ciencias de la Salud Comunitaria y Psicología en la Universidad de Brock en Canadá, y otros reportes, el 1 % de la población es asexual.1-3 De las personas que no se sienten atraídas por nadie, muy pocas son capaces de reconocer que son asexuales.
Hay investigaciones que indican que al menos el 5 % de toda la población en el mundo es asexual, 4,5 y aunque existen tratamientos médicos que ayudan a aumentar la libido, muchas personas asexuales se niegan a tomarlos, ya que no reconocen tener un problema.
Como en casi todo lo relacionado con las preferencias individuales, aún se desconoce el origen de esta condición, que al igual que las otras orientaciones sexuales tiene que ver con el objeto de deseo y la identidad, más que con la práctica concreta.3 Conceptos 4-11 Más de 16 000 sitios en Internet abordan este asunto, lo cual da una idea de la importancia que está teniendo en la actualidad.
La asexualidad se ha encontrado en diferentes especies y ha sido estudiada más en animales que en los humanos. Hay diferencias entre quienes se definen como asexuales, principalmente las referencias hechas a la ausencia de apetito sexual o la atracción romántica.
- Algunos solo experimentan una de las dos, otros las dos y otros ninguna.
- Hay desacuerdo con respecto a cuál de estas configuraciones puede ser descrita genuinamente como asexual.
- Algunos asexuales pueden experimentar sensaciones sexuales, pero no tener deseo de actuar sobre ellas, mientras que otros intentan conseguir la descarga sexual mediante el acto sexual o la masturbación.
Los asexuales a pesar de no sentir atracción sexual o tener deseo sexual, sí pueden experimentar atracción romántica, ésta puede ser dirigida hacia uno o ambos sexos. Desean generalmente relaciones románticas (que pueden ir de vínculos informales hasta el matrimonio), pero a menudo desearían que dichas relaciones no incluyeran actividad sexual.
Según su orientación romántica algunos asexuales se definen a sí mismos como heterorománticos, homorománticos o birománticos, esto está relacionado con el concepto de orientación afectiva, mientras que también existen otros asexuales arrománticos o no románticos, que aparte de no sentir atracción sexual, tampoco tienen atracción romántica.
Los asexuales arrománticos tienden a conformarse con tener amigos muy cercanos con los que comparten una gran conexión emocional, pero con los que no desean establecer una relación formal y tampoco tienen problema con que éstos tengan relaciones con otras personas, simplemente quieren que sean parte de su vida y pasar tiempo con ellos.
Los asexuales arrománticos o no románticos usan la palabra “squish” en inglés de la misma manera que el resto de personas sexuales o románticos usan la palabra “crush” para hablar de una persona que te gusta o de la que te has enamorado o con la que te gustaría tener una relación excepto de orientación afectiva.
Los asexuales que desean relaciones románticas se encuentran en una postura difícil, ya que la mayoría no es asexual. Aunque estos asexuales sean capaces de tolerar el tener relaciones sexuales con sus compañeros no asexuales, estos últimos pueden sentirse psicológicamente afectados al ver que son incapaces de resultarles sexualmente atractivos a su pareja, haciendo difícil la existencia de un romance a largo plazo.
Respecto a los asexuales que no pueden tolerar el sexo, tendrán que elegir entre: – llegar a un compromiso con su pareja para tener cierta cantidad de sexo de todos modos, – permitir a su pareja tener relaciones sexuales con otras personas, – encontrar a alguien que esté dispuesto a tener una relación sin sexo, – comprometerse solo con otros asexuales – permanecer solos, Esto hace que la convivencia con la sociedad en que nos encontramos, donde el sexo parece tener un lugar tan importante, pueda llegar a ser complicada y difícil para los asexuales.
Algunos asexuales usan un sistema de clasificación desarrollado (y más tarde retirado) por la Asexual Visibility and Education Network, una de las mayores comunidades asexuales en línea (abreviada como AVEN). En este sistema, los asexuales se dividen en varios tipos, de A a D: – tipo A: tiene apetito sexual pero ninguna atracción romántica – tipo B: tiene atracción romántica pero ningún apetito sexual – tipo C: tiene ambos, atracción romántica y apetito sexual – tipo D: ni lo uno ni lo otro.
Estas categorías no se fijan para ser enteramente discretas o fijas, ya que algún tipo puede cambiar o estar entre la frontera entre dos tipos. Hay que notar que la propia AVEN ya no usa este sistema por considerarlo demasiado estricto, pero hay un número de asexuales que sigue sintiendo que es un buen sistema para explicar su orientación.
El origen 1,3,12-16 La asexualidad se presenta en una de cada 100 personas. En su libro ‘ Understanding Asexuality’, Anthony Bogaert dice que la falta de apetito sexual no hace a estas personas desgraciadas. Según Raúl Paredes, del Instituto de Neurología de la Universidad Autónoma de México, los asexuales no tienen problemas de erección.
- Para estos ‘ ángeles terrenales’ se puede ser feliz sin sexo.
- Son socialmente activos y sexualmente pasivos.
- Disfrutan de la soledad, mas cultivan la amistad.
- Prescindir del coito no significa renunciar a la pareja, también se enamoran.
- No existe un acuerdo sobre si llegar a reconocer a las personas asexuales como una orientación sexual que sea considerada como legítima.
Se ha tratado de buscar una causa que lleve a estas personas a no tener ningún deseo, entre ellas se consideran como factores principales haber sufrido algún tipo de abuso sexual, represión sexual e incluso problemas hormonales. Entre los asexuales se distinguen dos grupos de personas: los que realmente no sienten deseo ni tienen ninguna necesidad y los que reprimen el deseo y las ganas.
Mientras que los primeros pueden ser felices, los segundos permanecen frustrados. Factores como el exceso de pornografía, una década de 1990 demasiado freudiana (todo es sexual), el rechazo a la dictadura del placer o la desacralización del sexo, que ha pasado de ser un secreto a la pura exhibición, la consideración de ver el sexo como algo ´sucio´, antihigiénico, deshonesto, impúdico, son factores que han fomentado sin duda alguna el nacimiento del movimiento asexual, para el que la abstinencia no es algo de lo que avergonzarse, sino algo de lo que enorgullecerse, un derecho a reivindicar.
En Estados Unidos, un joven de 24 años ha fundado un movimiento: la A-pride attitude (la actitud del orgullo asexual). Y su web, Aven, recibe cada vez más visitas. Causas psicológicas Se ha referido que parece ser que esta ausencia del deseo sexual surge en la infancia, entre los 6 y 10 años, lo que se conoce como el período de latencia.
A esa edad, el niño deja de interesarse por la sexualidad (después de preguntar sobre el tema con insistencia). Este desinterés por el sexo finaliza con el inicio de la adolescencia; pero para algunos, dura toda la vida. Suelen ser, por norma general, individuos que rechazan crecer o que, sometidos a una presión moral muy importante, tienen miedo a sus fantasmas y prefieren reprimirse.
La asexualidad en lo cotidiano Los asexuales no hacen el amor, pero se pueden masturbar (sobre todo los hombres), no como respuesta a un estímulo, sino por necesidad fisiológica. En general, la asexualidad dura toda la vida en aquellas personas que realmente no sienten deseo sexual alguno.
- Para las que simplemente reprimen inconscientemente sus deseos, podría serles de utilidad someterse a una terapia que les permita despertar de nuevo la libido que tan dormida tienen.
- No es una opción, como el celibato, sino una orientación, según la definen quienes la viven y la estudian.
- ¿Una alteración hormonal o genética? No se sabe, como tampoco se conoce qué pasa en el cerebro ni en el sistema nervioso central ante la interacción con otras personas.
Algunos especialistas opinan que, como en cualquier otra orientación, se nace siendo asexual, y que hay evidencias de factores prenatales fundamentales en su desarrollo. No obstante, es un campo con limitados estudios porque hace poco más de una década empezó a develarse.1 Lo que las investigaciones han podido identificar hasta ahora es que muchos asexuales tienen reacciones biológicas como erección y lubricación vaginal hasta llegar, incluso, al orgasmo.
Salvo algunos casos, no hay incapacidad física, sólo un genuino desinterés. “Puede haber excitación y orgasmo, y quizá placer, pero no atracción sexual ni deseo”, explica Anthony Bogaert, tal vez el mayor experto mundial y autor del libro más completo en el tema, Understanding Asexuality (Comprendiendo la asexualidad), publicado recientemente.1 ‘Sexo luego existo’, dice la parodia popular de la sentencia de Descartes.
En estricto orden biológico, así es. Pero traspasando las barreras de la materia, ese ‘existo’ sugiere una visión filosófica, un sentido trascendental. “La sexualidad es la pulsión de vida y el que no la vive está muerto. Está compuesta por tres dimensiones: la físico-corpórea, la psíquica y la espiritual, pero el mundo consumista en el que vivimos la ha reducido a la primera, y ese es un error garrafal”, sostiene el padre jesuita Carlos Novoa.
“No hay nada más divino que un orgasmo con amor. El sexo es perfecto, fue creado por Dios y es la celebración de la vida y el amor. No en vano, somos iguales a Jesús, y Él se hizo carne para vivir como los hombres”, acota este profesor de ética de la sexualidad. Por eso mira con recelo la asexualidad, señalando que debería abordarse desde la medicina, pues cree que allí hay un vacío.1 La psiquiatría tiene clasificados dos tipos de conducta: trastorno por aversión al sexo y deseo sexual hipoactivo; y tanto Bogaert como Broto aseguran que si una persona rechaza el sexo o tiene poco o nulo apetito sexual, requiere de trabajo médico si se estresa por ello.1 Los asexuales critican ese diagnóstico y advierten que el estrés no es por el sexo, sino por la discriminación social y la dificultad de conseguir pareja, porque aunque prescindan de la cama, muchos sí quieren y necesitan afecto.
“Hay cero evidencia de que el bajo deseo sexual es intrínsecamente un problema que necesita solución. Los terapistas no deberían asumir que sus pacientes necesitan sexo para ser felices”, alega Jay. Y al margen de esa lucha individual, está la reivindicación de su condición: se niegan a compartir estatus con los carneros ―la otra especie de la que se ha evidenciado asexualidad― y anhelan un lugar en el mundo, así sea 60 años después de iniciada la revolución sexual.1 La asexualidad, como las otras orientaciones (hetero, homo y bisexualidad) tiene que ver con el objeto de deseo y la identidad, más que con la práctica concreta.
La gente asexual puede tener relaciones carnales por conveniencia o curiosidad, pero no las necesita.3 Asexualidad y religión 17 Según las creencias cristianas, aunque la Biblia no explica nada acerca de su vida sexual o privada, los ángeles serían asexuales ya que no mantendrían relaciones sexuales.17 En otros credos, los niños son considerados un regalo de Dios que no debe ser rechazado, un medio de propagar la religión o ambas cosas; sin embargo hay que notar que algunos asexuales tienen hijos y que algunas religiones han elogiado tanto la asexualidad como los niños.
Además, ciertas creencias religiosas predican que la sexualidad es sagrada o un regalo divino: por ejemplo ciertas variedades de Tantra que implican el sexo y algunas nuevas formas de neopaganismo o religiosidad de la Nueva Era incluyen el concepto de sexualidad sagrada.17 La asexualidad no debe confundirse con el celibato.