Que Significa Ser Salvo En La Biblia
Tomas Balasco
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¿Qué es la salvación? La salvación es la gracia de Dios. Es el don de la libertad de nuestros pecados que Jesús hizo posible al asumir el castigo por nuestros pecados en la cruz. Mediante este don, 1 Juan 1:9 promete que “Si confesamos nuestros pecados, el que es fiel y justo nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”.
- Esta es una de las promesas más importantes de la Escritura; nos da libertad y esperanza para el futuro.
- Dios es fiel y nos invita cada día a encontrar una vida nueva en respuesta a esa fidelidad.
- Suena demasiado bueno para ser verdad.
- Suena demasiado fácil.
- Aunque parezca demasiado bueno para las palabras, o completamente diferente a todo lo que hayas experimentado antes, es la verdad de Dios.
Esta es la belleza y el misterio de la gracia: ¡recibir un perdón que no merecemos! : ¿Qué es la salvación?
Contents
- 1 ¿Qué implica ser salvos?
- 2 ¿Qué se necesita para ser salvo según la Biblia?
- 3 ¿Cuál es el plan de salvación de Dios?
- 4 ¿Qué dice Jesús de la salvación?
- 5 ¿Cuáles son los 5 pasos para el plan de salvación?
- 6 ¿Quién pues podrá ser salvo?
- 7 ¿Cuando fuimos salvos?
- 8 ¿Cuáles son los 5 pasos para el plan de salvación?
- 9 ¿Qué dice Jesús de la salvación?
¿Qué implica ser salvos?
Una representación bíblica de la salvación hacia el pecado y camino a la luz La salvación es un término que generalmente se refiere a la liberación de un estado o condición indeseable. En la religión, la salvación es la protección del alma del pecado y de sus consecuencias.
Entendido como salvamento y socorrismo, el término hace referencia a la salvación terrenal, salvación corporal o salvación del cuerpo ; la ayuda física que permite la supervivencia y que es prestada a quien necesita ser salvado en situaciones de emergencia o riesgo, Se proporciona, bien por personas espontáneas, o bien por servicios profesionales ( protección civil, servicios de búsqueda y rescate, bomberos, medicina de urgencias u otros servicios médicos o paramédicos ).
En muchas ocasiones está vinculado al voluntariado, y cuando las circunstancias del salvamento son tan arriesgadas que implican poner en riesgo a quien lo intenta, se suele calificar de heroísmo, El concepto de salvación eterna, salvación celestial o salvación espiritual hace referencia a la salvación del alma, por la cual el alma se libraría de una amenaza eterna ( castigo eterno o condenación eterna) que la esperaría tras la muerte,
En teología el estudio de la salvación se llama soteriología y es un concepto vitalmente importante en varias religiones, El cristianismo acepta la salvación como la liberación de la esclavitud del pecado y de la condenación, resultando en la vida eterna con Dios dentro de su Reino, El sacrificio de Cristo hace que se le denomine Salvador,
A veces la salvación del alma y la salvación del cuerpo se consideran inseparablemente, del mismo modo a como el alma pasa a ser sinónimo de persona, Así ocurre con la señal de socorro en código Morse denominada SOS (que, con mayor o menor fundamento, suele comúnmente considerarse la sigla en inglés de save our souls – salvad nuestras almas -).
¿Qué se necesita para ser salvo según la Biblia?
Información adicional – Si nos preguntamos si determinada persona es salva, la respuesta dependerá del sentido en que se utilice la palabra. La respuesta podría ser “Sí” o también “Sí, pero con ciertas condiciones”. Las siguientes explicaciones detallan seis significados diferentes de la palabra salvación.
- Salvación de la muerte física.
- Todos moriremos algún día.
- No obstante, por medio de la expiación y la resurrección de Jesucristo, todos resucitaremos y seremos salvos de la muerte física.
- Pablo testificó: “Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:22).
En este sentido, todos somos salvos, independientemente de las decisiones que tomemos durante esta vida. Se trata de un don gratuito del Salvador para todos los seres humanos. Salvación del pecado. Para ser limpio del pecado mediante la expiación del Salvador, la persona debe ejercer la fe en Jesucristo, arrepentirse, bautizarse y recibir el don del Espíritu Santo (véase Hechos 2:37–38).
Las personas que se han bautizado y han recibido el Espíritu Santo mediante la adecuada autoridad del sacerdocio son salvos del pecado bajo ciertas condiciones. En este sentido, la salvación es condicional y depende de la fidelidad continua de la persona, o de su perseverancia hasta el fin en guardar los mandamientos de Dios (véase 2 Pedro 2:20–22).
Las personas no pueden salvarse en sus pecados; no pueden recibir una salvación incondicional por el mero hecho de declarar creer en Cristo, sabiendo que inevitablemente cometerán pecados durante el resto de su vida (véase Alma 11:36–37). Sin embargo, mediante la gracia de Dios, todos pueden ser salvos de sus pecados (véase 2 Nefi 25:23; Helamán 5:10–11) al arrepentirse y seguir a Jesucristo.
- Nacer de nuevo.
- El principio de nacer de nuevo aparece con frecuencia en las Escrituras.
- El Nuevo Testamento contiene la enseñanza de Jesús de que todos debemos “nacer de nuevo” y que aquél que no “naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5).
- En el Libro de Mormón se confirma esta enseñanza: “No te maravilles de que todo el género humano, sí, hombres y mujeres, toda nación, tribu, lengua y pueblo, deban nacer otra vez; sí, nacer de Dios, ser cambiados de su estado carnal y caído, a un estado de rectitud, siendo redimidos por Dios, convirtiéndose en sus hijos e hijas; y así llegan a ser nuevas criaturas; y a menos que hagan esto, de ningún modo pueden heredar el reino de Dios” (Mosíah 27:25–26).
Este nuevo nacimiento se produce cuando las personas se bautizan y reciben el don del Espíritu Santo. Viene como resultado de nuestra disposición de “concertar un convenio con nuestro Dios de hacer su voluntad y ser obedientes a sus mandamientos en todas las cosas que él nos mande, todo el resto de nuestros días” (Mosíah 5:5).
Por medio de este proceso, sus “corazones por medio de la fe en su nombre; por tanto, de él” (Mosíah 5:7). Todos los que se han arrepentido sinceramente, se han bautizado, han recibido el don del Espíritu Santo, han concertado el convenio de tomar sobre sí el nombre de Jesucristo y han sentido Su influencia en su vida; pueden decir que han nacido de nuevo.
Podemos renovar ese nuevo nacimiento todos los días de reposo al tomar la Santa Cena. Salvación de la ignorancia. Muchas personas viven en un estado de oscuridad, sin conocer la luz del Evangelio restaurado. “No llegan a la verdad sólo porque no saben dónde hallarla” (D.
- Y C.123:12).
- Los que conocen a Dios el Padre, a Jesucristo, el propósito de la vida, el plan de salvación y su potencial eterno son salvos de esta condición.
- Siguen al Salvador, que declaró: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Salvación de la segunda muerte. Las Escrituras a veces hablan de la salvación de la segunda muerte. La segunda muerte es la muerte espiritual final, el quedar separados de la rectitud y no hallar lugar en ningún reino de gloria (véase Alma 12:32; D. y C.88:24).
Esta segunda muerte no se producirá sino cuando llegue el juicio final, y muy pocos la sufrirán (véase D. y C.76:31–37). Prácticamente todas las personas que han vivido en la tierra tienen asegurada la salvación de la segunda muerte (véase D. y C.76:40–45). Vida eterna o Exaltación. En las Escrituras, las palabras salvo y salvación a menudo se refieren a la vida eterna o Exaltación (véase Abraham 2:11).
La vida eterna consiste en conocer al Padre Celestial y a Jesucristo y morar con ellos para siempre, así como heredar un lugar en el grado más alto del reino celestial (véase Juan 17:3; D. y C.131:1–4; 132:21–24). Esta Exaltación requiere que los hombres reciban el Sacerdocio de Melquisedec, y que todos los miembros de la Iglesia concierten convenios sagrados en el templo y los respeten, entre ellos el convenio del matrimonio eterno.
¿Qué significa ser salvado y salvarse?
Librarse de un peligro o situación riesgosa.
¿Qué significa Dios es el que salva?
Dios salva – UC En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino! Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor, quiero escucharte. Quiero escuchar tu voluntad y cumplirla en mi vida para que mi alegría sea completa en ti.
- Sé que me amas, creo que saliste del Padre y viniste a estar a mi lado.
- Evangelio del día (para orientar tu meditación) Del santo Evangelio según san Juan 16, 23-28 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro: cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá.
- Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre.
Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa. Les he dicho estas cosas en parábolas; pero se acerca la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que les hablaré del Padre abiertamente. En aquel día pedirán en mi nombre, y no les digo que rogaré por ustedes al Padre, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que salí del Padre.
- Yo salí del Padre y vine al mundo; ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre”.
- Palabra del Señor.
- Medita lo que Dios te dice en el Evangelio Jesús dice: «cuanto pidan al Padre en mi nombre, se lo concederá».
- ¿Qué significa el nombre de Jesús? Un evangelista dice Dios salva, otro Emmanuel, que a su vez significa, Dios con nosotros.
Simplemente quiere significar Salvador. El nombre de Jesús es misión, misión de salvación, de presencia y de sanación. Entonces, cuando Jesús nos exhorta a pedir en su nombre, en el fondo, ¿qué está diciendo? Nos dice lo siguiente: cuanto pidas en favor de la salvación de las almas, mi Padre te lo concederá; cuando pidas en favor de la sanación de los enfermos de alma y cuerpo, mi Padre te lo concederá; cuanto pidas en favor de mi presencia en la vida de aquellos que me buscan sin conocerme, mi Padre te lo concederá.
- El Evangelio también dice pidan y recibirán.
- ¿Qué pedimos? Ya lo hemos dicho, pidamos experimentar la salvación de Dios en primera persona, pidamos ser sanados de toda enfermedad y de todo pecado, pidamos ser presencia de Dios para los demás pues, cada vez que pedimos, continuamos la misión de Jesús en la tierra.
Pedir en su nombre no es otra cosa más que continuar lo que Él ha iniciado con su encarnación, sellado con su pasión y muerte, y confirmado con su resurrección gloriosa por los siglos de los siglos. ¿Qué recibiremos a cambio? La alegría completa, pues hay más alegría en dar que en recibir.
- En la medida que recibimos del Señor gracia tras gracia, entonces, en su nombre, somos capaces de dar y ser salvación de Dios, presencia de Dios, sanación de Dios para todas las almas y así, nuestra alegría será completa.
- «La oración nos libera del lastre de la mundanidad, nos enseña a vivir de manera gozosa, a elegir alejándonos de la superficialidad, en un ejercicio de verdadera libertad.
En la oración crecemos en libertad, en la oración aprendemos a ser libres. La oración nos saca de estar centrados en nosotros mismos, escondidos en una experiencia religiosa vacía y nos lleva a ponernos con docilidad en las manos de Dios para realizar su voluntad y hacer eficaz su proyecto de salvación.
- Y en la oración, yo les quiero aconsejar una cosa también: pidan, contemplen, agradezcan, intercedan, pero también acostúmbrense a adorar.
- No está muy de moda adorar.
- Acostúmbrense a adorar.
- Aprender a adorar en silencio».
- Discurso de S.S.
- Francisco, 9 de septiembre de 2017).
- Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Hoy es sábado, Jesús, quiero contemplar en tu Madre Santísima cómo ella escuchó la voluntad del Padre y en su seno se encarnó la salvación. En su vientre acogió la presencia del Señor. Dio a luz la sanación a muchos enfermos y poseídos por espíritus malignos.
Y a mí, ¿qué me toca hacer para ser una canal de salvación, presencia de Dios, y sanación? Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Responde a las siguientes preguntas: 1. ¿Necesito un salvador? 2.
En el tiempo actual, ¿cómo se hace presente Dios en mi vida? 3. ¿Estoy sano en mi alma y en mi cuerpo? ¿Cuáles son mis enfermedades? Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¿Cuál es el plan de salvación de Dios?
El plan de salvación es la plenitud del Evangelio e incluye la Creación, la Caída, la expiación de Jesucristo y todas las leyes, ordenanzas y doctrinas del Evangelio. El albedrío moral, la capacidad de decidir y de actuar por nuestra cuenta, también es esencial para el plan de nuestro Padre Celestial.
¿Cuál es el mensaje de salvación?
Introducción – El Plan de Salvación proporcionó a un Salvador a fin de vencer los efectos de la caída de Adán. Mediante la expiación del Salvador, podemos vencer la muerte, el pecado y el pesar; además, seremos resucitados y los justos regresarán a la presencia de Dios y llegarán a ser como Él.
¿Por qué es necesario tener fe para ser salvo?
Capítulo 18: La fe en Jesucristo Capítulo 18 Full length profile portrait of Jesus Christ. He is depicted wearing a white robe with a blue belt. He has one hand extended. His other hand is touching His chest. A los maestros: Este capítulo está organizado en cuatro encabezamientos, cada uno de los cuales es una pregunta en cuanto a la fe.
Usted puede utilizar estas preguntas como guía para su lección. Si el entorno del salón de clases es tal que se puedan tener análisis en grupos pequeños, considere dividir a los miembros de la clase en grupos de cuatro integrantes y pedir a cada grupo que se dividan las secciones del capítulo. Luego pida a cada persona a hacer lo siguiente con su sección asignada: (1) Leerla.
(2) Encontrar pasajes de las Escrituras que ayuden a responder la pregunta del encabezamiento de la sección. (3) Pensar en experiencias personales que se relacionen con la sección. (4) Compartir lo que hayan pensado en cuanto a la sección con otros integrantes del grupo.
La fe en el Señor Jesucristo es el primer principio del Evangelio; es un don espiritual y es necesaria para nuestra salvación. El rey Benjamín declaró: “a ninguno de éstos viene la salvación, sino por medio del arrepentimiento y la fe en el Señor Jesucristo” (). La fe es una “esperanza en cosas que no se ven, y que son verdaderas” (; véase también ); es un principio de acción y poder que motiva nuestras actividades diarias.
¿Trataríamos de estudiar y aprender si no creyéramos que vamos a obtener sabiduría y conocimiento? ¿Trabajaríamos todos los días si no esperáramos lograr algo con ello? ¿Plantaría un campesino si no esperara cosechar? Todos los días actuamos con la esperanza de algo, a pesar de no ver el resultado final.
- Eso es la fe. (Véase ).
- Muchos relatos de las Escrituras hablan acerca de cosas grandiosas que se lograron por medio de la fe.
- Por medio de la fe, Noé construyó un arca y salvó a su familia del diluvio (véase ); Moisés separó las aguas del Mar Rojo (véase ); Elías el Profeta hizo que cayera fuego de los cielos (véase ); Nefi pidió que hubiera hambre (véase ); también le pidió al Señor que diera fin al hambre (véase ).
Los mares se han calmado, ha habido visiones y se han contestado oraciones, todo por medio del poder de la fe. A medida que estudiamos cuidadosamente las Escrituras aprendemos que la fe es una creencia profunda de la verdad que anida en nuestra alma y nos motiva a hacer lo bueno.
Piense acerca de sus actividades cotidianas. ¿Qué cosas hace diariamente de las que no puede ver el resultado final? ¿De qué forma la fe le motiva a actuar?
Debemos centrar nuestra fe en el Señor Jesucristo. Tener fe en Jesucristo significa confiar en Él de tal manera que obedezcamos cualquier cosa que nos mande. Al depositar nuestra fe en Jesucristo, nos convertimos en Sus discípulos obedientes y nuestro Padre Celestial perdonará nuestros pecados y nos preparará para que regresemos junto a Él.
El apóstol Pablo predicó que “no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (; véase también ). Jacob enseñó que los hombres deben tener “perfecta fe en el Santo de Israel, o no pueden ser salvos en el reino de Dios” (). Por medio de la fe en el Salvador y el arrepentimiento logramos que Su expiación tenga un resultado plenamente eficaz en nuestra vida.
Mediante la fe, recibiremos también fortaleza para vencer las tentaciones (véase ). No podemos tener fe en Jesucristo sin tenerla también en nuestro Padre Celestial y, si tenemos fe en Ellos, tendremos también fe en que el Espíritu Santo, a quien Ellos han enviado, nos enseñará toda verdad y nos dará consuelo.
¿Cómo puede la fe en Jesucristo ejercer una influencia en nuestros llamamientos de la Iglesia?, ¿o en nuestras relaciones familiares?, ¿o en nuestro trabajo? ¿De qué manera la fe en Jesucristo ejerce una influencia en nuestra esperanza de obtener la vida eterna?
Al tener conocimiento de las muchas bendiciones que recibiremos por medio de la fe en Jesucristo, debemos procurar aumentar nuestra fe en Él. El Salvador dijo: “si tuviereis fe como un grano de mostaza nada os será imposible” (). Un grano de mostaza es muy pequeñito, pero al plantarlo se convierte en un árbol enorme.
¿Cómo podemos aumentar nuestra fe? De la misma forma que aumentamos o desarrollamos otras aptitudes. ¿En qué forma cultivamos la habilidad de labrar la madera, de tejer, de pintar, de cocinar, de trabajar en alfarería o de tocar un instrumento musical? Estudiamos, practicamos y nos esforzamos y, al hacerlo, vamos mejorando.
Lo mismo sucede con la fe: si deseamos aumentar nuestra fe en Jesucristo, debemos esforzarnos por lograrlo. El profeta Alma comparó la palabra de Dios a una semilla que debe nutrirse por medio de la fe: “Mas he aquí, si despertáis y aviváis vuestras facultades hasta experimentar con mis palabras, y ejercitáis un poco de fe, sí, aunque no sea más que un deseo de creer, dejad que este deseo obre en vosotros, sí, hasta creer de tal modo que deis cabida a una porción de mis palabras.
Compararemos, pues, la palabra a una semilla. Ahora bien, si dais lugar para que sea sembrada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad, resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezará a hincharse en vuestro pecho; y al sentir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de vosotros: Debe ser que ésta es una semilla buena, o que la palabra es buena, porque empieza a ensanchar mi alma; sí, empieza a iluminar mi entendimiento “He aquí, ¿no aumentaría esto vuestra fe?” ().
Por lo tanto, aumentamos nuestra fe en Dios ejercitando nuestro deseo de tener fe en Él. También aumentamos nuestra fe al orar a nuestro Padre Celestial acerca de nuestras esperanzas, deseos y necesidades (véase ); sin embargo, no debemos suponer que lo único que tenemos que hacer es pedir.
- En las Escrituras se nos ha dicho que “la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” ().
- El siguiente relato es acerca de un hombre cuyas obras demostraron la fe que tenía.
- Este hombre deseaba estudiar las Escrituras pero no sabía leer; de modo que oró a nuestro Padre Celestial pidiéndole que le ayudara a aprender a leer.
Durante esos días, un maestro llegó a la aldea en donde el hombre vivía y éste le pidió ayuda. De esa forma, aprendió el alfabeto, estudió los sonidos y aprendió a juntar letras para formar palabras. Muy pronto comenzó a leer palabras sencillas. Cuando más practicaba, más aprendía; y le dio gracias al Señor por haberle enviado un maestro para ayudarle a aprender a leer.
El hombre aumentó su fe, su humildad y su conocimiento a tal grado que fue llamado a servir como presidente de rama en la Iglesia. El presidente Spencer W. Kimball explicó: “La fe no puede ir desligada de las obras. Mientras que resultaría absurdo pedirle al Señor que nos diera conocimiento, sería muy sensato pedirle su ayuda para adquirirlo, para estudiar en una forma constructiva, para pensar claramente y retener las cosas que hemos aprendido” (véase La fe precede al milagro, 1983, pág.207; cursiva del original).
La fe es hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que se cumplan las cosas que esperamos y por las cuales hemos orado. El presidente Kimball dijo: “Plantamos la semilla con fe y pronto vemos el milagro del retoño. A menudo, el hombre lo ha interpretado mal y ha seguido el proceso al revés”.
Luego continúa explicando que a muchos de nosotros nos gustaría tener salud y fuerza sin observar las leyes de la salud; prosperidad sin pagar los diezmos; estar cerca del Señor, pero no ayunamos ni oramos; tener lluvia en la estación debida y paz sobre la tierra sin preocuparnos de observar el día de reposo ni de obedecer los otros mandamientos del Señor.
(Véase Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: Spencer W. Kimball, 2006, pág.158). Una forma importante de aumentar nuestra fe es escuchar y estudiar la palabra del Señor. Escuchamos la palabra del Señor en las reuniones de la Iglesia; y estudiamos Su palabra en las Escrituras.
¿Qué relación percibe entre la fe y nuestras acciones?
Por medio del don de la fe se llevan a cabo milagros, aparecen ángeles, se dan otros dones del Espíritu, las oraciones son contestadas y los hombres se convierten en hijos de Dios (véase ). “Cuando la fe llega trae consigo apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, maestros, dones, sabiduría, conocimiento, milagros, sanidades, lenguas e interpretación de lenguas, etc.
¿Cuáles son algunos de los relatos de las Escrituras en los que las personas se hayan fortalecido debido a que tuvieron fe en Jesucristo? ¿En qué forma se ha manifestado esto en usted?
: Capítulo 18: La fe en Jesucristo
¿Qué dice Jesús de la salvación?
Romanos 10:9-10 – Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la salvación (Ro 10:9-10).
¿Qué hizo Dios para salvarnos del pecado?
¿Por qué tuvo que morir Jesús por nosotros? En los tiempos del Antiguo Testamento, el pueblo de Israel seguía un sistema de sacrificios para pagar la deuda por sus pecados. Las leyes de Dios determinaban qué tipos de sacrificios se requerían para expiar los diferentes pecados.
La mayoría de los sacrificios vivos debían ser animales perfectos y sin mancha. En el Nuevo Testamento, Jesús, el Hijo de Dios, vino a la tierra para reunirnos con Dios mediante el máximo sacrificio: su propia vida. Nunca podríamos llevar una vida digna de Dios por nosotros mismos. Por eso, Jesús vivió una vida sin pecado por nosotros.
Y luego murió la dolorosa muerte que nuestros pecados merecen. Juan 3:17 dice: “Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”. Al sacrificarse por nosotros en la cruz, asumió el castigo de todos nuestros pecados a la vez.
- Esto le convirtió en el sacrificio definitivo, satisfaciendo de una vez por todas las exigencias de la justicia de Dios.
- Por eso llamamos a Jesús “Cordero de Dios”.
- En el sacrificio de la crucifixión de Jesús se nos muestra la profundidad del amor de Dios por nosotros y las medidas tomadas para salvarnos de nuestros pecados.
Y en la resurrección de Jesús vemos el triunfo de Dios sobre la muerte, señalando la promesa de la vida eterna en la presencia de Dios. : ¿Por qué tuvo que morir Jesús por nosotros?
¿Cuáles son los 5 pasos para el plan de salvación?
La confesión verdadera es un paso más en el camino hacia la salvación. – Nuestro texto dice que “con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:9-10). La confesión de fe de una persona en Jesús como el Hijo de Dios es tan esencial como la fe misma (cf.1 Juan 2:18-23; 4:1-3,15).
Tal confesión agrada a Cristo. Cuando Pedro confesó, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús estuvo complacido y respondió: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:16-17). Desde luego, hay otros pasos en la salvación.
Ningún versículo individual, sea Romanos 10:9-10 o cualquier otro, contiene todo el plan de salvación de Dios. Por ejemplo, este pasaje no menciona el arrepentimiento, lo cual Jesús dijo que es esencial (Lucas 13:3). El Nuevo Testamento presenta cinco pasos en la salvación.
Ya que Jesús dijo, “El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:16), sabemos que la fe precede al bautismo (esto descarta el bautismo de bebés).Ya que Pedro dijo, “Arrepentíos, y bautícese” (Hechos 2:38), sabemos que el arrepentimiento también precede al bautismo. Lógicamente, nadie se arrepentirá hasta que no crea, ya que la creencia es la motivación para el cambio, así que el orden debe ser la fe, el arrepentimiento y el bautismo.Ya que la creencia en el corazón precede a la confesión con la boca (Romanos 10:10), sabemos que la creencia precede a la confesión. Lógicamente, la confesión debe seguir a la fe (ya que eso es lo que expresa) y preceder al bautismo (así que el que bautiza sabe que está bautizando a un creyente, Hechos 8:36-37). Es posible que alguien confiese su fe antes de arrepentirse, pero él no puede presentar un voto de lealtad a Cristo si no ha abandonado el mundo. Así que el orden es la fe, el arrepentimiento, la confesión y el bautismo.Ya que la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10:17), sabemos que la escucha precede a la fe. Alguien no puede confesar algo que no sabe. Así que el orden final debe ser: oír, creer, arrepentirse, confesar y bautizarse.
Dios todavía tiene el negocio de la salvación. ¡Qué gozo producirá alrededor del trono de Dios cuando su confesión verdadera haga eco en los pasillos del cielo!
¿Quién pues podrá ser salvo?
PARA DIOS NO ES IMPOSIBLE QUE EL HOMBRE SE SALVE – “Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible”. Mateo 19:26 En otras palabras los discípulos dicen: ¿si al hombre le es imposible dejar sus pecados para seguir a Cristo y salvarse a sí mismo?, entonces, ¿quién podrá ser salvo? No obstante, Jesús les respondió: Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible,
- Lo cierto es que la salvación del hombre es un verdadero milagro, un hecho sobrenatural de Dios en el cual interviene transformándolo y otorgándole una nueva naturaleza que lo capacita para responder a su mensaje, abandone sus pecados y le siga; pero esto es una intervención divina.
- En 2 Reyes encontramos un pasaje que de alguna manera nos ilustra esto que estamos diciendo: “Después de esto aconteció que Ben-adad rey de Siria reunió todo su ejército, y subió y sitió a Samaria.
Y hubo gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata. Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le gritó, y dijo: Salva, rey señor mío.
- Y él dijo: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo salvar yo? ¿Del granero, o del lagar?”, (2 Reyes 6:24-27).
- Israel estaba sitiada, la comida escaseaba y el hambre amenazaba sus vidas, pero cuando la mujer vio al rey le grito diciendo: una mujer le gritó, y dijo: Salva, rey señor mío ; pero el rey le respondió una verdad que se aplica a nuestra realidad espiritual: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo salvar yo? El rey le decía que si Dios no la salvaba, mucho menos él, un ser mortal y limitado que también necesita ser salvado la podrá salvar.
De igual forma, no hay religión u hombre de esta tierra que pueda salvarnos, sino el único que puede salvarnos es Cristo: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, (Hechos 4:12).
¿Qué es lo que verdaderamente salva al hombre?
El objeto de la salvación es el Pueblo y cada hombre se salva en cuanto, mediante la fe y el amor, se hace miembro de esa comunidad de salvados.
¿Cuál es el primer paso para alcanzar la vida eterna?
Por: P. Jorge Enrique Mújica, L.C. (ZENIT News Agency / Ciudad del Vaticano, 03.08.2021).- En el contexto de la 32º edición del Festival de los Jóvenes en Medjugorje, evento que congrega a miles de jóvenes de todas partes del mundo, el Papa Francisco les envió un mensaje en el que reflexiona con ellos a partir de la pregunta del hombre rico a Jesús y que también era el tema del festival: “¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”.
A continuación los tres pasos que pone el Papa a los jóvenes: Primero: aprender a hacer el bien al prójimo “Si quieres entrar en la vida eterna, observa los mandamientos” (Mt 19, 17). Jesús lo regresa a la vida terrena y le indica la vía para heredar la vida eterna, es decir, el amor concreto por el prójimo.
Pero el joven responde que esto siempre lo ha hecho y se acuerda que no basta seguir los preceptos para ser feliz. Entonces Jesús fija en él su mirada llena de amor. El de hecho reconoce el deseo de plenitud que el joven lleva en el corazón y su saludable inquietud que lo pone en búsqueda; por esto siente por él ternura y afecto”.
- Segundo: pasar de la lógica del “mérito” a la del don “Si quieres ser perfecto ve, vende todo lo que posees, dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo” (Mt 19, 21).
- Jesús cambia la perspectiva: lo invita a no pensar en asegurarse el más allá, sino a dar todo en la vida terrena, imitando así al Señor.
Es la llama a una maduración ulterior, a pasar de los preceptos observados para obtener recompensa al amor gratuito y total. Jesús le pide dejar aquello que le apesadumbra el corazón y obstacula el amor. Aquello que Jesús propone no es tanto un hombre despojado de todo, sino un hombre libre y rico de relaciones.
- Si el corazón está lleno de bienes, el Señor y el prójimo se convierten solo en cosas entre las otras.
- Nuestro mucho tener es mucho querer que nos sofoca el corazón y nos hace infelices e incapaces de amar”.
- Tercero: la imitación “Ven y sígueme”.
- Seguir a Cristo no es una imitación exterior pues toca todo el hombre en su profunda interioridad.
Ser discípulo de Jesús significa estar conforme a Él. En cambio, recibiremos una vida rica y feliz, llena de rostros de tantos hermanos y hermanas, padres y madres e hijos (Mt, 19, 29). Seguir a Cristo no es una pérdida, sino una incalculable ganancia, mientras la renuncia dice relación al obstáculo que impide el camino.
Aquel joven rico, sin embargo, tiene el corazón dividido entre dos bandos: Dios y el dinero. El miedo de arriesgar y perder sus bienes lo hace regresar triste a casa. No había salido a poner la pregunta decisiva, no ha encontrado el coraje de acoger la respuesta, que es la propuesta de desligarse de sí mismo y de las riquezas para ligarse a Cristo, para caminar con Él y descubrir la verdadera felicidad”.
El Papa termina su mensaje invitando a los jóvenes a vivir su juventud confiándose en el Señor y poniéndose con él en camino. Licenciado en filosofía por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, y “veterano” colaborador de medios impresos y digitales sobre argumentos religiosos y de comunicación.
¿Cuándo comienza la vida eterna?
De Wikipedia, la enciclopedia libre Vida eterna se refiere tradicionalmente a la continuación de la vida después de la muerte, tal como se esboza en la escatología cristiana, El Credo de los Apóstoles testifica: Creo. en la resurrección de la carne y en la vida eterna, Según este punto de vista, la vida eterna comienza tras la Segunda venida de Jesús y la resurrección de los muertos, aunque en la literatura joánica del Nuevo Testamento hay referencias a que la vida eterna comienza en la vida terrenal del creyente, lo que posiblemente indica una escatología inaugurada,
Según la teología cristiana dominante, después de la muerte pero antes de la Segunda Venida, los salvados viven con Dios en un estado intermedio, pero después de la Segunda Venida, experimentan la resurrección física de los muertos y la recreación física de una Tierra Nueva, El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: Por la muerte el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios dará vida incorruptible a nuestro cuerpo, transformado por la reunión con nuestra alma.
Así como Cristo ha resucitado y vive para siempre, así todos nosotros resucitaremos en el último día. N.T. Wright sostiene que “el plan de Dios no es abandonar este mundo. Más bien, tiene la intención de rehacerlo. Y cuando lo haga, resucitará a todas las personas a una nueva vida corporal para vivir en él.
- Ésa es la promesa del evangelio cristiano.” En los Evangelios Sinópticos y en las Cartas paulinas, la vida eterna se considera generalmente como una experiencia futura, pero el Evangelio de Juan difiere de ellos en su énfasis en la vida eterna como una “posesión presente”.
- Raymond E.
- Brown señala que en los evangelios sinópticos la vida eterna es algo que se recibe en el juicio final, o en una edad futura ( Marcos 10: 30, Mateo 18:8-9 ) pero el Evangelio de Juan posiciona la vida eterna como una posibilidad presente, como en Juan 5:24,
Así, a diferencia de los sinópticos, en el Evangelio de Juan la vida eterna no es sólo futurista, sino que pertenece al presente. En Juan, los que aceptan a Cristo pueden poseer la vida “aquí y ahora”, así como en la eternidad, pues han “pasado de muerte a vida”, como en Juan 5:24 : “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna, y no viene a juicio, sino que ha pasado de muerte a vida.
¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?
Conclusión – Testifique que a fin de recibir la vida eterna, debemos estar dispuestos a dejar de lado las cosas del mundo y servir al Señor con todo el corazón, alma, mente y fuerza. Inste a los miembros de la clase a ser agradecidos por sus bendiciones terrenales y a esforzarse por verlas en la perspectiva correcta.
¿Qué quiere decir que somos salvos por gracia?
Salvos por gracia: reflexión sobre Efesios 2:8-9 Ser salvos por gracia quiere decir que hemos sido liberados del poder del pecado y de la muerte gracias a la provisión de Dios. Fue Dios quien a través de Cristo nos dio acceso al perdón de nuestros pecados y a la vida eterna,
- Dios nos salvó de morir por la eternidad, lo hizo por su propia iniciativa y de forma gratuita.
- Si somos sinceros, admitiremos que no merecíamos la gracia de Dios.
- Todos hemos pecado, todos nos hemos desviado una y otra vez de lo que era correcto, de lo que Dios esperaba de nosotros.
- Pero Dios no lo dejó así.
Él proveyó la solución debido a su gran amor por la humanidad. Dios actuó. Él nos dio de forma gratuita aquello que no merecíamos: nuestra salvación y la oportunidad de pasar la eternidad con él. Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. (Efesios 2:8-9, Nueva Versión Internacional) Una versión más conocida de estos versículos dice: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
¿Cómo puedo presentar a Cristo como Salvador?
Sigamos al Hijo de Dios en todo lo que hagamos y en todos los ámbitos de la vida – Una de las preguntas más importantes que se haya hecho al hombre mortal fue la que hizo el mismo Hijo de Dios, el Salvador del mundo, al dirigirse a un grupo de Sus discípulos en el Nuevo Mundo, un grupo que estaba ansioso de recibir Sus enseñanzas y más ansioso aún porque ellos sabían que muy pronto los iba a dejar.Él preguntó: “¿Qué clase de hombres habéis de ser?”.
Y entonces, sin esperar que le contestaran, Él mismo dio la respuesta: “Aun como yo soy” (). El mundo está lleno de personas que están siempre muy dispuestas a decirnos: “Haz lo que yo digo”. Y ciertamente no nos faltan los que dan consejos en cuanto a casi todo lo habido y por haber. Pero hay muy pocas personas que están prestas a decir: “Haz lo que yo hago”.
Y, por supuesto, sólo Uno en la historia de la humanidad pudo decir eso con toda justicia y rectitud. La historia del mundo nos da a conocer muchos casos de hombres y mujeres cuyo ejemplo ha sido digno de emular, pero aun el mejor de los mortales tiene defectos de una forma u otra; ninguno de ellos serviría como el prototipo de la perfección ni como el modelo infalible a quien seguir, aun cuando hayan tenido la mejor de las intenciones.
Sólo Cristo puede ser nuestro ideal, nuestra “estrella resplandeciente de la mañana” (). Sólo Cristo puede decir, sin reserva alguna, “seguidme”, “aprended de mí” “haced las cosas que me habéis visto hacer “. Sólo Cristo puede decir que bebamos de Su agua, que comamos de Su pan. Sólo Él puede decir: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida”.
“Yo soy la ley y la luz. Mirad hacia mí y viviréis”. Sólo Él puede decir: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado” (véanse ; ; ; ; ; ; ; ; ). ¡Qué invitación y qué llamado tan claros y tan resonantes! ¡Qué certeza y qué ejemplo en estos días de incertidumbre y ausencia de ejemplos! Cuán agradecidos debemos estar a nuestro Padre Celestial por haber enviado a Su Hijo Unigénito a la tierra para establecer el ejemplo perfecto de rectitud, de bondad, de misericordia y de compasión, a fin de que el resto del mundo sepa cómo vivir, cómo progresar y cómo llegar a ser más semejantes a Dios.
Sigamos al Hijo de Dios en todo lo que hagamos y en todos los ámbitos de la vida; hagamos de Él nuestro ejemplo y nuestro guía. En todo momento debemos preguntarnos a nosotros mismos: “¿Qué haría Jesús?”. Y entonces ser más valientes para obrar de acuerdo con la respuesta. Debemos seguir a Jesucristo en todo el sentido de la palabra; debemos dedicarnos a Su obra como Él lo hizo con los asuntos de Su Padre; debemos esforzarnos por ser como Él es y ser constantes en eso, una y otra vez.
(Canciones para los niños, pág.34). Al grado que el poder mortal que poseemos nos lo permita, debemos hacer todo lo posible por llegar a ser como Cristo, el único ejemplo perfecto e inmaculado que haya pasado por este mundo. Durante Su ministerio terrenal, nuestro Señor extendió repetidas veces un llamamiento que además de ser una invitación, era también un cometido.
A Pedro y a su hermano Andrés, Cristo les dijo: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (). Al joven rico que le preguntó lo que debía hacer para heredar la vida eterna, Jesús le respondió: “Anda, vende lo que tienes y da a los pobres y ven, sígueme” (). Y a cada uno de nosotros Jesús nos dice: “Si alguno me sirve, sígame” ().
Estudiemos todas las enseñanzas del Maestro y dediquémonos con más ahínco a seguir Su ejemplo. Él nos ha dado “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad”, nos ha llamado “por medio de su gloria y virtud”, y “nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas a ser participantes de la naturaleza divina” ().
Los que siguen a Cristo procuran imitar Su ejemplo. Su sufrimiento por nuestros pecados, nuestras faltas, aflicciones y enfermedades debería motivarnos a hacer algo similar y extender una mano de caridad y compasión a aquellos que nos rodean Busquen oportunidades de servir; no se preocupen demasiado por la notoriedad.
¿Recuerdan el consejo del Salvador en cuanto a los que buscan “los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas”? “El que es el mayor entre vosotros será vuestro siervo” (). Aunque es importante para nosotros saber que se nos aprecia, debemos centrarnos en la rectitud, no en el reconocimiento; en el servicio, no en la posición. Una manera en que podemos tomar como modelo el ejemplo del Salvador es cumpliendo el mandato que dio a Pedro: “Apacienta mis corderos Apacienta mis ovejas” ().3
¿Dónde encontramos la primera promesa de salvación en la biblia?
Génesis 3:15. ‘La primera indicación que el hombre tuvo acerca de su redención la oyó en la sentencia pronunciada contra Satanás en el huerto. El Señor declaró. ‘Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
¿Cuando fuimos salvos?
1. La Biblia lo dice – La primera manera de saber que somos salvos es que la Biblia lo dice. Debemos darnos cuenta de que la Biblia no es un libro común ; es el hablar del Dios vivo. Y Dios no miente, así que podemos creer, confiar y depender de Su Palabra absolutamente.
- En 1 Juan 5:13 dice lo siguiente: “Estas cosas os he escrito a vosotros los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna”.
- Este versículo nos muestra que Dios no quiere que permanezcamos inseguros de nuestra salvación.
- Tenemos algo por escrito —la Palabra de Dios— por lo cual podemos saber que verdaderamente somos salvos.
Dios quiere que tengamos la certeza de nuestra salvación por medio de Su Palabra escrita. La nota 1 en este versículo en el Nuevo Testamento Versión Recobro habla acerca de la certeza de la salvación que podemos tener a través de la Palabra de Dios: “Las palabras escritas en las Escrituras aseguran a los creyentes, quienes creen en el nombre del Hijo de Dios, de que ellos tienen la vida eterna.
- Creer para recibir la vida eterna es el hecho; las palabras de las Santas Escrituras representan la certeza tocante a ese hecho: son el título de propiedad de nuestra salvación eterna.
- Mediante estas palabras se nos da la certeza, las arras, de que siempre y cuando creamos en el nombre del Hijo de Dios, tenemos vida eterna”.
¡Tenemos las arras de nuestra salvación! Nuestras arras, es decir, nuestro “título de propiedad” de nuestra salvación eterna, es la Palabra de Dios. Juan 3:16 es otro versículo que nos da la certeza de nuestra salvación: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no perezca, mas tenga vida eterna”.
¿Cuáles son los 5 pasos para el plan de salvación?
La confesión verdadera es un paso más en el camino hacia la salvación. – Nuestro texto dice que “con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:9-10). La confesión de fe de una persona en Jesús como el Hijo de Dios es tan esencial como la fe misma (cf.1 Juan 2:18-23; 4:1-3,15).
- Tal confesión agrada a Cristo.
- Cuando Pedro confesó, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús estuvo complacido y respondió: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:16-17).
- Desde luego, hay otros pasos en la salvación.
Ningún versículo individual, sea Romanos 10:9-10 o cualquier otro, contiene todo el plan de salvación de Dios. Por ejemplo, este pasaje no menciona el arrepentimiento, lo cual Jesús dijo que es esencial (Lucas 13:3). El Nuevo Testamento presenta cinco pasos en la salvación.
Ya que Jesús dijo, “El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:16), sabemos que la fe precede al bautismo (esto descarta el bautismo de bebés).Ya que Pedro dijo, “Arrepentíos, y bautícese” (Hechos 2:38), sabemos que el arrepentimiento también precede al bautismo. Lógicamente, nadie se arrepentirá hasta que no crea, ya que la creencia es la motivación para el cambio, así que el orden debe ser la fe, el arrepentimiento y el bautismo.Ya que la creencia en el corazón precede a la confesión con la boca (Romanos 10:10), sabemos que la creencia precede a la confesión. Lógicamente, la confesión debe seguir a la fe (ya que eso es lo que expresa) y preceder al bautismo (así que el que bautiza sabe que está bautizando a un creyente, Hechos 8:36-37). Es posible que alguien confiese su fe antes de arrepentirse, pero él no puede presentar un voto de lealtad a Cristo si no ha abandonado el mundo. Así que el orden es la fe, el arrepentimiento, la confesión y el bautismo.Ya que la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10:17), sabemos que la escucha precede a la fe. Alguien no puede confesar algo que no sabe. Así que el orden final debe ser: oír, creer, arrepentirse, confesar y bautizarse.
Dios todavía tiene el negocio de la salvación. ¡Qué gozo producirá alrededor del trono de Dios cuando su confesión verdadera haga eco en los pasillos del cielo!
¿Qué dice Jesús de la salvación?
Romanos 10:9-10 – Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la salvación (Ro 10:9-10).